La temporada pasada fue un caos en el entorno del Valencia C.F. Cambios de entrenadores, desplantes públicos en ruedas de prensa, un dueño que no aparecía o la falta de competitividad de la mayor parte de la plantilla, provocaron una situación extremadamente incómoda en lo profesional. De hecho, el conjunto de Mestalla se situó gran parte de la temporada en el tramo que rozaba lo que sería increíble para un grande de la Liga Santander, el descenso.
Ante la inestabilidad que ofrecían todos los comandantes que prometieron llevar el barco del Valencia a su sitio en la tabla y en Europa, el capitán que tomó el relevo para que la nave no se hundiera no fue otro que Voro. Y este no es un dato al uso en esta historia, sino un síntoma de lo que le hacía falta al equipo, identidad.
A través del dinero, Peter Lim ha intentado conseguir contentar a la afición con fichajes de jugadores a través de sumas desorbitadas, hasta que la situación casi se le escapa de las manos. Carisma, garra, ganas de ganar por y para un equipo o identidad propia competitiva son matices que no los aporta un montante económico. ¿La solución? Estaba más cerca de Valencia que de cualquier otro lado. Concretamente en Paterna.
Voro, ex jugador y canterano valencianista, sabía cuál era la tecla que debía tocar para el mejor engranaje de un equipo a la deriva en lo institucional y lo deportivo. Y esto último, era lo único en lo que debía centrarse el nuevo míster. Fue entonces cuando aparecieron figuras esenciales en el porvenir del presente y del futuro che.
Con la timidez propia de los canteranos pero con el desparpajo suficiente como para asumir roles importantes, comenzaron a brillar con luz propia dos estrellas en el firmamento valencianista, estrellas conocidas como Lato y Carlos Soler.
No solo fueron claves para alcanzar las exigencias mínimas de los aficionados de Mestalla, sino que representaron la rebelión de la cantera con un certero golpe encima de la mesa. Especialmente el segundo, uno de los jugadores que más participación tuvo la temporada pasada y gracias al cual seguramente este año, la apuesta por la cantera se ha hecho de manera segura.
Representaron la rebelión de la cantera con un certero golpe encima de la mesa.
Con la elegancia y la magia del canario David Silva y la llegada y la potencia del ‘Pipo’ Baraja (salvando las distancias), Soler contiene todas las cualidades que necesita un mediocentro de nivel aunque todavía por pulir. Una gran llegada desde segunda línea, potencia y rapidez con el balón pegado a los pies, una gran visión de juego para potenciar la jugada con pases largos y últimos pases que permitan romper líneas… las cualidades del jugador nacido en Valencia son infinitas y seguramente no estaría bien pausar estas líneas para hablar sobre ellas. Pero hay una en la que es importante hacer hincapié: su inteligencia.
Éste es un elemento que puede parecer ambiguo pero que marca el destino de muchos futbolistas. La inteligencia referida a la idea del juego con y sin balón. Si el bueno de Carlos destacaba en las categorías inferiores por ser un creador de juego cercano a la posición de un clásico ‘6’, su estilo se modificó al llegar a la élite. Voro apostó por él y lo hizo en una posición más adelantada, intermedia entre el medio defensivo y los hombres de ataque. Y Carlos se adaptó por primera vez, ahí surge su inteligencia. Un canterano recién llegado a la primera división que se adaptó a una posición parecida pero que no igual y que lo hizo a la perfección. Siendo de gran ayuda a Parejo en el mediocentro, Soler sirvió el año pasado como un potenciador de juego. El enlace perfecto en la mediapunta y el jugador que aportaba imaginación y rapidez en la conducción de balón, consiguiendo inventar en zonas más seguras del campo en las que la pérdida de balón no implica riesgos.
Como interior comenzó dando sus primeros pasos en el primer equipo del Valencia, en donde servía de apoyo a Parejo en la salida de balón si el rival presionaba al ex del Getafe pero sin abusar del control del balón. Esto le permitió estar cercano a zonas próximas al área en donde sus pases finales encontrasen a alguien que pudiera aprovecharlos.
