El ascenso del Oviedo en la primera vuelta
Concluida la primera fase del calendario regular, el conjunto asturiano vive uno de sus mejores momentos en la categoría. Es tercero a tres puntos del ascenso directo y a cuatro del líder
El pasado domingo el Real Oviedo cerraba su primera vuelta en El Alcoraz. Los pupilos de Juan Antonio Anquela cuajaron un encuentro serio en el que se llevaron un punto del campo del líder. Un empate (1-1), que, pese a dejar buen sabor de boca, pudo ser algo más. Pero, dejando el encuentro atrás, el equipo asturiano concluyó la primera mitad del campeonato en la tercera posición. Y no solo eso, sino que lo hace a cuatro puntos del líder y a tres del ascenso directo. Pero, para llegar a este punto, el cuadro oviedista ha sufrido durante varias jornadas y ha sabido rehacerse. De menos a más. Ese puede ser el mejor resumen de estas primeras veintiuna jornadas.
Aunque Anquela no quiso hacer un balance exhaustivo de esta primera mitad de LaLiga, sí que dejó caer lo que ha costado llegar a la zona noble de la tabla. El jienense insta a los suyos a seguir peleando para, como dice, “estar ahí arriba, donde se cuecen ‘les fabes’”. Porque los comienzos no fueron nada fáciles. Lo solidez defensiva mostrada en pretemporada dio paso a un equipo lleno de huecos y espacios en la parte de atrás en el primer partido oficial. Fue el Rayo quien aprovechó esta fragilidad defensiva para imponerse por 2-3 en el Tartiere.
Una semana después, el Oviedo volvía a adelantarse en Almería. Saúl Berjón puso uno arriba a los azules, aunque Pozo establecería el empate (1-1), cinco minutos después. Tocaba reaccionar en casa. La respuesta llegó una semana después con el Reus como rival. Un recital de golazos dio al Oviedo el primer triunfo del curso por 3-0. Un marcador que invitaba al optimismo para lo que se venía encima. Más de una década después, Sporting de Gijón y Oviedo volvían a verse las caras en partido oficial. El Molinón se vestía de gala para ver de nuevo un derbi. El partido tuvo prácticamente de todo. Los locales se adelantaron por medio de Carmona, pero un tanto de Toché en la recta final igualó la contienda. El primer asalto acabó con empate a uno.
Las buenas noticias en el césped chocaban con las malas que llegaban desde la enfermería. Hasta siete bajas acumuló el Oviedo tras el derbi, obligando a Anquela a repetir convocatoria durante varias semanas. Pese a ello, tras el partido en Gijón, el Oviedo tumbaba al Cádiz, líder en aquel momento, en el Tartiere. Un tanto de Toché tras un maravilloso servicio de Berjón ponía a los azules en lo alto de la tabla.
Pese a ello, tras la victoria, nubarrones negros comenzaron a situarse encima del equipo asturiano. Los de Anquela cayeron por 2-1 en Albacete después de adelantarse. Y, a la jornada siguiente, el Zaragoza levantó en el Tartiere un 2-0 favorable al equipo oviedista y logró rascar un empate a dos. También hubo tablas en las dos jornadas siguiente. Frente al Barça ‘B’, los azules empataron a uno. Mismo resultado se dio frente al Tenerife en el Tartiere después de volver a adelantarse. La derrota en Granada en la siguiente jornada (2-0), dejó a Anquela en una delicada situación. Había que reaccionar.
Una semana después, el Córdoba se convertiría en víctima de los azules. El Oviedo volvía a ganar. Lo hacía por 2-0 en casa, en un encuentro poco vistoso donde el acierto en los metros finales decantó la balanza del lado azul. El mal juego volvió a darse en Alcorcón, donde la falta de puntería condenó a los oviedistas a una nueva derrota. La situación comenzaba a ser crítica.
El descanso ante el Lugo, clave en la mejoría
La duodécima jornada iba a traer un cambio radical en el Oviedo. Anquela sorprendía a propios y extraños empleando un sistema de tres centrales para recibir al Lugo, líder por aquel entonces, en el Tartiere. Los azules se fueron perdiendo por 0-1 al descanso, pero una maravillosa segunda parte les dio una victoria por 3-2 y permitió respirar a Anquela. Una jornada después llegaría la primera victoria fuera. Sufriendo, sí. Pero los tres puntos volaron de Tarragona a Oviedo gracias a un penalti convertido por Aarón Ñíguez pasado el noventa de juego.
