Ipurúa o el reino de la eficacia
El Eibar jugó contra su propio reflejo y fue mejor el original que la copia. El Valencia no impuso su calidad y a brega y a lucha no fue capaz de batir a los armeros en su propio feudo
Un eficiente Eibar supo sobreponerse a las adversidades climatológicas y a la mayor calidad del conjunto rival para ganar un partido con tan solo dos chuts a portería. El Valencia adoleció de pegada y contundencia en ambas áreas, allí donde se deciden los partidos.
No se esperaba un partido brillante y no lo fue, no se esperaba un gran espectáculo futbolístico y no lo hubo. Si alguien escribió un guión de este partido, ambos conjuntos lo siguieron cual fiel compañía de teatro, sin saltarse ni un punto ni una coma. Rechaces, juego directo, balones bombeados, centros laterales y mucha disputa en las caídas y las segundas jugadas. En este juego los de Mendilíbar son los reyes en Ipurúa e intentar disputarles con sus mismas armas quizá no fuera la mejor idea aunque los hombres que ponen brillantez al juego valenciano estaban hoy ausentes.
El once de Marcelino supo frenar las embestidas iniciales de los guipuzcoanos alejando su juego agresivo y directo lejos del área ché. Con ello el Valencia contrarrestaba una de las principales armas de los locales, sus centros laterales desde las inmediaciones del área. El Eibar lo intentaba con balones largos buscando a Enrich y a Charles pero en esa pugna tanto Vezo como Paulista se mantuvieron firmes y casi inexpugnables.
Poco a poco ese empuje del conjunto vasco fue decayendo y el Valencia consiguió trenzar alguna jugada para acercarse a los dominios de Dmitrovic aunque sin excesivo peligro. Los ataques visitantes morían en las inmediaciones del área y solo el capitán Parejo fue capaz de poner en apuros al meta balcánico. El juego entre líneas de Rodrigo apenas si aparecía, los balones largos a Mina eran infructuosos y las jugadas a balón parado no deshacían el empate a favor de ninguno de los dos contendientes. Tan solo el último córner botado por el de Coslada y rematado incomprensiblemente fuera por el hispano-brasileño pudo alterar el desarrollo de la primera parte.
La segunda parte comenzó con la misma tónica pero un fallo en el despeje valencianista tras una jugada embarullada dio la opción al nipón Inui para abrir el marcador. Primer balón que tocaba Neto y lo hacía para sacarlo de su portería. Hacía falta ver la capacidad de reacción de un Valencia que no le había perdido la cara al partido en ningún momento y tampoco lo haría ahora.
Reaccionó Marcelino poniendo a Guedes en el campo pero el Eibar estaba crecido y sus acometidas eran más continuas y agresivas. Empezaban a llegar los centros laterales y el peligro estaba más presente aunque con poco trabajo para el arquero che. Era un toma y daca en el centro del campo, una presión constante por ambos bandos bajo una incesante lluvia que pareció mojar la pólvora de ambos conjuntos. En la única ocasión en la que Rodrigo Moreno consiguió zafarse de la marca y encarar el campo rival, su apertura a banda derecha la aprovechó Pereira para poner un buen centro que remataría un oportuno Santi Mina. Premio para el sacrificio y la competitividad valencianista y vuelta a empezar para ambos equipos.
El gol envalentonó a los blanquinegros y pareció afectar a los de Ipurúa que perdieron algo de empuje hacia la portería visitante. Tanto unos como otros parecían notar el cansancio y manifestar cierta conformidad con el empate pero en una jugada aislada llegaría un nuevo centro lateral desde la banda derecha del ataque eibarrés y una llegada desde atrás de los centrocampistas. 2-1 y la desolación marcada en los rostros visitantes.</p