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El burro del «Kuko» Ziganda

Ziganda en rueda de prensa/ Imagen vía youtube

Años ha, cuando Rafa Benítez fue, por un breve lapso de tiempo entrenador del Real Madrid, su paso por Valdebebas fue una auténtica tortura. Llegaba con ilusión al que probablemente era su gran reto pendiente, pero desde el minuto 1 ya tenía una pléyade de ilustres enemigos que dinamitó cualquier posibilidad de triunfo. Obviamente él también erró en no pocas ocasiones durante esos meses, pero si algo dejó para la posteridad, fue la fábula del burro.

Dicha fábula, a grosso modo, se reducía a que un hombre con su hijo y un burro paseaban por la calle, criticándosele tanto cuando el burro va descargado, como cuando llevaba a uno de los dos acuestas como cuanto los llevaba a ambos. Llegó a ese punto en el que hiciera lo que hiciera, nunca lo haría bien y se le criticaría absolutamente todo, fuese correcta la queja o absurda y nada más que una mera excusa para seguir atizándole. Él llegó con mal pie y se fue en una crónica de un despido anunciado.

A diferencia de Rafa Benítez, Ziganda llegaba con cierto optimismo en el entorno dado que, por los méritos adquiridos en el filial, era merecedor de una oportunidad. El paso de los meses ha llevado lo que parecía un inicio de un nuevo ciclo a una travesía en el desierto de la mediocridad más lamentable. A diferencia de Benítez, el «Kuko» no ha necesitado que el entorno le presionara para, paso a paso, desesperar tanto al burro como al hombre y al hijo.

Porque, tras la derrota en Girona, la mentira ha vuelto a ser evidente. Cuan sólida era la racha «triunfal» de los leones que, a la primera derrota, ha mutado a una racha de 4 jornadas sin ganar un partido. Si el último cambio del Athletic ante la SD Éibar la semana pasada (Vesga en el minuto 86 con 1-1 en San Mamés) le señalaba directamente a él como responsable del ridículo, la absurda revolución perpetrada en Montilivi es para que hasta los muertos se levanten de sus tumbas y reclamen por tal crimen perpetrado.

El problema no es que cambies el sistema de juego si realmente crees que es necesario. Lo trágico del «Kuko» es hacerlo para visitar a un recién ascendido emulando su sistema y situando en la línea de 5 a un central que hace 3 días que entrena con sus compañeros, otro que ha estado 8 meses fuera por enfermedad y a un canterano de lateral que debuta con el primer equipo en las peores condiciones posibles, enterrando por el camino a Saborit. 3 de 5 nuevos y a la vez. A la bruta. Y un mensaje aterrador: Miedo a perder. Ya desde la convocatoria algo se veía que no acababa de casar.

Tras una primera parte impropia de un equipo de la jerarquía del Athletic Club, no sólo no hubo reacción desde el banquillo ipso facto sino que, con la tozudez propia de un burro, se siguió cebando en el error. A su vez, girarse al banquillo y ver que solo dos de los suplentes podían aportar en ataque se apunta al debe de quien supuestamente ha de liderar al vestuario.

La sintonía falla de modo inaudito y la directiva y el banquillo van por caminos distintos. Mientras Urrutia & Co. no dudaron en saltar al campo de batalla para retener a los mejores jugadores en plantilla o, en su defecto, suplir con celeridad y efectividad las bajas habidas para reafirmarse en un mensaje ambicioso, al «Kuko» lo único que le faltó fue subir al palco y vestir de corto a Urrutia y Andrinua para hacer una convocatoria aun más defensiva de la que se hizo. Nula ambición, absoluto conformismo.

La afición, siempre dispuesta a creer y agarrarse a un hilo por frágil que sea para recuperar el optimismo, llegó al partido de Girona esperando algo mejor, pero el desastre fue incluso peor de lo que nadie podía vaticinar. Un planteamiento sin ninguna base a la que recurrir ante un equipo que, jugando a lo mismo, le facilitabas el trabajo como pocos visitantes lo hicieron hasta ayer. Container de agua fría sobre la afición que vive entre el hastío y el cansancio por un equipo que se hunde a velocidad crucero.

Ya lo decía un twitero especialmente conocido en el entorno del Athletic como @sillonbowl: «Con Valverde hubo partidos nefastos, con Ziganda TODOS los partidos son nefastos». Por momentos el equipo está rozando la zozobra y la sensación de vergüenza ajena es incluso mayor que en el bienio negro. Y ante esta tormenta que se avecina, un capitán que se ata al timón del navío y sigue empecinado en embestirla, con la creencia de que la superara cuando, de hecho, el barco ya ha hecho aguas sin ni siquiera acercarse a la mar gruesa que se viene.

El viernes se viene un nuevo duelo en casa, ante el penúltimo clasificado, una UD Las Palmas que derrotó a los leones en Canarias y que sin duda buscará pescar en río revuelto. Por muy bueno que sea el resultado, la deriva de la que venimos no puede ignorarse y, a buen seguro, al «Kuko» le espera un partido caliente. Un partido que, por triste que parezca, se siente como una final en la que si la afición dirige sus protestas a la puerta correcta, Ziganda puede firmar su adiós. No hay que reclamarle al «Kuko»; Se ha de mover la silla de Urrutia para que caiga un entrenador del que no se duda su compromiso pero cuyas capacidades han quedado demostradas como absolutamente insuficientes.

Aferrarse a un cargo con unos jugadores que denotan que o no entienden al entrenador o ya no creen en su discurso tras sólo 8 meses es propio de quien niega la realidad. Su oportunidad llegó, no la aprovechó y, si de verdad ama el Athletic como todo sabemos que lo hace, el mejor favor que puede hacerse a sí  mismo, al equipo, al club y a la afición es marcharse y no destruir su legado como jugador quedando oculto por su desempeño como entrenador. Porque duele ver a un ídolo hundiéndose en la miseria negándose a reconocer que, como él mismo decía en julio, lo que no mejora, empeora. Si no encuentra la solución, que encuentre la puerta. Le pese a quien le pese. Esta vez no es culpa ni del burro, ni del hombre ni del niño. Es de quien cuenta la historia. Es hora de que otro la reescriba antes de que se autodestruya.

Por @GomilaLopez

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