Dejen trabajar a Rubén Baraja
Las críticas en la calle y las redes sociales contra de la contratación del nuevo entrenador del Real Sporting son injustas contra un técnico al que apenas conocemos.
Me permito la licencia de escribir unas líneas en primera persona dirigidas a la afición de mi equipo. A una de las aficiones más fieles y pasionales que existen en España y de la que siento un orgullo tremendo por pertenecer. Me dirijo a la afición del Real Sporting de Gijón para pedir mesura y tranquilidad. Sosiego y calma como le decían a Sylvester Stallone en Demolition Man. Paciencia ante la situación que afronta el Sporting ahora con un nuevo entrenador. Un nuevo técnico, Rubén Baraja, que no tiene ni la más mínima culpa de los males que arrastra el equipo, algunos desde hace más de veinticinco años, tanto en el campo como en sus despachos.
Desde el momento en el que el nombre de Rubén Baraja fue de dominio público empezaron a arreciar las críticas. Algunas más suaves y algunas más fuertes; algunas hasta con saña si me apuran. Todas inmerecidas y bastante ruines. Sí, ruines e inmerecidas. Como dice un buen amigo, Baraja se ha limitado a «meterse en un marrón de tres pares de cojones», con perdón. Pero marrón o no, Baraja no ha dudado en hacerlo, ni ha tardado un día en ponerse el mono de trabajo. Y lo hace, según sus palabras con responsabilidad e ilusión, porque sabe lo que significa y exije ser entrenador del Real Sporting de Gijón. Esto no es otra cosa que devolver al conjunto gijonés a Primera División.
El vallisoletano se presentó hoy y ya dirigió su primer entrenamiento apenas dos horas después de firmar su contrato. Podía haber esperado al miércoles para dirigir su primera sesión. Nadie, salvo esos ruines que en su mayoría se escudan en ese falso anonimato que creen que internet les da, le hubiera dicho nada por esperar un día. Pero ha querido ponerse a trabajar desde el minuto uno en preparar el partido de su debut el próximo domingo.
Otro buen amigo siempre me dice que el fútbol es una fábrica de ilusiones. Acepto que Rubén Baraja no genera ilusión. Pero si nos fuésemos al pasado mes de Junio veríamos que un tal Paco Herrera sí que la generaba. Miren como acabó. El currículum de Rubén Baraja como entrenador es escaso, cierto. De nada sirve haber sido un jugador de élite para ser buen entrenador. Lo sé. También es de dominio público en Gijón la, vuelvo a pedir perdón, hostia que se pegó en Vallecas. ¿Y qué? ¿Me demuestra eso que Baraja se va a pegar la misma hostia en Gijón ya sin ver ni un mísero partido?
También me gustaría, aunque soy consciente de que aquí mi petición caerá seguramente en saco roto, que se esperase antes de sacar la fusta contra Miguel Torrecilla. Me he cansado de oir y leer que su proyecto ha fracasado. ¿Cómo? ¿Ha terminado la temporada y no me he enterado? A mí siempre me dijeron que las notas que valen son las que se ponen al final del curso y ahora no vamos ni por la mitad. Tiempo habrá para pedir responsabilidades, ceses, despidos y cuántas cosas la soberana afición rojiblanca convenga. Pero por favor, ahora dejen trabajar a Rubén Baraja y a Miguel Torrecilla.