El propio himno del Sporting lo dice: «Y en El Molinón no tienes rival». El equipo de Rubén Baraja parece que está dispuesto a aplicar esa frase al extremo. Porque son ya cuatro los encuentros del preparador vallisoletano en El Molinón y cuatro victorias conseguidas. A excepción de la lograda frente al Córdoba, que fue con excesivo sufrimiento, el resto de ellas, incluída la última frente al Nástic pueden tildarse de cómodas.
Victorias cómodas; que no fáciles. Y es que el mérito de esas victorias es del propio conjunto rojiblanco. La última, la de este pasado domingo frente al conjunto tarraconense fue muy trabajada. El Nástic llegaba al coliseo gijonés como el mejor visitante de la categoría. Un conjunto el de Rodri que había vencido a domicilio en campos difíciles como el Nuevo José Zorrilla, El Sadar o Vallecas. A continuación analizamos algunas de las claves que decantaron el encuentro para los de Baraja:
1.- El gol de Michael Santos en el último suspiro
El Sporting salió al campo con la lección bien aprendida. Tuvo veinte minutos de encuentro en los que solo le faltó el gol. Ocasiones no le faltaron, pero no se materializaron. Con los minutos el Nástic igualó a los de Baraja y llegó a ser mejor, aunque sin inquietar a Mariño. Justo cuando esto ocurría y el primer tiempo agonizaba apareció el máximo goleador rojiblanco.
Un buen pase de Sergio Álvarez al espacio puso en ventaja a Michael Santos. El uruguayo tuvo que improvisar una extraña vaselina sobre la salida de Dimitrievski, pero el charrúa está de dulce y le sale todo. Gran gol para poner por delante al Sporting y dejar tocado al conjunto tarraconense con uno de esos tantos que llaman psicológicos.
2.- Ese gol obligó a Rodri a asumir riesgos
Las victorias del Nástic lejos de su campo se cimentaron en ser fuertes en defensa y aprovechar las pocas ocasiones a favor. Durante la primera parte, a excepción de los primeros minutos, la primera parte al Nástic le salió según quería. No dispuso de más ocasiones que un libre directo de Juan Muñiz, pero el partido iba según lo planeado. Hasta ese gol.
En el segundo tiempo con el marcador en contra se hubo de tomar más riesgos. Eso lo aprovechó el Sporting para intentar sorprender a la contra. Tuvo ocasiones pero no lo lograba y con el paso de los minutos el partido se volvía en un ida y vuelta peligroso para el cuadro rojiblanco, pues es quien iba por delante.
3.- La entrada de Rubén García entre líneas
Baraja leyó perfectamente esa situación. El Nástic había empezado a disputarle la posesión y ganar el centro del campo. El Sporting requería de un hombre para jugar por dentro. Dio entrada al valenciano en detrimento de uno de los dos puntas. Pronto se notó el efecto del cambio, pues el Sporting volvió a ser dominador y avisó varias veces ante la puerta de Dimitrievski antes del 2-0.
Rodri no pudo responder ante este cambio táctico y su equipo acabó encajando el 2-0 que lograría el propio Rubén García al aprovechar un rechace. La jugada del segundo gol se inicia en un robo de balón de Sergio con el Nástic saliendo al ataque en la que todo el Nástic pidió falta del centrocampista avilesino.
4.- El Nástic intentó hacer sufrir constantemente a Adri Montoro
El conjunto tarraconense demostró haber preparado bien el partido. Sabía, visto lo visto en Lugo, que el flanco derecho de la zaga rojiblanca sería su punto más débil. Baraja hizo debutar al lateral del filial, Adri Montoro. El catalán fue de menos a más. Comenzó con algunas dudas, sobre todo en incorporaciones al ataque algo que en el filial realiza con mucho sentido. Sin embargo en defensa no titubeó y no corrió riesgos a pesar de que el cuadro de Tarragona intentó atacar mucho por su zona.
Fue creciendo con el partido y aunque sus incorporaciones al ataque fueron escasas, todas fueron con acierto. En el 2-0 su centro al segundo palo fue clave para que Rubén García acabase anotando a placer tras el rechace de Dimitriesvki.
Fotos – Real Sporting de Gijón