El Oviedo afronta uno de sus peores momentos de la temporada. Por juego y sensaciones. Los triunfos ante Lugo y Nástic parecían volver a transmitir la ilusión en poder llegar a estar en la zona noble de la tabla a final de temporada. Pero dos derrotas han truncado, en buena parte, esa esperanza. Porque es verdad que aún se puede. Los azules están a tres puntos con quince en juego, no es un drama. Quizás el problema sean las sensaciones que desprende el equipo. Las derrotas ante Valladolid y Numancia mostraron que el equipo parece haber perdido esa fe que le hacía pelear siempre hasta el final, fuesen como fuesen las cosas. Y eso es lo primero que se debe recuperar. Para empezar, la semana que viene en el Tartiere, ante el Lorca.
- El equipo no estuvo. Si la semana pasada hablábamos del peor partido en casa, hoy toca referirse al encuentro más feo de la temporada. Porque las sensaciones que desprendió el Oviedo sobre el césped de Los Pajaritos fueron las de un equipo desbordado, que apenas tenía ideas para llegar al área, que sufría demasiado en el centro del campo y que se vio muy saturado cada vez que los locales pisaban la línea de tres cuartos de campo. La defensa no estuvo nada bien. Sin Forlín en el centro, el conjunto de Juan Antonio Anquela perdió la mayor parte de esa solidez que le caracteriza. Folch y Mariga se vieron superados en el centro del campo durante todo el encuentro. Arriba, Saúl lo intentó, pero se vio muy solo en la mayor parte de las jugadas de su equipo.
- El Oviedo perdió lo mejor que tenía. Y esto era esa fe que le hacía sacar los encuentros de la forma que fuese. Porque las cosas podrían estar bien, mal o regular, pero el equipo jamás se daba por vencido. Ayer, todo esto desapareció. Tras el primer tanto, los azules bajaron los brazos y no volvieron a estar en el partido. Se defendieron como pudieron, pero el Numancia ya era lo bastante superior como para saber que aquella batalla estaba perdida. Esa fe y esa esperanza en que las cosas van a salir bien es la primera asignatura a recuperar de cara al domingo.
- Las peores sensaciones. Segunda División es una de las categorías más complicadas de nuestro fútbol. De eso no hay duda. Se puede ganar, empatar o perder con cualquiera. Pero hay un aspecto que cabreó a muchos. La forma de perder. Anquela fue muy claro tras acabar el choque. «Así no ganamos a nadie», dijo. Porque el Oviedo no estuvo al nivel que pedía el partido. Un choque directo, con el que los azules podrían haber ‘eliminado’ a uno de sus principales enemigos. Ahora, el Numancia, los oviedistas deben hacer frente a dos cosas. Lo primero a los puntos que sus rivales le sacan. lo segundo, a la diferencia de goles particular.
Creer hasta el final
- El factor Tartiere. El Oviedo tiene ante sí cinco partidos para meterse en la lucha por la promoción de ascenso. Más de la mitad (3), serán ante su público, en el Carlos Tartiere. No corren buenos tiempos tampoco en casa, pero sí que es verdad que en su feudo, los azules son muy fiables. Lorca, Sevilla Atletico y Huesca visitarán a los asturianos de aquí a final de temporada. y es ahí donde los de Anquela tienen su mejor arma. La de jugarse la parte decisiva de la temporada ante su gente. Un público que no dejará de creer en que se puede lograr el objetivo. Hay que remontar los puntos en primer lugar, pero el Oviedo sabe que está ante una ocasión muy buena de hacerlo.
- Una afición que nunca se rinde. Decíamos que el equipo parecía haber perdido esa fe que le caracterizaba, Quien no la pierde es la afición, consciente de que jugará un papel clave en este tramo final de la temporada. Como hemos dicho, nueve de los quince puntos que quedan en juego serán en casa, y los otros seis, se podría decir que casi. Porque Pamplona y León son dos desplazamientos propicios para demostrar al equipo que nunca caminará solo. La hinchada azul cree. Y lo hace porque son conscientes de que en Segunda puede pasar cualquier cosa, y que están a tres puntos de alcanzar a los rivales que marcan esa zona de playoff.
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