El lejano 25 de mayo de 2005 en el estadio Atatürk de Estambul el Spanish-Liverpool de Rafa Benítez se proclamaba campeón de Europa por quinta y, hasta ahora, última vez; aquel partido fue de los que hacen afición e hizo honor a la historia del club más grande del Reino Unido. Ganaba el Milán 3-0 al descanso, pero el Liverpool en apenas 15 minutos igualaba la contienda, con el 3-3 se llegó al final de los 120 minutos y el equipo inglés logro el título en una agónica tanda de penaltis.
De esto hace ya bastantes años, demasiados sin ver al Liverpool entre los más grandes del continente. En las competiciones británicas tenemos que remontarnos a la temporada 89-90 (casi 30 años) para recordar el último título de liga de los reds con Kenny Dalglish en el banquillo; mientras que en la temporada 2011-2012, también con Dalglish como técnico y Luis Suárez como estrella, los de Anfield levantaban su último título con la Carling Cup.
Son muchas temporadas de travesía en el desierto para un club de la solera del Liverpool, el líder histórico de la Premier por delante de Arsenal, Everton y United. Con 18 títulos de liga, 7 de la FA Cup, 15 de la Community Shield y 8 de la Carling, el Liverpool es uno de los equipos más laureados de Inglaterra; en el plano europeo, cuenta con 5 Copas de Europa, 3 Europa League y otras tantas Supercopas. El club de Anfield es, además, según diversos estudios estadísticos uno de los clubes con más aficionados y simpatizantes en el mundo con más de 70 millones de seguidores por todo el globo. En los años que vivimos, en los que todo se mide por las redes sociales, nos encontramos con que el Liverpool es el noveno club con más seguidores en las mismas del mundo (contando las 3 principales Facebook, Twitter e Instagram); los ocho primeros son por este orden: Real Madrid, Barça, United, Chelsea, Arsenal, Bayern, PSG y Juventus, lo que nos da una idea de la grandeza de los reds, teniendo en cuenta que los clubes que preceden al Liverpool han tenido más éxitos en los años del boom de las redes sociales.
Sinceramente no sé de donde me viene mi afición y simpatía por el club de la ciudad de los Beatles pero, al igual que la legión de seguidores del resto del mundo, he vivido con cierta impotencia estos años de vagar por la Premier sin rumbo, ausencias de competiciones europeas, sin proyecto de ningún tipo y con fichajes tan multimillonarios como mediocres en la mayoría de los casos.
Por fortuna parece que todo empezó a cambiar en octubre de 2015 con la llegada de Jürgen Klopp al banquillo red. El técnico alemán parece que va devolviendo poco a poco al Liverpool donde su lugar en la historia lo requiere, llevándolo a una final de Europa League recientemente y peleando con los mejores tanto en liga como en la Champions. Durante estos dos años y medio, Klopp ha ido modelando un equipo a su imagen y semejanza para pasito a pasito ir construyendo quien sabe si un conjunto campeón; de momento se mantiene firme en la Champions con la clasificación para cuartos en el bolsillo y segundo en la Premier tras el imparable City de Guardiola.
Pero más allá de hablar de posibles títulos esta temporada, lo que realmente resulta ilusionante es el futuro en Anfield y, si me permiten la expresión, como «mola» ver al Liverpool. Desde la anárquica disciplina del genio de Stuttgart, los reds se han convertido en un conjunto temible por su increíble poder ofensivo, capaz de machacar a cualquier equipo en diez minutos como ha sucedido varias veces este año. Salah, Mané y Firmino conforman actualmente el tridente más decisivo y potente del continente (45 tantos entre los tres en liga y 19 en Champions); particularmente Salah ha dotado al equipo del salto de calidad definitivo que buscaba Klopp en su ataque. Velocidad, verticalidad, regate e instinto asesino del egipcio y el senegalés y finura y calidad en la definición del brasileño; un cóctel explosivo que puede hacer añicos cualquier defensa. La zaga es precisamente la zona más débil del equipo y para reforzarla se ha confiado en el holandés Van Dijk que, por el momento, ha mejorado las prestaciones de sus predecesores y en poco tiempo se ha convertido en el jefe atrás. El centro del campo cuenta con varios jugadores que plasman a la perfección el sello inconfundible del técnico alemán: intensidad, llegada, verticalidad y presión que permitan robar balones rápidos para enviarlos a las puntas del tridente. Wijnaldum, Can, Oxlade-Chamberlain, Henderson,… todos con la lección aprendida sin salirse ni un ápice del guion establecido. La marcha de Coutinho lejos de ser un duro golpe, ha supuesto que los reds acentúen son más ese sello. El brasileño – un extraordinario pelotero donde los haya – era ese punto discordante, a la vez que genial, en el entramado del alemán; dicho de otra manera, el Liverpool sin «Cou» es más de Klopp que nunca.
El futuro pinta bien si los dirigentes no se salen del dibujo marcado por su técnico. Nombres como Naby Keita, Pulisic, Reus o Lemar sobrevuelan Anfield Roald y pueden hacer del Liverpool un nuevo gigante del fútbol europeo pero, de momento, ojo con este equipo que, sin contar en las apuestas, puede hacer que la música de los Beatles vuelva a sonar en Europa desde ya mismo.