La estancia de Diego Pablo Simeone en el Atlético de Madrid ofrece varias, muchas, aristas positivas en cuanto a lo que el club ha crecido con el técnico argentino. Le ha dado estabilidad, competitividad. Lo ha devuelto a su posición en el campeonato español a la vez que ha apuntado su nombre, de nuevo, en las competiciones europeas. Sin embargo, lo más importante que ha dado el Cholo a su Atleti ha sido una identidad. Una personalidad.
Y a través de ella, ha conseguido todos sus éxitos. Convenció a sus jugadores de que, partiendo de un nivel teórico inferior a sus principales rivales (esencialmente FC Barcelona y Real Madrid), debían unirse y formar un equipo compacto que se basara en el sacrificio y que no temiera al sufrimiento. De hecho, aprendieron a disfrutar de las victorias sufridas. A partir de ahí, se construyó un sistema muy reconocible y aceptado por los jugadores en el que no se regalaba ni un metro del campo y en el que se aprovechaban al máximo todo lo que sus delanteros sacaban en el área contraria. Y todo ello, por supuesto, adornado y matizado por una aceptable paleta de apuntes tácticos para embellecer la idea con el contrapunto que ofrecían los Diego Ribas, Arda Turan o Antoine Griezmann.
Sin embargo, este Cholismo requiere, claro, de piezas con nivel y empaque suficientes como para que toda esta cultura llegue para alcanzar los ambiciosos objetivos del proyecto. Para ir concretando, nos referimos a que Oblak, Godín, Filipe o Saúl necesitan que arriba haya una determinación e incluso autosuficiencia que dé sentido a sus esfuerzos. Un jugador que aúne los principios sobre los que Simeone construyó todo con una calidad diferencial para colar el balón detrás del portero. Y ya lo tienen. En pocos días redebuta con la camiseta rojiblanca Diego Costa.
Hay mucha expectación e ilusión en la grada del Wanda Metropolitano con la vuelta del hispano-brasileño. La afición echaba de menos un ariete en quién confiar. Y el recuerdo de aquel maravilloso año 2014 en el que se ganó la liga con Diego y se tocó con la punta de los dedos la Champions, hace que se confíe en el ex del Chelsea. Y, con ese rédito, se intuye una fácil adaptación, al menos a las rutinas y mecanismos del equipo. Aunque Cholo ha matizado al equipo desde la salida de Costa, la presencia de Godín, Gabi o Koke debe darle tiempo y espacio a actualizarse.
Porque, futbolísticamente, es un fichaje muy coherente. Su dupla con Griezmann, para empezar, promete. Suenan muy complementarios y tienen las características necesarias para ayudarse mutuamente. El brasileño descargará a Antoine de goles y defensores, e incluso le puede dar espacio y amplitud con sus caídas a banda. El francés podrá nutrir de balones a Diego y ser ese contrapunto técnico a su fuerza y potencia. Costa tendrá, además, otros aliados para acercarle la pelota. Por detrás, un Koke con el que se entendió a la perfección hace unos años. Y, por ambos lados, Vrsaljko y Filipe para ser la variante del envío lateral.
Como reto, Simeone tendrá que reorientar en parte los movimientos de su nuevo delantero. Costa brilló en un equipo que le daba mucho espacio por delante, y pasó a despuntar más todavía en la liga con más amplitud vertical y horizontal, la Premier League. Este Atleti no es el de antaño, los rivales ya lo respetan como élite, y le reduce los espacios. Queda ver si Diego será capaz de incorporar un nuevo registro para ser igual de dañino que antaño por los campos españoles, pero con menos metros a su disposición.
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