La revolución de Sandoval está llegando ya a cualquier ámbito o jugador que rodea a su equipo. Uno de los afectados, y agraciados, está siendo Miguel Loureiro. El lateral derecho ha conseguido que llegue su oportunidad de demostrar lo que tiene tras una temporada en la sombra, a pesar de haber tenido minutos con Romero, y empieza a verse su mejor fútbol como pasó el pasado domingo frente al CD Lugo.
El mejor sustituto para Fernández
Las actuaciones que estaba teniendo Caro hasta el momento estaban dando mucho de qué hablar y eso llevó al técnico madrileño a darle entrada a uno de los jugadores más jóvenes de la plantilla. Hasta el momento había conseguido disputar dos partidos de Copa del Rey y cuatro encuentros con Jorge Romero, pero su imagen en ellos fue la de un joven que no se sentía del todo a gusto dentro del campo.
Hace dos semanas, Sandoval decidió darle una oportunidad ocupando el lateral diestro en su visita al Santo Domingo, un estadio nada fácil. El resultado fue un partido muy completo y seguro que le permitió ganarse la confianza del técnico, dándole entrada al once inicial nuevamente frente al CD Lugo. En este encuentro, pese a no conseguir terminar el partido, ya que fue sustituido por Jauregi, dio una nueva clase de seguridad atrás e incluso desborde poniendo buenos balones que no llegaron a ser del todo aprovechados.
Seguir ganándose el puesto ahora y en el futuro
Ahora le toca demostrar frente al Nàstic que su proyección no ha quedado en solo dos encuentros. La motivación de tres victorias consecutivas y un entrenador que confía en él es un gran apoyo para el jugador, por lo que tratará de superarse el próximo domingo para seguir sumando y ser un gran rival por el puesto para Fernández cuando éste vuelva de su lesión.
Las renovaciones comenzaron ayer con la estrella del equipo Sergi Guardiola, pero los rumores sobre quiénes serán los siguientes señalan a Loureiro como uno de ellos. Ante su juventud y proyección, el lateral puede ser una apuesta segura para el futuro, por lo que no sería de extrañar verle firmando un nuevo contrato en lo que resta de temporada.