La temporada del Sevilla FC, a pesar de cumplir el objetivo de clasificarse para los octavos de final de la Champions, está siendo bastante irregular. En cuanto a resultados, sí, pero sobre todo en cuanto a juego. Eduardo Toto Berizzo no ha terminado de esbozar un equipo con ideas claras, con un plan para ejecutar que le permita crear una línea continuista durante la temporada sobre la que crecer pero a la vez a la que acudir cuando las cosas no salen. En cambio, el Sevilla nos enseña múltiples caras, diversos planteamientos a lo largo de los partidos que nos dejan siempre la sensación de provisionalidad, improvisación y, por tanto, falta de competitividad.
Este problema, que hasta ahora no le ha hecho perder opciones de realizar una gran temporada, puede empezar ya a tener consecuencias irreversibles en cuanto a resultados adversos se refiere. Los equipos van a ir entrando en sus picos de forma más importantes, aunando la concentración y motivación que produce el ir notando cómo los objetivos se acercan. En definitiva, los retos cada vez van a ir siendo mayores, y el Sevilla no está preparado. El primer escalón que debe subir Berizzo es el de asentar una idea, unas bases sobre cómo quiere que su equipo enfrente los partidos. Y después, apostar por un equipo titular que sea reconocible y que le dé extensión al proyecto, consistencia, para que todos, titulares y suplentes, encuentren su sitio y su función y puedan ofrecer su máximo.
En el partido contra la Real Sociedad no ha habido mejores noticias. El Sevilla comenzó replegando y buscando el contragolpe, y tuvo después fases de mayor dominio de posesión incluso llegando a someter a la Real a partir del balón. Todo dependió de la ubicación de Ever Banega, una de las certezas a las que debe agarrarse el técnico argentino. Cuando el Sevilla se echó atrás para cerrarle espacios a su rival, Ever se quedó ciego. No tenía espacio para influir ni socios con los que jugar, y el contrataque estaba anulado por la falta de especialistas que tenía por delante. Ganso y Krohn-Dehli no transitan en velocidad y por tanto dejaban desconectados a unos más acertados individualmente hablando Pablo Sarabia y Wissam Ben Yedder.
Un Ben Yedder que se pudo considerar otra certeza para el optimismo de Berizzo. Se le ve confiado y sereno, aportando determinación a través del regate, la velocidad y el tiro. A falta de una defensa segura y de definir quienes van a poner los matices en ataque (Navas, Nolito, Correa, Muriel…), el delantero francés junto al argentino Banega deben ser dos bastiones sobre los que construir un Sevilla que pueda competir en 2018.
Foto: Mladen Antonov (AFP).