El silencio como tortura
El asunto Kepa centra todo el ruido mediático ante un aficionado agotado de tanto humo y pocas certezas
El mercado de fichajes tiende a retroalimentarse con mucho ruido y pocas nueces en nuestros tiempos. Los mentideros bullen en informaciones con la misma velocidad que falta de rigor y seriedad y, en la mayoría de los casos, los protagonistas de dichos rumores recurren al silencio como excusa y método a seguir ante la vorágine que se les avecina. La problemática de Kepa es fiel reflejo de dicha situación.
En su día, Tommy Lee (batería de Mötley Crüe y vividor a tiempo completo) confesaba lo dura que había sido su infancia: Padres de diferente nacionalidad y casados tras 4 días de noviazgo sin ni siquiera entenderse entre ellos, creció en un hogar en el que sólo la música le acompañaba. Como todo niño revoltoso, de vez en cuando se le intentaba hacer entrar en vereda, siendo lo más temido por él el silencio. Porque cuando quieren darte una reprimenda pero no hay comunicación entre ambas partes, el castigado no entiende, no interpreta o puede confundirse con el fin de dicho silencio. Nada le aterraba más que el silencio.
El silencio ha entrado de lleno en el mundo del fútbol. Los protagonistas no dudan en usar otros canales para (des)informar a la audiencia y usarlo para sus intereses. Que el caso con mayor eco en la prensa nacional y mayor incidencia para nuestro club sea el de Kepa no ha de servir para desviar que en las últimas ventanas de fichajes, varios jugadores/agentes por un lado, y los clubes interesados por otro, lo han usado a su antojo. Los medios oficiales parecen vivir en un autismo escogido mientras cientos de «informadores», «cuentas de referencia» y demás términos modernos para lo que toda la vida habían sido vende-burras, se erigen como defensores de la razón universal y de «su» verdad. ¿Y a quien se castiga con todo esto?
Al aficionado. Se le cuentan mil historias, se le convence de «A» para 15 minutos después asegurarle que será «B» sin ningún rubor por los mismos que vendían el primer argumento. Y quienes pueden resolver las dudas, quienes pueden acabar con todo el humo, la controversia y la bola de nieve, sólo ofrecen una respuesta: El silencio.
Que el aficionado es apasionado y vive el fútbol desde el sentimiento no debería ser excusa para tratarlo como a un estúpido. En un mundo como el fútbol, lleno de escribas y fariseos, de buscadores de la primicia y de la verdad alternativa, la honestidad es un valor a recuperar. Si un jugador quiere irse, que dé un paso adelante, lo diga y adelante. Será doloroso, pero no engañará a los suyos. Si un club se ve en la necesidad de vender, o incluso si realmente quiere vender (caso que no se da con el Athletic, pero igualmente aplicable), no es necesario que modifique la realidad para que se acople a lo que ellos consideran que es lo mejor para su parroquia.
Casi nadie duda de que la decisión está tomada por el portero de Ondarroa y que ni club ni jugador quieren atribuirse el papel de culpable de una posible salida. Pero el aficionado vive como una afrenta titulares pomposos y rimbombantes sobre el futuro del jugador, mientras dentro de dichos medios se vive en blanco o en negro, ya sea santificando al cancerbero que poco menos que se quiere vender que vive un infierno en la Tierra en Lezama, como aquellos medios que canonizan a Urrutia y tratan a Kepa con desdén y cierto desprecio. Han entrado al juego; que la verdad no estropee un buen titular y, al aficionado, ajo y agua. Y silencio. Siempre silencio.
El problema es que, al igual que a Tommy Lee, quienes deberían hablar con franqueza y explicar el porqué de las cosas, prefieren el silencio para evitar la confrontación. Casos como la posible salida de Kepa Arrizabálaga y su silencio, el culebrón Vitolo y la callada por respuesta durante el pasado verano, o el sainete de Neymar, F.C. Barcelona y PSG, se han convertido en moneda de cambio habitual en este negocio. Si el fútbol no cuida al aficionado, mal camino sigue. Y, desde luego, castigar al aficionado con el silencio es la peor senda a seguir.
Por @GomilaLopez