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El 2017 del Real Valladolid

Si hubiera una palabra que define al Real Valladolid esta temporada es la irregularidad y para resumir este 2017 hay que dividir el año blanquivioleta en 3 etapas claramente diferenciadas.

-Etapa 1: Un nuevo desastre

Imagen tras la derrota 6-2 en el Sanchéz Pizjuán

El final de 2016 tuvo un tono gris bastante oscuro. El Valladolid se encontraba en mitad de la tabla (lejos de su objetivo), y las sensaciones de buen juego eran intermitentes. Paco Herrera comenzaba a ser ligeramente cuestionado y la paciencia de la afición empezaba a agotarse.

Pero es que el comienzo del 2017 no cambió las cosas. La irregularidad siguió siendo la tónica del equipo y siempre que los blanquivioletas daban la sensación de ir a meterse en play – off, completaban dos o tres partidos sin ganar y se iban para abajo. Además la suerte no parecía acompañar y el Valladolid perdió dos partidos en los que podría haber sacado mucho más, uno en Oviedo donde cayeron 1-0 en un partido en el que Oviedo prácticamente no dispuso de ninguna ocasión clara, más que la del gol, y en Girona donde el partido se le acabaría escapando con un fatídico gol, en el que el balón dio un bote extraño cuando el guardameta Pau Torres se dispuso a despejar una cesión sin aparente peligro de su compañero, que acabaría introduciéndose en la portería.

Aun así, el Real Valladolid seguía siendo para todo el mundo uno de los grandes candidatos al ascenso, o al menos, hasta que en los meses de marzo y abril se desencadenó el desastre. En 7 jornadas, los pucelanos cosecharon 4 derrotas, 3 de ellas durísimas, una derrota 0-4 en casa ante el Levante (es cierto que debido al estado de forma del Levante una derrota era permisible, pero los granotas aplastaron al Valladolid con una facilidad ridícula), otra derrota en casa 1-2 ante el Nástic en un partido vergonzoso en el que la afición vallisoletana estalló contra entrenador y presidente, y por último, la derrota más dura del Valladolid que se recuerde en los últimos años, un 6-2 en Sevilla frente al filial hispalense que fue un jarro de agua fría que robó la ilusión que quedaba en la capital castellanoleonesa. En ese partido, el Valladolid se vio completamente superado, y se llevó un set completamente merecido ante un equipo que no era de los más fuertes de la categoría. Tras esta derrota todo el mundo esperaba la destitución del técnico y un discurso del club en el que expresase que había que pensar en la temporada que viene, pero no, esta derrota fue lo mejor que le pudo pasar al equipo, y es que, Sevilla, contigo empezó todo.

-Etapa 2: Un intento frustrado de remontada a la épica

Paco Herrera en uno de sus últimos partidos como entrenador del Real Valladolid

A raíz de esa goleada en el Pizjuán, el equipo levantó la cabeza y dio una versión que no se había visto más que en instantes concretos en la temporada, y una afición que no tenía esperanza poco a poco empezó a creer.

Una victoria ante el Elche, un empate ante el Numancia que pudo acabar en remontada, una victoria contundente en Almería y por último una victoria en casa ante el Mallorca, que les situaba empatados a puntos con el sexto clasificado que marcaba el límite del play-off, el Huesca. Lo más difícil estaba hecho, ya sólo quedaba rematarlo.

Y así se llegaba a la jornada 39, en la que el Pucela visitaba el campo de un Mirandés que aunque no matemáticamente, estaba virtualmente descendido a Segunda B. La primera parte fue de 10, dominio absoluto de los vallisoletanos, doblete en el marcador con goles de José Arnáiz y Raúl De Tomás, y además, en la acción del segundo gol el Mirandés vio cómo su partido era expulsado así que el Valladolid estaba con uno más para la segunda parte. Creo que es difícil tener un partido tan sentenciado en el descanso. Pero si la primera parte fue el reflejo de lo que hay que hacer para ganar un partido, la segunda, fue el reflejo de lo que jamás se puede hacer en un campo de fútbol. En una acción totalmente innecesaria a los 15 minutos de segunda parte el Valladolid iba a cometer un penalti que el Mirandés no erraría. El miedo se apoderó de los visitantes, y el Mirandés empezó a dominar por completo, hasta que en la última jugada del partido, en el minuto 95, un centro manso sobre el área pucelano creo una falta de entendimiento entre portero y centrales, que acabaría con un gol en propia de rebote que pondría las tablas. Aún había opciones pero en Valladolid sólo se había una cosa, que doloroso iba a ser si no se lograba el objetivo por ese maldito gol.

