El francés llegó al Real Madrid con la etiqueta del nuevo Ronaldo Nazario, algo que al parecer le lleva pesando desde aquel mes de julio del año 2009, en el que fue presentado en el Santiago Bernabéu.
Es indudable la calidad y la magia que desprende vestido de blanco, pero para desgracia y lamento de muchos, solo la muestra en pequeños destellos; esa frase tan pronunciada y que todos hemos escuchado/dicho alguna vez… “solo juega cuando le apetece”, la podemos escuchar en esos momentos en los que el lionés no corre a por un balón dividido, se ríe después de fallar una ocasión clara, deambula por el campo y un largo etcétera, que se repite en la mayoría de partidos.
El no tener casi nunca un delantero que pudiese sentarle ha hecho que Benzema se confíe, y es que parece que no se le puede sentar en el banquillo, simplemente para que reflexione sobre su nivel y la actitud que plasma en el campo cada fin de semana.
La única vez que vio peligrar su sitio fue con aquella historia del perro y el gato tan famosa, ya en su disputa en la delantera con Gonzalo Higuaín, y para recuerdo de muchos, fue una temporada en la que esa disputa en la delantera sirvió para que el francés saliese al campo con esa sangre que cualquier delantero debe tener para triunfar en un equipo de estas dimensiones, pero como siempre pasa, su “rival” por el puesto acaba siendo vendido (llamémosle Higuaín, Morata, Adebayor o Chicharito) y Benzema en el puesto de 9 del equipo blanco pase lo que pase.
Tampoco le beneficia ese trato de favor de Zidane, ya que parece que haga lo que haga va a ser titular por decreto, y eso no gusta a la afición, en un club de tal prestigio como el Real Madrid no deben jugar los jugadores por decreto, al campo tienen que salir aquellos que suden la camiseta como si ese fuese su último partido vistiéndola. Es la única forma de ganarse el respeto y la admiración de toda la afición madridista, y por lo que podemos ver, Benzema en casi 10 años, todavía no lo ha conseguido.
@MadridunidoReal