Isco, el mago del balón, al que nunca se le despega el esférico de las botas, fue clave en los últimos partidos de la temporada pasada donde brillaba y poco a poco se ganó la confianza del técnico francés para ganarse un puesto que ya tenía dueño y le permitió estar presente en los partidos decisivos, como la final de Cardiff.
Una noche de ensueño como esa y el espectacular baile que hicieron contra el Barcelona en la Supercopa de España, fueron las causantes de que renovará a principio de temporada, con el pensamiento de ser protagonista y participar como titular en todas las competiciones, dejando sus huellas en cada jugada, en cada pase.
Pero el malagueño ya no está tan feliz como lo demostraba hace pocos meses, donde era un pilar determinante, el andaluz ha pasado de ser imprescindible y un jugador importante, a ser suplente y no contar para Zinedine Zidane. De hecho, su último partido de titular fue frente al Eibar y apenas se notó en el campo, ahora los partidos los ve desde el banquillo. Y eso no le gusta.
Por eso, este parón de selecciones le ha venido bien al malagueño, ya que para Lopetegui la Magia del vestuario blanco si es importante para el selección española.
Con la roja Isco siempre cumple y da su mejor versión, como el gol que marcó en Wembley cambiando el marcador con un empate a dos a pocos minutos del final del partido, o qué mejor ejemplo el que demostró en el Santiago Bernabéu ante Italia con un recital de regates, pases y goles. Esa noche Isco fue la estrella sobre el ver.
Y así quiere seguir sintiendose el centrocampista, sí juega con la Selección de España, jugando como él sólo sabe y haciendose notar, puede que así cambie la forma de pensar de Zidane y consiga más minutos con el club blanco.