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La historia se escribe en 7 segundos

Era una fría pero soleada tarde de un domingo 20 de enero de 2008 a las 17:00 y la segunda vuelta del campeonato nacional de liga de primera división estaba a punto de arrancar para Real Valladolid y Espanyol. El Nuevo Estadio José Zorrilla presentaba un buen aspecto con alrededor de 16.000 espectadores que se acercaban cada fin de semana a ver a su equipo pelear en la liga de las estrellas (¡qué tiempos aquellos!). El hoy técnico del F.C.Barcelona, el «Txingurri» Valverde, llegaba al frente del conjunto perico con Tamudo como estrella rutilante y caminaba con paso firme en la cuarta posición de la tabla como equipo revelación. Por su parte, el Real Valladolid de Mendilibar, recién ascendido, se encontraba en una cómoda novena plaza haciendo un fútbol vistoso y alegre pero no exento de garra y pundonor. El de Zaldívar formaba aquella tarde un once compuesto por Asenjo en la portería; Marcos, Pedro López, García Calvo e Iñaki Bea en defensa; Álvaro Rubio, Vivar Dorado, Capdevila y Sisi en el centro del campo; y la gran pareja atacante formada por el pequeño Víctor y Joseba Llorente.

Parecía un día cualquiera, un partido más, en el que los dos equipos tratarían de llevarse los tres puntos a su casillero para pensar en la siguiente jornada y seguir peleando por sus objetivos. Sin embargo, aquel día, los delanteros pucelanos decidieron que iban a entrar en la historia de la liga anotando el gol más rápido nunca conseguido. El Valladolid iba a poner cuero en juego y, cuando Pérez Lasa hizo sonar su silbato, la genial cabeza de Víctor empezó a funcionar: Llorente le toca el balón a su compañero y sale como una flecha hacia la portería de Iñaki Lafuente ante la mirada atónita de los jugadores espanyolistas; mientras tanto, Víctor se vuelve hacia su portería con la clara intención de dar un pase atrás, sin embargo, el mago extremeño se da la vuelta y lanza un pase milímetrico por encima de todo el equipo perico buscando al desgarbado delantero donostiarra. Dos toques le bastan a Joseba para con el primero controlar el balón (de aquella manera tan poco estética como efectiva que solo él sabía hacer) y con el segundo, tras dejar botar el esférico, superar por alto al meta espanyolista; todo en apenas 7 segundos. Los futbolistas del Espanyol no dan crédito, los blanquivioletas algo más pero igualmente sorprendidos y el público (el que ya estaba sentado y atento al encuentro) lo celebra frotándose los ojos. Todos en el estadio ojipláticos, todos excepto dos: Llorente y Víctor que habían hablado unos segundos antes de lo que iban a hacer: “Fue una jugada que nunca ensayamos, fue en el momento. Me dijo Víctor que qué tal estaba para hacer una carreradeclaraba Joseba. Mientras, el autor del pase explicaba la jugada: “Joseba, que siempre era muy impulsivo, me dijo aquello de ‘pégala allí que yo llego’ después de que yo le preguntara. ‘Pónmela detrás de Lacruz que yo llego’».

Este sábado se cumplen diez años de aquello, de no ser por el gol de Llorente aquella victoria por 2-1 del Valladolid sobre el Espanyol habría sido una más pero pasó a la historia por ser el partido en el que se logró el gol más rápido de la historia liga superando en un segundo al que consiguió Darío Silva con el Málaga (casualidades de la vida, ante el Valladolid) unos años antes. Desde entonces el récord se mantiene y tardará en ser superado, si llega a serlo. Un bonito recuerdo para los aficionados pucelanos en estos años de vacas flacas.

Imagen destacada: marca.com

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