Las connotaciones negativas de jugar en función del rival

La reflexión podría ser muy simple, una parte para cada uno y el gol lo cambia todo, como casi siempre, sin más, así de simple, como la propia vida, si golpeas primero tienes mucho ganado a tu rival.

Pero si vamos más allá, podemos observar que fue un partido diferente, importante, excepcional. Esta vez el gestor de grupos hizo más de entrenador, sacó la pizarra, leyó el informe y revisó el vídeo. Tenía su lógica, venía el equipo de Messi, un equipo al que hace no mucho tiempo, ya había vencido e incluso humillado, por lo que la fórmula parecía sencilla, repetir hechos del pasado que nos llevaron al éxito en situaciones parecidas.

Realizar emparejamientos individuales y dar entrada a Kovacic para frenar a Messi. Los mismo que en la Super Copa o parecido. Y por momentos pudo ser así, ya que en la primera mitad el Real Madrid consiguió neutralizar el juego combinativo blaulgrana y mucho más, tener en bastantes fases de ese primer acto un protagonismo sobre el balón y generar algunas ocasiones para haber podido abrir el marcador.

A través del televisor se apreciaban dos sistemas simétricos, donde los jugadores rompieron sus grilletes tácticos para perseguir a sus marcas, tratando de ganar sus duelos, como si el mismísimo Marcelo Bielsa se hubiera metido en la cabeza de Zidane.

Y así llegó el descanso, con una sensación positiva, de un equipo con personalidad que tuteaba al líder, que quería el balón y que presionaba en vez de estar replegado, digamos que la cosa marchaba para la parroquia blanca.

En frente, un F.C. Barcelona menos radical a la hora de imponer su filosofía clásica, pero con un abanico más amplio de registros de juego. Un equipo intervenido y adaptado a su nueva coyuntura. El ejemplo más claro es Paulinho, fuerza, resistencia, recorrido, potencia. Características que distan mucho de la escuela clásica de La Masia, pero aptitudes que permiten que sigamos viendo óptimas versiones de Iniesta o que ante rivales Champions, Busquets no parezca un islote. Un recurso diferente que no acerca a la versión más clásica y radical del Barsa, pero que le mejora en otros registros de juego, y es que la presión del Madrid anuló la primera opción del Barsa, pero este equipo domina más opciones y entiende el juego. Esta comprensión del mismo, derivó en las mejores ocasiones del equipo de Messi y Valverde, a través de balones largos y profundos, generando duelos individuales Suárez – Ramos y Paulinho –Varane, fruto de este último, a punto estuvo el Barsa de hacer el primero. O bien que algún resto de metralla cayera a los pies del bajito.

En la reanudación, la contienda empezó de forma similar, pero el Barsa de Valverde también tiene una tercera opción, el contraataque. Mientras intercambiaban golpes, una gran acción individual de Busquets acabó en un pase vertical hacia Rakitic, con el cual, había superado una línea de presión de hasta cinco jugadores blancos. Kovacic encorsetado en las instrucciones tácticas quedó inmóvil y en tres toques el Barsa hizo el primero.

En ese momento, el plan de partido del Madrid había finiquitado, anular a Messi y a su equipo no había sido posible, más aún, esa acción se podría haber evitado con otro plan de partido.

Todo el trabajo, la preparación de partido, el estudio y la creencia en el plan se había evaporado. Ya no había otro plan hilvanado desde lo táctico. Quedaba el corazón y la acumulación de jugadores en área rival.

Así fue la reacción blanca, Sergio Ramos sacó corazón y en una conducción excesiva volvió a generar una contra que acabó en el lateral de la red de Keylor y en otra acción estuvo cerca de abandonar el partido.

De esta forma transcurrió el resto del partido, con un Madrid sin alternativas de juego al gol del Barsa, frustrado por no haber conseguido anular a un Barsa que ahora campaba a sus anchas por el Bernabéu.