Parecía que el acierto de Anquela era total, aunque algunos dudaron de ello tras la derrota en Valladolid por 3-1. Fue la última vez que el Oviedo caería derrotado hasta la fecha. A partir de ahí, y hasta final de año, todo victorias. Cinco de forma consecutiva. Triunfos ante Numancia (3-1), Osasuna (1-0) y Cultural Leonesa (3-0) en el Tartiere, y victorias a domicilio en Lorca (0-2) y Sevilla (0-1). Todo esto, además, coincidió con un cambio que pocos esperaban. Juan Carlos dejaba su sitio bajo palos a Alfonso Herrero.
El último partido de la primera vuelta, como decíamos al principio, fue en Huesca. El empate dejó muy buen sabor de boca a los azules. Un punto que les permite seguir mirando de cerca el liderato de la categoría.
Las claves de la primera vuelta
- Anquela. Le ha cambiado la cara a este Oviedo. Llegó despertando la mayor de las ilusiones entre los aficionados. Un aspecto que ha justificado en el campo. Su método es de sobra conocido, y los jugadores ya lo tienen muy presente. Tiene al equipo en la tercera plaza, compitiendo y jugando de forma brillante. Además, la afición le adora. Quizás ha sido uno de los mayores aciertos en los últimos años.
- Saúl Berjón y Aarón Ñíguez. Se buscan, conectan, asisten y marcan. Son los dos mejores futbolistas del equipo, los más desequilibrantes. Llamados a marcar la diferencia, a ninguno le ha pesado ser el líder dentro del campo. Son clave en el juego ofensivo de los suyos. Entre los dos han hecho diez tantos, cinco cada uno, y repartido nueve asistencias (siete Saúl y dos Aarón).
- Ser un equipo. Al fin y al cabo, lo que determina si un equipo tiene éxito o no son los jugadores. Y este Oviedo es una familia. Los que ya estaba y los que han llegado han formado una atmósfera inmejorable que hace que el equipo esté arriba. Cuando no han estado unos, los otros han sabido suplirles a la perfección. Y ahí radica gran parte del éxito de los azules. Además, a todo esto, hay que añadir la comunión perfecta que existe con los aficionados.
- Folch. Hasta el momento, el jugador indiscutible para Anquela. Lo ha jugado todo. Y no es para menos. Es el ancla que sostiene al equipo, el hombre encargado de proporcionar equilibrio en el centro del campo. Juega fácil, siempre está bien colocado y realiza una excelente labor a la hora de presionar. Aunque hace ese trabajo que no se ve, Folch es una pieza clave para el Oviedo.
La ‘CFC’
- Los tres centrales. Lo decíamos anteriormente. El partido frente al Lugo y el cambio de sistema han traído la felicidad. Nueve partidos en los que el equipo ha sumado 22 puntos. Carlos, Forlín y Christian parecen inamovibles, al menos por ahora. Se entienden, se cubren las espaldas, son rápidos en los cortes y contundentes por arriba. Además, también aportan en ataque, con cuatro tantos. Tres de ellos los ha hecho Carlos y el otro, Christian.
- Carrileros profundos. Si la línea de tres centrales ha traído la felicidad, los dos carrileros provocan el éxtasis de la afición cada vez que se suman al ataque. Diegui y Mossa se han adaptado a la perfección al sistema. Sin perder sus virtudes defensivas, los dos son uno más a la hora de planificar el juego ofensivo. Profundos, rápidos y con llegada, ambos son una de las mejores armas de este equipo. Por la izquierda, Mossa y Saúl han formado un dúo con licencia para marcar y asistir. En el otro lado, Diegui y Aarón han hecho lo mismo, siendo Johannesson más efectivo en los metros finales que Mossa.
- Forlín, mejor en el eje de la zaga. El ahora central, como saben, llegó a última hora, sin hacer prácticamente pretemporada. Llamado a ser uno de los líderes, Anquela comenzó probándolo como pivote, una posición donde no se sentía demasiado cómodo. El paso al eje de la defensa lo ha cambiado todo. Es uno de los fijos para el jienense y un seguro de vida para el equipo
Imagen destacada: laliga.es
Por @javimorcin