Inicios de año
El año comenzó cuesta arriba para el Rayo. El entrenador era Rubén Baraja, segundo entrenador de la temporada tras la destitución de José Ramón Sandoval, que fue cuestionado desde su comienzo. Esto se debía a que el ‘Pipo’ Baraja no producía un juego muy vistoso unido a los malos resultados que seguía cosechando el equipo.
Rubén Baraja fue destituido el 20 de Febrero y para su suplencia la afición quería un hombre de la casa que conociese el Rayo, sus valores, su afición y lo que conllevaba llevar esa franja. Ese puesto no era más que para Míchel que se encontraba como entrenador del Juvenil A y sería su debut como entrenador profesional.
Míchel se encontraba ante la difícil situación de comprometer a un vestuario dividido que veía más cerca el descenso a Segunda ‘B’ que la permanencia y olvidándose de su objetivo inicial que era el ascenso tras ser la plantilla prácticamente íntegra de Primera División y con mayor presupuesto.
‘Caso Zozulya’
A la delicada situación que se encontraba el equipo, había que sumarle la incorporación que se produjo en el mercado invernal y que la hinchada rayista y más concretamente la peña Bukaneros mostraron su descontento desde un inicio debido a la ideología del jugador, cosa que al presidente Raúl Martín Presa no le dio importancia y lo llevó acabo el último día del cierre del mercado invernal. Al final el rayismo se negó al fichaje que fue frustrado y la directiva no había encontrado alternativas dentro de plazo, por lo que el Rayo acabaría la temporada con el mismo plantel.
Debut de Míchel con el mismo desenlace
Los primeros encuentros con Míchel de entrenador no iban a ser diferentes en cuanto a resultados, pero sí se encontró cierta mejoría en el juego y en la actitud de los jugadores. El primer partido al frente del entrenador vallecano se saldó con una derrota en casa del Getafe (ascendió a Primera), cayó el conjunto franjirrojo al descenso, lugar donde estuvo cuatro jornadas sin salir de la parte fatídica de la tabla.
El naufragio encontraba dirección
El punto de inflexión llegó el día 25 de marzo. El Rayo conseguiría un punto muy importante en Los Pajaritos, frente al Numancia. El hecho importante no es el punto conseguido, sino la manera en la que se consiguió, con un equipo compacto que por primera vez en la temporada sabía a lo que jugaba y manteniendo la idea que había implementado en temporadas anteriores Paco Jémez.
La salvación matemática se produjo poco antes de la finalización de la temporada, pero lo más importante era la lección que se aprendió en Vallecas. La afición equipo se encontraban unidos debido al enlace importante que era Míchel.
Nueva temporada; Nuevos objetivos, muchos cambios, pero la misma ilusión.
La temporada comenzaba con decisiones muy importantes para el club, ejecutadas de manera drástica en el que se renovaba media plantilla con gente más joven, con más ilusión y comprometidos con la entidad y el objetivo del ascenso nuevamente marcado.
Esto se producía con la llegada de jugadores importantes en todas las líneas del campo. El portero Alberto García que es un pilar fundamental para la portería y como unión de plantilla y con la afición. En la zaga se trajeron a los defensas Emiliano Velázquez y Baiano, en el eje central del campo Unai López, Pancho Cerro y el aumento de la importancia de Santi Comesaña. Los arietes se renovaron por completo con la llegada de Raúl de Tomás el ‘killer’ que Vallecas tanto esperaba, y el regreso de los argentinos Óscar Trejo el ‘lider silencioso’ y del ‘Chori’ Domínguez que ya dejaron huella en su paso por Vallecas.
Míchel, conocedor como nadie de lo que significa la cantera para el Rayo, mantuvo los galones a un futbolista cuya progresión no tiene techo y va a paso de convertirse en símbolo de la identidad. Se trata de Fran Beltrán que con su entrega a destronado al antiguo cerebro del club, Roberto Trashorras.
Actualidad y fin de año
El equipo que fue confeccionado desde el inicio con las sugerencias de Míchel y para competir en Segunda, con una plantilla jóven con mucha ambición y un punto de veteranía para darle la madurez que necesita el equipo para mantener la cabeza y el trabajo durante las 42 jornadas del campeonato.
La regularidad está siendo la clave del conjunto vallecano, es el equipo que menos conoce la derrota junto al líder (Huesca) y esto se debe a la constancia de los jugadores, un buen juego que impone ante cualquier rival y una defensa sin fisuras y un ataque cada vez más vertiginoso y eficaz.
El Rayo acaba el año con dos noticias estupendas, como son la victoria en el Anxo Carro ante un rival directo como es el Lugo y la otra, la renovación de la ‘estrella’ del equipo Óscar Trejo que será un pilar si al final se consigue el ascenso a primera.
La posición del equipo es muy plácida, ya que con 35 puntos el Rayo cierra el año como cuarto clasificado empatado a puntos con el tercero, el Real Oviedo, y a solo uno de los puestos de playoff directo ocupado por el Cádiz y a cuatro del líder, el Huesca.