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El sistema descompensado de Eusebio

Odriozola en la derrota frente al Levante | Foto: Getty Images

La irregularidad defensiva es uno de los factores implícitos de los inicios competitivos y este comienzo liguero ha dado suficientes evidencias para establecerlo como paradigmático. Los casos del Eibar, el Málaga o el Deportivo, a los que se les tiene que añadir su pésimo bagaje goleador, han puesto en tela de juicio su proyecto nada más comenzar por el descontrol y la falta de alternativas en la retaguardia, pero el escenario más singular de ellos es el que presenta la Real Sociedad. El equipo de Eusebio Sacristán pasó de discutirle el liderato al Barça, con diez goles a favor y cuatro en contra, llegando a bajar hasta la novena posición, recibiendo dieciséis goles por once a favor.

Viviendo de la renta de su inicio impecable, la Real solo ha conseguido cinco puntos de los últimos veintiuno, siendo la poca estabilidad atrás el principal punto de debate. A diferencia de la situación defensiva del Celta, otro de los casos más particulares derivado de los errores individuales de sus miembros, el escenario de la Real se tiene que presentar desde el aspecto colectivo, siguiendo las declaraciones postpartido del técnico txuri-urdin después de igualar los cuatro goles que su equipo había recibido frente al Betis.

La acumulación de hombres en campo rival genera muchas opciones ofensivas, pero también deja muy poco resguardada a su defensa.

El problema principal parte del sistema de juego y el riesgo que supone mantener numerosos activos ofensivos en campo contrario. La discutible altura tanto de ambos laterales como de todo el conjunto, excepto los centrales, exhibe un potencial que se revierte en el momento de perder el esférico. Su mala disposición defensiva en el campo y la libertad de espacios de que dispone el rival como consecuencia de esta incoherente colocación, debilitan la presión tras pérdida, uno de los principios futbolísticos de Eusebio. El tercer gol rival del último encuentro frente al Betis ejemplifica la falta de fluidez, la carencia de ayudas en la salida del balón y la cuestionable capacidad de reacción tras la pérdida del mismo.

Si por un lado hay un problema coral en la transición defensiva, otro de los puntos a resolver se encuentra en el posicionamiento de la pareja de centrales. Aunque se trate de una consecuencia directa de la excesiva proyección ofensiva de los laterales, la mala gestión de los espacios atrás y la defectuosa toma de decisiones en los marcajes, facilitan que el ataque rival llegue hasta la portería defendida por Rulli con suma facilidad. La jugada del primer gol del Valencia, obra de Rodrigo a pase de Guedes, se originó en un saque de banda mal marcado, con Elustondo adelantando significativamente su posición y dejando a su equipo en una situación delicada si lo superaban. Además del error de Elustondo, los guipuzcoanos cometieron otro más en el momento que Rodrigo recibió el balón: tres defensas bascularon hacia la posición del delantero valenciano, que, con un simple pase, rompió ese tridente de jugadores que le presionaban, permitiendo que Guedes aprovechara el extenso espacio que los de Eusebio habían dejado atrás.

Asimismo, también hay un factor emocional en todo este acentuado problema defensivo: la derrota frente al Madrid. Un punto de inflexión que deterioró el arranque espectacular de los txuri-urdin. La espesa propuesta con el balón y las concesiones impropias en defensa desbancaron la idea malbaratada de partir favoritos delante del vigente campeón y tener a sus manos el poder de desbancar aún más a un Madrid muy irregular en este inicio. Una derrota que algo más de un mes después sigue impidiendo a la Real Sociedad volver a la senda de la regularidad.

Artículo original de Pau de Castro para Balón en Profundidad.

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