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El síndrome de la gasolina y el coche

Habrá quien sepa diez veces más que yo en economía, seguro. Pero yo, en lo más elemental, soy una auténtica máquina. El 84% de masa salarial es una auténtica aberración, cuanto menos. Por no decir que es una tomadura de pelo al resto. Yo soy de pueblo, y aquí cada día alguien usa una frase hecha. Y cuando quieres empezar la casa por tejado, te dicen: «oye, te va a pasar como Periquillo… que tuvo que vender el coche para comprar la gasolina».

Que LaLiga y la FIFA estipulen en el 70% el máximo de la masa salarial de un equipo de fútbol es algo que debería hacer que los directivos económicos del club catalán bajaran a la Tierra antes de: uno, las primas de fichaje de 50 millones; dos, renovaciones «a la carta y cada mes»; 3, fichajes estratosféricos con fórmulas de yogures Petit Suise -es decir, de dos en dos- y un largo etcétera.

El presidente, Josep Maria Bartomeu, y el director general, Óscar Grau, fueron conscientes de las dudas que planeaba en la asamblea de socios compromisarios, hasta el punto que hicieron una pausa para agradecer que se les diera un voto de confianza con la aprobación del presupuesto para el pasado ejercicio, con unos ingresos de 897 millones de euros y una masa salarial equivalente al 84%, %, catorce puntos por encima del máximo recomendado y veintiún puntos respecto a 2016-2017.

Pero bueno, siempre quedará el PSG -aunque el Barça incumpla algunos aspectos que el PSG no hace-, creer que el márketing solventará solventará este modelo a larga duración e intentar la ecuación de las salidas de Arda Turan+Rafinha+Deulofeu multiplicado por (que mañana toque la lotería de El Niño en Can Barça+un buen pellizco en La Primitiva).

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