La llegada de un nuevo jugador siempre despierta ciertas dudas en cuanto a como será recibido por todos los estamentos del nuevo club. Es el caso de Íñigo Martínez y lo fue de Raúl García en su día, llegado desde el Atlético de Madrid y habiendo sido una de las némesis más clásicas del Athletic Club antes de su fichaje por los leones.
‘Rulo’ no es un besa-escudos ni un jugador de discurso tribunero. Desde su firma hace dos años, ha sido un indiscutible tanto por su rendimiento tanto en goles como asistencias y minutos como, por encima de todo, los intangibles. Una plantilla que necesitaba de un plus de carácter y veteranía recibió un chute absoluto en ambas facetas. Es un profesional que como tal ha actuado desde que llegó al Athletic Club. Incluso en el momento actual, por debajo de su nivel habitual, hay factores que no se negocian, como el esfuerzo y el trabajo para ayudar a los suyos.
Parafraseando a Loquillo y los Trogloditas en uno de sus temas más populares, Raúl no vino aquí para hacer amigos, pero sabíamos que podíamos contar con él. Decían de él que era un tanto animal, pero en el fondo es un sentimental, de los que arregla sus problemas de forma natural, para que discutir si puede pelear. Su fama le precedía hasta el infinito y más allá y vive Dios que escrito está, si da su palabra, no la romperá.
En un mundo tan falso e hipócrita como es el universo futbolístico, casos raros de honestidad e integridad como el de Raúl García deben congratularnos, porque pocos son los que van de cara. Nadie en el Athletic podrá echarle en cara nada, porque nunca ha prometido nada. Por sus actos le conoceréis.
Íñigo tiene un espejo en el que mirarse. El compromiso se demuestra en el campo y no en la sala de prensa. La profesionalidad adquiere credibilidad con los actos y no con las palabras y, si hay alguien que puede darle una master class en la materia, sin duda es don Raúl García Escudero. Prefiero un Raúl García a mil juradores de fidelidad eterna que el día menos pensado te asestarán la puñalada trapera olvidándose de toda la verborrea y gestos gratuitos con los que se congratularon con su desdichada ex-afición. Porque en ocasiones, no hay nada como ser feo, fuerte y formal.
Por @GomilaLopez