Pero llegó Orellana y su rol comenzó a cambiar. Voro comenzó a apostar por el chileno en posiciones centrales antes ocupadas por el valenciano, escorando más al joven hacia la banda, más lejos de su posición natural. Una posición en donde algunas cualidades propias se resienten pero en la que sabiendo jugar de manera inteligente puede potenciarlas.
Pasada la temporada y con la llegada del nuevo técnico, Marcelino García Toral, las dudas estaban en el ambiente. Carlos Soler como mediocentro próximo al eje defensivo, interior o extremo con tendencia a jugar por dentro. El técnico asturiano las disipó de golpe.
El nuevo e indispensable papel de Soler es el de extremo con tendencia a buscar posiciones interiores en las que estar más en contacto con el balón. Del pasado 4-3-3 en donde Soler actuaba siempre por delante del ‘6’, Marcelino apuesta por un 4-4-2 en donde el joven canterano actúa como extremo diestro en la mayor parte de los casos, aunque no imprescindiblemente. Su inteligencia le ha demostrado a Marcelino poder jugar en cualquier posición del medio del campo por las muchas variantes ofrecidas.
Su nueva posición es la de extremo con tendencia a buscar posiciones interiores en las que estar más en contacto con el balón
No solo aporta variantes ofensivas, sino que su implicación defensiva es encomiable. El Valencia de Marcelino no es un equipo que domine a través del excesivo trato de balón. Es un conjunto vertical, con gran rapidez en las transiciones ofensivas pero también defensivas. Su concentración y sus ganas hacen de Carlos un jugador imprescindible. Como pudimos observar en el partido frente al Real Madrid en el Bernabéu. Soler actuó por la izquierda, banda dominante del conjunto blanco por las continuas subidas que ofrece Marcelo. Sin embargo, Soler aportó rigor y solvencia ante las apariciones del lateral brasileño, ofreciéndole a Marcelino lo que exigía de él.
Aunque no es un perfecto defensor, sí que aporta un equilibrio en la banda en la que se encuentre lo que ayuda y mucho a la labor de Parejo y Kondogbia, fijos en el centro para el técnico valencianista.
En ataque, con este nuevo sistema, aporta otra salida interior a la que ofrece Parejo. Una salida más imprevisible que alterna con penetraciones por la banda dejando ver la gran calidad de sus pases y centros. De hecho, se encuentra en lo más alto de la tabla de asistentes con 4 pases de gol. La verticalidad de sus carreras aporta la ruptura de líneas en los rivales y crea ocasiones manifiestas constantemente a los hombres de ataque. Además hay que añadirle que cuando el balón circula por el lado opuesto, siempre es un fijo a la hora de sumarse e incorporarse como un activo más a Zaza, Rodrigo o Santi Mina. Así lo manifiesta su gol conseguido en el Santiago Bernabéu y las constantes finalizaciones realizando diagonales interiores desde la banda derecha hacia dentro.
Sus condiciones le permiten jugar en cualquier demarcación del centro del campo aportando siempre soluciones a Marcelino ante posibles bajas o sanciones en alguna de estas posiciones. Destaca también su velocidad menatl y física, siendo una pieza clave a la hora de lanzar letales contragolpes.
La expulsión de Kondogbia por doble amarilla contra la Real Sociedad hace que su abanico de actuación pueda ser todavía más amplio. El técnico podrá contar con Carlos para aportar variaciones en las posiciones centrales, situaciones en las que el canterano está más acostumbrado. Su toque, velocidad, disparo y colocación le permiten ser el jugador perfecto para el centro del campo taronja y seguro que esto lo tiene en cuenta Marcelino.
Un jugador con una inteligencia suprema, demostrada por su gran adaptabilidad a cualquier posición del centro del campo, seguramente potenciada por sus ganas de demostrar, de ganar y de llevar al Valencia, al conjunto que le vio nacer como futbolista, a lo más alto, al peldaño que hace unos años perdió y que ahora a través de una recuperada identidad quiere volver a conseguir.
No hay nadie más indicado para gritar ‘Amunt Valencia’ que un hombre de la casa, un niño todavía en edad pero un jugador capacitado para hacer vibrar de nuevo al murciélago che.
Artículo original de Alberto Graña para Balón en Profundidad.