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Ser hincha en tiempos de cólera

“Flamean las banderas, suenan las matracas, los cohetes, los tambores, llueven las serpientes y el papel picado; la ciudad desaparece, la rutina se olvida, sólo existe el templo. En este espacio sagrado, la única religión que no tiene ateos exhibe a sus divinidades. Aunque el hincha puede contemplar el milagro, más cómodamente, en la pantalla de la tele, prefiere emprender la peregrinación hacia este lugar donde puede ver en carne y hueso a sus ángeles, batiéndose a duelo contra los demonios de turno”.

Así define el papel que tenemos los hinchas en el deporte sagrado el gran escritor Eduardo Galeano.

¿Qué somos? ¿Acaso todos los que seguimos a un club somos hinchas? ¿Por qué existen latinoamericanos que gritan los goles del Real Madrid o el Barcelona? ¿Cómo es posible que le preguntes a alguien de qué club es y te responda que es hincha de un cuadro europeo cuando él es sudamericano?

Entiendo a la globalización como la máxima de las responsables, no es difícil ver las épicas noches europeas llámese UEFA Champions League, UEFA Europa League, La Liga, Premier, Serie A, Bundesliga, en algún momento de mi vida también celebré goles del Manchester City o de la Juventus, hasta hace no mucho.

¿En qué momento entendí que estaba lejos de ser un hincha? Pisé un estadio, fui a ver a un club de mi país, mi club, mi equipo, asistí a una fiesta, viví durante 90 minutos algo que nunca había sentido antes: euforia, molestia, tristeza, felicidad, algarabía, todo eso junto combinado, algo solo expresado en un grito, entonces comprendí lo equivocado que estuve, desde esa noche no me pude permitir perderme otro encuentro, quería y necesitaba vivir esos momentos, estar ahí con esos 11 jugadores que estaban entregando alma corazón y vida por la camiseta.

Emprendí entonces no solo un viaje para conocer la historia, a los ídolos, las barras que tenía el club, necesitaba saber por qué tengo compatriotas que no van al estadio, que prefieren gritar goles de equipos que no son de nuestro país, por qué les gusta gritar frente a un televisor a jugadores que están a miles de kilómetros de distancia, qué puede ser tan especial de hacer eso, dónde está la magia del fútbol en alabar locamente a seres que no luchan por tu felicidad si no por la felicidad y algarabía de otros.

Primera:

“Yo quiero ser campeón, pues, quiero que mi equipo llegue hasta la final, que gane, los de Alianza Lima hace 11 años que no salen campeones se les viene el quino, prefiero mil veces ganar a ser un triste perdedor”.

Respuesta sin sentimiento, sin corazón, de conveniencia, no desea pasar por sufrimientos, desea la vía fácil, Perú es un país que hace más de 30 años no va al Mundial de Fútbol, hoy más que nunca tenemos la posibilidad de hacerlo, todos se suben al barco, todos son hinchas a morir, confiaron en Gareca y en el equipo, solo demuestra que no quieren el recorrido, que ahora sí mueren por la blanquirroja pero hace poco más de un año cuando estábamos en los últimos puestos ni les interesaba.

Segunda:

“Hermano, ¿crees que si subo- a redes sociales- una foto con la camiseta de un equipo de acá le van a dar like? Claro que no, pues, debo ponerme una elegante, la del Madrid”.

Eso, solo lo hacen por moda, por salir en la foto, por eso ahora todos quieren ir al estadio, como en el partido contra Colombia o Nueva Zelanda, por eso ahora se compran la camiseta de Perú, oportunismo puro, esta persona no ama el fútbol, no es hincha, a lo mucho un turista.

Tercera y última:

“No pues, qué voy a ser de Alianza Lima o Universitario, esos son unos eternos perdedores, no juegan a nada, el fútbol de aquí es mediocre, prefiero ver la Champions, ahí sí juegan bien, ganan”.

Lo primero que vino a mi mente fue el gran fútbol que exponen allá, tenía razón, el nivel deportivo es ampliamente mayor, y es más placentero ver un clásico español a uno peruano. ¿Se dan cuenta? Ya he dado la clave de todo, en la respuesta de mi amigo y en mi reflexión. ¿Todavía no la captan? Ok, déjenme explicarles: él habla de ver, y si nos ceñimos solo a eso VER ese fútbol es bastante atractivo, los sábados y domingos me levanto temprano para poder ver la Liga Inglesa, analizo cómo juegan, entretiene ver como los pequeños hacen pelea a los grandes, pero queda en eso nada más, en VER y entretenerse, tal como lo es ir a un buen restaurante, pero ¿me vas a decir que es lo mismo que comer en casa la comida de la abuela o de mamá? Para mí no lo es, prefiero comer un lomo saltado con las papas un poco quemadas y con harto guiso que comer un plato gourmet en ‘su punto’.

El fútbol es sentimiento, corazón, alma, pasión, no se reduce a entretenerse como muchos piensan, y en eso reside el problema, nunca han ido al estadio a alentar, nunca fueron por la gloria un domingo, nunca se fueron tristes y patearon latas al salir del templo cuando cayeron derrotados ante un equipo con el triple o cuádruple de presupuesto que el suyo. Nunca pudieron vivir el fútbol, oler el fútbol, escuchar los gritos desaforados de la barra, no pudieron pararse en esas gradas y sentir lo que es realmente ser hincha, y al no tener esa oportunidad se reducen solo a verlo y entretenerse.

 

Hincha vs Espectador

Acá es donde llegamos a separar a los tipos de seguidores que tiene el fútbol. En una tenemos al Espectador: Generalmente tiene 2 o hasta 3 clubes favoritos, algunos uno por cada país, suele ver fútbol europeo y tiende a despreciar el fútbol local o si lo ve es por alguna final o clásico. Desde nuestra posición no tiene nada de malo observar el buen fútbol extranjero, sin embargo nos parece que el emocionarse a tal punto de celebrar un campeonato de otro país que nunca has ido a ver al estadio es una exageración, “tenemos 12 Champions, culé”, así como el, ya odiado, pelea entre “extranjeros” en cada caja de comentarios en las redes sociales que llegan a ser bastante cansinos.

En contraparte tenemos a lo que denominamos Hincha: Aquel que sigue a un solo club local, sabe la historia, formaciones, hinchadas, rivalidades, en general, todo sobre el club. En la mayoría de países, son socios de sus clubes y aportan una cuota mensual además de asistir a todos o a la mayoría de partidos que juega de local o visita, si es que puede, siente un apego emocional muy fuerte, comparado a una relación familiar. Disfruta del fútbol como si fuera lo último en el mundo.

No decimos que sea mal observar el fútbol extranjero, pero lo que tratamos es que la gente, al menos en Perú, vuelva a la cancha. Veamos de nuevo estadios llenos, con familias y barras de ambos equipos, comenzar a dejar de pelearnos por el Real Madrid  o Barcelona y comenzar a tener mayor sentido de pertenencia, que a la larga es lo que un club quiere lograr. Esperamos que con el buen momento de la selección peruana pueda hacer que la gente vuelva a la cancha, donde nunca se debió cancelar la fiesta.

 

Un gran agradecimiento a Sebastián San Miguel con quien escribí este artículo. Lo pueden seguir en Twitter como @Sebas16San

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