El Atlético de Madrid está atravesando el mayor bache futbolístico y de resultados desde que el Cholo Simeone está al frente de la nave colchonera. El empate frente al Qarabag le deja a las puertas del abismo, prácticamente fuera de los octavos de final. Necesitan un milagro que, siendo realistas y como dijo Gabi tras el partido «es casi imposible». Pero el Atleti siempre cree.
Flaqueza defensiva
El Atlético de Madrid de la 15/16 fue el equipo menos goleado de la historia de la Liga, encajando 18 goles, menos de 0.5 goles por partido. Una brutalidad de dato que dejaba en evidencia la clave del éxito del Cholo. Su equipo era una roca defensiva sustentada en Godín, Gabi y Oblak. A día de hoy, solo Oblak mantiene el nivel estratosférico de antaño. La edad no perdona, y dos guerreros como Gabi y Godín, fajados en mil batallas, empiezan a decaer. Paradigmático es el caso del capitán, pulmón del Atleti en la medular y el jugador que sabe cuándo se debe presionar y cuándo se debe recular. El problema es que ya no puede hacer lo primero y eso hace que se se vean obligados siempre a recular. Frente al FC Barcelona vimos los últimos 25 minutos con cierta incredulidad. Los colchoneros no salían de su propio terreno de juego. ¿Por qué? Gabi no podía estirar la presión, el equipo reculaba y, cuando recuperaba, la portería estaba demasiado lejos. Esto, sumado al nivel de hombres como Gaitán o la baja forma de Antoine Griezmann impedían que el equipo pudiera respirar. No era solo fútbol.
Godín ha sido siempre el baluarte defensivo del Cholo. Imperial en el juego aéreo, atento en los cruces y siempre más rápido que su oponente. A día de hoy, el Atlético es de los peores equipos en la Liga defendiendo el centro lateral. Reciben un gol cada 32 centros, mientras que el Leganés lo recibe cada 146 (como analizamos el dato de Fútbol Avanzado en este artículo). De hecho, han encajado ya 5 goles tras centro lateral en Liga. Ni Savic ni Godín están al nivel que exige el plan del Cholo y Oblak no puede obrar un milagro cada día.
Volver a creer es el primer paso que tiene que dar el Atlético de Madrid.
Sin gol
Antoine Griezmann es uno de los grandes señalados en este inicio . Hasta la fecha, hemos visto lo peor de Griezmann en su etapa rojiblanca. En los tramos en los que el equipo no encontraba argumentos ofensivos necesarios siempre estaba él para darlos. Ahora ya no hay respuestas. Su mayor pieza competitiva, el que levantó al equipo en Múnich, no está. Parece que su mente no esté en el Wanda, sino lejos, muy lejos de aquí. Su escasez productiva comparada con los años anteriores se ve agraviada por su poca participación en zonas de creación. Antoine ya no es aquel jugador omnipotente que se movía por todo el rectángulo, siempre dando sentido a la jugada. Ahora, en el Atleti, no hay un jugador capaz de ocupar ese rol que ha quedado huérfano. Lo intenta Correa, quizás el jugador junto con Saúl, que está más en forma de la plantilla. Pero la mayor merma sigue siendo la finalización. Ante el Qarabag han marcado 1 gol en dos partidos en 47 tiros a puerta. Un balance que impide poder competir en la máxima competición europea, la que más penaliza los errores y el desacierto.
Sin la competitividad necesaria, los problemas se multiplican
Sin contar al francés, las otras piezas como Vietto, Gameiro o Torres, apenas están aportando nada al equipo. En el campo del Qarabag, Gameiro completó 9 pases por 7 balones perdidos y ningún disparo a puerta en 72 minutos. Demasiado poco para un equipo que aspira a tanto. La iniciativa del Cholo, de dejar el carril izquierdo libre para Filipe Luis, sigue siendo una mala noticia para el brasileño, que juega su mejor fútbol con apoyos interiores que le permitan proyectarse en campo rival. El Atlético de Madrid ha perdido automatismos o, mejor dicho, avanza hacia un fútbol que por su ADN le es difícil ejecutar. El equipo que tocó techo en 2014 queda muy lejos del actual plantel. El Cholo ha intentado cambiar, evolucionar, en definitiva, encontrar un modelo que se adecúe a los jugadores que tiene.
A expensas de las llegadas de Vitolo y Diego Costa en enero, el Atlético necesita de la competitividad de su columna vertebral para subsistir cuando el fútbol falle. Ahí es donde el Cholo, como maestro en la gestión emocional del grupo, deberá intervenir para arreglar una situación que no es meramente futbolística. El Atlético juega sin convicción, la que ha sido su principal baza durante estos años. Hasta que no vuelvan a creer, lo futbolístico queda en un segundo plano.
Artículo original de Albert Blaya para Balón en Profundidad.