Desde Rusia con amor

El Athletic vuelve a la vida en el infierno blanco moscovita, consiguiendo un resultado que dejó helados a los presentes en el estadio. Y no sólo por el frío.

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El Athletic vuelve a la vida en el infierno blanco moscovita, consiguiendo un resultado que dejó helados a los presentes en el estadio. Y no sólo por el frío. Aquí empieza un 1×1 especial «Desde Rusia con amor».

Herrerín (7) Tolstoi: Sigue escribiendo su propia epopeya en un partido en el que, las escasas veces que pudo actuar, resolvió con calidad y sin alardes.

Lekue (5) Kaláshnikov: Punto de mira dudoso, engranaje defectuoso, pero eficaz para un trabajo. Cambiado de banda, redució su papel a ese trabajo y cumplió sin ser la escopeta de feria de las últimas semanas.

Etxeita (7) Vodka: Funcionó muy bien y sigue siendo un recurso seguro cuando los clásicos no están presentes. Mezcló de lujo con Yeray.

Yeray (8) El acorazado Potemkin: Duro, fuerte, impenetrable y jamás perdió una batalla. Ni ante las peores condiciones. Que le den las llaves del reino.

De Marcos (7) Nureyev: Emulando al mejor bailarín de la Unión Soviética, estuvo en todas partes sin ni siquiera darse cuenta el espectador de como fluía para lograrlo. Gran ayuda para la zaga, ayer no fue día de asomarse en exceso por las trincheras contrarias.

Mikel Rico (6) Vladimir Putin: El azote del mediocampo y sostén del equipo, esta vez no hizo lo que no sabía y sí lo que ejecuta con precisión. Sólo le faltó montar a caballo y a pecho descubierto por la estepa para aparecer en las pesadillas de los moscovitas.

Iturraspe (6) Chaikovski: En un día poco propicio para la melodía y orquestación, se puso el mono de trabajo y no erró. Suficiente para un sibaritas fuera de su ambiente.

Susaeta (6) Rasputín: En un partido poco dado a la elegancia, ni su mística de veterano le sirvió para estar presente. Con las ideas congeladas, no pudo hipnotizar a ninguno de los discípulos de la Madre Rusia y fue retirado del campo sin ruido ni influencia en el mismo.

Raúl García (8) El ejército rojo: Protagonista cada vez que estaba presente en una escaramuza, no solo guerreó de facto si no que sus movimientos estratégicos enriquecieron al resto. El ejército de un solo hombre.

Williams (6) El satélite Sputnik: Lanzado al exterior para ser definitorio en la toma de decisiones, le costó encontrar su órbita y, cuando lo hizo, volvió a exhibir habilidades y naufragar cuando la decisión estaba en su mano. Tecnología a perfeccionar.

Aduriz (9) Ivan IV, El Terrible: Rusia volvió a ver a un auténtico maniaco hacer de las suyas. El asesino legendario del que hablaremos a nuestros nietos. Y eso que le bastó con dos balas para derribar al Spartak.

San José (5) Yuri Gagarin: Primer cambio, entró para orbitar en el centro del campo y fortalecerlo. Lejos de sus mejores días.

Sabin Merino (3) Frío siberiano: Si muchos se quedaron fríos al verlo entrar, todos se helaron al verle fallar una ocasión tan clara. Candidato a pasar una temporada en un Gulag.

Ziganda (4) Matrioska: Sigue siendo una muñeca rusa con la que, por muchas que vayas abriendo, cuando llegas al final sigues sin saber cual es la idea que tiene en la cabeza. Al menos pudo darse una alegría y recuperar tono para lo que se viene.

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