La Champions League, esa competición futbolística que deslumbra a los futbolistas por su glamour y su importancia deportiva y a los técnicos por lo que representa en su palmarés y en sus futuros contratos, hace perder también la cabeza a los directivos de esas mismas entidades deportivas por lo que la entrada de cash en sus depauperadas arcas puede llegar a representar.
La UEFA ha anunciado un considerable incremento de los ingresos, tanto por la mera participación y clasificación para dicha competición, como por las victorias conseguidas en la misma y la clasificación para las rondas finales. Quedaría de la siguiente forma:
– Los 32 clubes participantes en la fase de grupos tienen un pago fijo mínimo garantizado de 12,7 millones de euros.
– El triunfo en esta fase tiene un premio de 1,5 millones de euros.
– El empate en esta fase es valorado en 500.000 euros.
– Clasificarse para los octavos de final asegura 6 millones de euros.
– Los cuartofinalistas ingresarán 6,5 millones de euros.
– Los semifinalistas tendrán un premio de 7,5 millones de euros.
– El ganador de la Champions puede percibir hasta 15,5 millones de euros.
– El subcampeón podría tener un premio de 11 millones de euros.
Este reparto, que para los grandes clubes europeos, léase Bayern de Munich, Liverpool, etc…puede representar menos del 20% de su presupuesto, supone para otras entidades la supervivencia deportiva y económica en el Olimpo futbolístico europeo.
Este es el caso del Valencia CF quien, tras dos temporadas de angustiosa crisis vital y coqueteo con el descenso, jugará y competirá por ganar la orejona que tan cerca tuvo en los primeros años del presente milenio.
Histórica y cíclicamente, los directivos de la entidad de la Avda Aragón han cometido el mismo error. Una vez clasificados para la Champions, han obviado el aspecto sociológico de su masa de aficionados y les han sangrado con precios abusivos que no han conseguido el objetivo deseado, sino más bien el contrario, dejando las gradas del viejo coliseo de Mestalla con un aspecto pobre y triste, alejando a sus propios aficionados de lo que tendría que ser una fiesta, como lo fue en aquellos remotos tiempos de las añoradas finales de Paris 2000 y de Milán 2001.
La única y fundamental diferencia de la actual coyuntura con aquellas ocasiones es la premura de tiempo con la que aquellos gestores tuvieron que montar una política de precios. Dada la clasificación virtual de los Che para la máxima europea, los actuales gestores disponen de tres largos meses para ofrecer a sus parroquianos una oferta ajustada a las posibilidades de sus socios. En la próxima temporada no tendrán que esperar a una previa en agosto para saber si finalmente disputarán la primera o segunda categoría europea por lo que la previsión tiene un factor temporal que corre a favor de aquellos que han de idear la manera de ofrecer dicho pastel futbolístico a una afición ávida de presenciarlo, pero no dispuesta a hipotecar su vida por hacerlo desde las gradas de Mestalla.
Desde esta humilde ventana y con los escasos recursos con los que contamos para hacérselo llegar a los aficionados blanquinegros, intentaremos ofrecer en próximos artículos algunas propuestas para que la comunión entre afición, equipo y directiva sea un hecho y haga de nuestro feudo, un fortín inexpugnable para todos los equipos que lo visiten.
@vicentsarrion y @G3_VCF