Real Madrid: diagnóstico del proyecto blanco

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Es muy duro para un club como el Real Madrid quedarse para el mes de enero sin posibilidades de conquistar el campeonato liguero. Quedan muchas jornadas como para dejarse llevar ante la inevitable apetencia de intentarlo de nuevo en una posterior temporada. Además, queda el aliciente del doble reto copero en torno a la Champions League y la Copa del Rey. La campaña actual del equipo blanco está siendo muy difícil y analizar las causas de su desmoronamiento resulta complejo, viendo cómo hace tan solo ocho meses eran los dueños del fútbol europeo.

Es algo recurrente en la historia de este deporte ver cómo los ciclos exitosos se agotan. Por edad o por rebosamiento, es difícil sostener un proyecto ganador durante cuatro o cinco años seguidos manteniendo a las mismas referencias. Este Madrid lleva tres Copas de Europa de las últimas cuatro disputadas y eso sacia hasta al más exigente. Por mucho que hablemos de uno de los clubes más ambiciosos. Por ello, en algunos enfrentamientos del equipo este año hemos podido ver cierta incapacidad para subir el ritmo, para moverse, para cambiar las cosas. Tienen verdadera impotencia a la hora de superarse a sí mismos y al rival. Lo han hecho en el pasado reciente tantas veces que, ahora, les cuesta encontrar una verdadera y potente razón para volcarse de nuevo en ello.

Tampoco ayuda, por supuesto, la baja forma de piezas clave en el sistema. Un sistema que ideó Zizou a mitad de la pasada temporada, basado en un control táctico y emocional absoluto de los noventas minutos de partido a través de un rombo en el centro del campo formado por cuatro de los diez mejores centrocampistas del continente y adornado por la verticalidad y solvencia de sus laterales y el puño de hierro de un Cristiano Ronaldo superefectivo. Ahora, ni los de las alas ni los de arriba están dando sentido al trabajo de los del medio, generándose continuamente situaciones de frustración en los partidos que, al contrario que la pasada temporada, se están viendo incapaces de sacar adelante. Hasta que ya también, hasta los centrocampistas, se han perdido.

La solución es igualmente difícil. Y no creo que pase por un fichaje rutilante. Estamos hablando de leyendas del fútbol europeo, jugadores autosuficientes para marcar la diferencia y que demostraron hace muy poquito ser capaces de formar un grupo compacto e invencible. Ellos mismos deben ser capaces de, desde el trabajo y la conexión con la grada, recuperar sensaciones y recordarse a sí mismos que a su nivel de intensidad y compromiso, será difícil que le empaten dos rivales en un mismo mes. En verano, por supuesto, habrá que sentarse a hablar de la plantilla, de buscar una renovación basada en la llegada de nuevos referentes (varios y en varios puestos) que tomen el relevo de los campeones para edificar un nuevo proyecto. No ya una revolución, sino una evolución natural en un grupo que ha pasado de tocar la gloria final tras final a no ser capaz de dominar los nervios en su propio estadio.

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