2017: La montaña rusa del Athletic (IV)
La Copa del Rey resultó el más amargo de los tragos cuando la SD Formentera eliminó a un indigno Athletic en un partido infame por parte de los locales.
Llegaba la competición fetiche para el Athletic. Arrancaba la Copa del Rey para los equipos de primera y se tenía fe en dicha competición fuera como un oasis para intentar recuperar sensaciones y enmendar una trayectoria que, en aquellos momentos, rallaba la mediocridad con asiduidad preocupante. El sorteo sonrió a los leones, siendo el rival más débil del bombo el caído en suerte, una SD Formentera, recién ascendida de segunda B y que competía por segunda temporada consecutiva en el torneo del K.O. ante un primera división.
El «Kuko» Ziganda, pagando su célebre cita en su primera rueda de prensa («Si no lo mejora, empeora») perdía adeptos ante la evidencia de un equipo que no mostraba juego ni motivos para el optimismo, siendo el partido de vuelta de la eliminatoria ante el equipo pitiuso un punto de no retorno en caso de fracaso. El equipo no arrancaba y una eliminación prematura sería el toque de gracia al descenso a los infiernos que protagonizaba la entidad zuri gorri. Tras un poco menos que deshonroso empate a 1 en tierras isleñas, llegando a ir por detrás en el marcador, la noche del 29 de noviembre era el día para dar un golpe sobre la mesa y alejar fantasmas.
Dada la importancia del partido, Ziganda hizo escasos experimentos en la alineación, consciente de lo doloroso que sería un ridículo en la Copa. A su vez, la SD Formentera, aquejada de lesiones y una plantilla corta, no tenía suficientes jugadores válidos para poder siquiera llenar el banquillo de San Mamés. Tito García Sanjuán, entrenador visitante, para más inri se encontraba en la grada, al haber sido expulsado en liga, pero ello no fue óbice para que sus pupilos salieran con un plan al campo.
Para no perder los hábitos adquiridos durante esta temporada, el Athletic recurrió al mismo plan de los partidos precedentes: La ausencia del mismo. Se crearon ocasiones, ningún exceso, pero falló la puntería. Un Athletic que se ha hecho grande escogiendo ser David mientras los demás querían ser Goliath, se vistió de gigante. Pero era un gigante vago, patoso y demasiado consciente de su superioridad ante una SD Formentera que, ya fuera por brega, por voluntad o por aparición de la divina providencia a su favor, aguantó con el 0-0 hasta el tramo final, siguiendo el planteamiento que su entrenador tenía en la cabeza: Si se llegaba vivo al último cuarto de hora, se podía.
Por su parte el Athletic, en uno de los peores finales de partido no ya de la historia reciente sino incluso de toda su existencia, entró en pánico ante un David de raquíticos argumentos ofensivos. Se veía venir desde la grada, desde los bares y desde cada una de las casas de todo athleticzale alrededor del mundo: Éramos capaces de perder ante un equipo infinitamente inferior en una ronda a doble partido. David sobrevivió y se empeñó en reescribir un final que ni el más optimista creía.
Era el minuto 95, era el último córner para los bravos jugadores isleños y, como ese cuento de hadas que muy de vez en cuando nos regala este apasionante deporte, Álvaro Muñiz escribía con letras del tamaño de un tráiler su nombre en el capítulo dedicado a la historia negra de una entidad que, orgullosa como es de que sus aldeanos hayan escrito páginas épicas, se olvidó de ser David en el peor momento. La SD Formentera, equipo recién ascendido a Segunda B, acababa de eliminar al Athletic Club en San Mamés. Y lo peor de todo es que lo hizo con merecimiento.
Si dicho partido se esperaba como un punto de inflexión, lo que es innegable es que lo que se alcanzó fue el punto de no retorno. El 29 de noviembre conocimos hasta que extremo puede doler sentir vergüenza ajena de aquellos a quienes quieres. Y duele mucho.
Por @GomilaLopez
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