Y evidentemente, así fue, y es que el Valladolid no tiró la toalla y en la antepenúltima jornada logró una victoria en casa, ante el que en ese momento, era el equipo más en forma de la categoría, el Getafe, en un partido brillante. A falta de dos jornadas el Valladolid ya se encontraba en play – off y dependía de sí mismo, pero un mal partido en Reus, en el que dos auténticos golazos desde fuera del área hundieron al Valladolid, le hicieron llegar a la última jornada dependiendo de lo que hiciera el Huesca en el Ciudad de Valencia.

En esta última jornada, el Valladolid recibía al Cádiz, cuarto clasificado, en lo que iba a ser un partido plagado de tensión en la grada y el campo, tocaba tarde de transistores al estilo clásico. El Real Valladolid tenía que hacer un resultado mejor que el que hiciera el Huesca en Valencia, y las cosas empezaron bien, el Valladolid dominaba y el Huesca sufría en tierras valencianas, hasta que llegó un minuto glorioso en Zorrilla. El árbitro decreta penalti para el Real Valladolid y justo antes de ejecutar el lanzamiento llega a las gradas el gol del Levante, el sueño es posible. Pero el fútbol es tan grande precisamente porque tan pronto estás abajo y pasas a estar arriba, como en el orden inverso. Tras ese minuto mágico se desencadenó el desastre. Raúl de Tomás fallaría el penalti, detenido por el guardameta gaditano, y poco después en Valencia, el jugador levantino Rober se autoexpulsaría tras recibir un penalti no señalado la jugada anterior. En pocos minutos el Huesca le dio la vuelta al partido y aunque Juan Villar logró dar el gol de la victoria al Valladolid, de nada sirvió.

Un proyecto había acabado y llegaba la hora de cambiar muchas cosas. A pesar del final heroico, los meses precedentes al desastre en Sevilla no se habían olvidado, simplemente habían quedado apartados a un lado.

-Etapa 3: Un cambio de ciclo

Luis César Sampedro posando como nuevo entrenador del Real Valladolid.

Tras el intento de ascenso fallido tocaba poner un nuevo rumbo. Paco Herrera abandonó el club camino a Gijón, y la opción de la llegada del entrenador del filial Rubén Albés quedaba descartada al conocer que se iba al Celta B. Finalmente Luis César Sampedro entrenador del Lugo la pasada campaña sería el encargado de tomar los mandos en Pucela.

También en la plantilla se realizaron numerosas modificaciones muy importantes. José Arnaiz pondría rumbo al filial culé con la liga ya empezada, dejando una cantidad de poco más de 3 millones, con un millón extra en variables, por lo que se trata de una gran venta a pesar de ser el mejor jugador del equipo la campaña pasada. También habría otras salidas muy importantes como la de Juan Villar al Tenerife, o las pérdidas de jugadores cedidos como Joan Jordán, Raúl De Tomás o Luciano Balbi. Por último, destacar la importantísima baja de Alex Pérez que abandonaría el club en la última semana de verano yéndose con Paco Herrera a Gijón, en un movimiento cuyos motivos parecen ser una decisión del entrenador de no contar con él. Estas fueron las salidas más importantes en un mercado de fichajes en el que muchos jugadores marcharon, pero ahora, toca hablar de los que llegaron. El club vallisoletano logró confeccionar una plantilla mejor que la de la pasada campaña a pesar de todas sus bajas. No voy a mencionar a todos los jugadores que llegaron al club pero si a los más destacados, entre los que se encontraban, entre otros, Masip un portero procedente del FC Barcelona, Óscar Plano que llegaba de Alcorcón, Antoñito venido de Córdoba, Cotán procedente del filial hispalense, Hervías cedido del Eibar y Gianniotas cedido del Olympiakos. A todas estas sumar la vuelta de Borja a la que fue su casa durante tanto tiempo y la inclusión en el primer equipo de Toni y Calero, además de Anuar, que aunque mantiene ficha del B, ha jugado numerosos partidos con el primer equipo.

Empezaba un proyecto con mucha ilusión que además empezó con muy buen pie, buen fútbol y buenos resultados, especialmente en casa donde el equipo parecía imbatido. Pero poco a poco la situación fue empeorando  y la mala imagen del equipo fuera de casa y una crisis de resultados llevaron al Valladolid a situarse fuera de los puestos de play off, desde la jornada 10, hasta el día de hoy a pesar de ser el equipo más goleador de la categoría y contar con el pichichi en solitario, Jaime Mata. La confianza de la afición comenzó a descender exponencialmente llegando a dudarse por momentos de que Sampedro llegase hasta Navidad como entrenador del club castellanoleonés, pero dos victorias en los dos últimos partidos, han devuelto ligeramente una esperanza a una afición que como acabo de contar ha tenido un 2017 mejorable pero que espera con ansia un 2018 que les devuelva a primera.

 

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