El Atlético de Madrid Femenino ha vuelto a levantar el título liguero, sin duda gracias al esfuerzo de las jugadoras, a su constancia y a su buen hacer en el verde. En una competición que cada año está dando un salto de gigante en todos los aspectos: económico, social y deportivo, se hace obvio la necesidad de ir equiparando la legislación y las condiciones de la competición a dicho crecimiento, para que ambas vayan a la par y no se produzcan desniveles.
Pero para que ésto suceda, para que todos estén alineados, es necesario que todos empujen en la misma dirección y en el mismo sentido. Y, tal y como está actualmente la competición y sus reglas, ambos están cada día más alejados.
Ya no vale la cantinela típica de que el fútbol femenino no gusta, que no llama la atención, que no genera el mismo dinero que el masculino… Está claro que es muy difícil eclipsar el trabajo incansable de una maquinaria económica, social y publicitaria que desde hace décadas sólo nos muestra las maravillas del fútbol masculino (escondiendo prácticamente el resto de deportes en los medios de comunicación) y que genera cantidades indecentes de dinero. No se trata siquiera de eso. Pero cuando este año se han abierto campos de fútbol como el Wanda Metropolitano (22.000 espectadores), Anoeta (21.500 espectadores) o Ciutat de Valencia (14.000 espectadores) y el aficionado ha respondido, aquí ya no se puede hablar de que el fútbol femenino no interesa, porque es obvio que no es cierto. La pregunta está en si a la RFEF le interesa que la competición femenina, que está en plena expansión, siga creciendo. Ya sé que sus dirigentes salen mucho por la tele y hablan con la boca muy grande del fútbol femenino y de su progresión, pero a la hora de la verdad, poco o nada hacen…
Porque, que a día de hoy entres en la web de la RFEF y te encuentres que el equipo ganador de la Liga Iberdrola obtiene un premio de nada más y nada menos que 1.352,28€ (uff, qué locura de dinero) y 901,50€ para el segundo (menos mal que el FC Barcelona Femení tiene la entidad que tiene respaldando). Y ojo al dato, que el nombre del documento, en pdf, es normas_chicas_2017-18_web.pdf. Porque ellas son chicas, unas «muchachillas» a las que dejamos jugar al fútbol para que no digan que no hay igualdad en este país. No me imagino el pdf de fútbol masculino llamándose normas_chicos_2017-18…
Vamos ahora a esas comparaciones odiosas que tanto me gustan. Vamos a ver qué dice la RFEF que se merece el equipo vencedor de la competición juvenil (que, a menos que me equivoque, no arrasa en las parrillas televisivas ni llenan estadios enteros de fútbol y, por tanto, no deben ser muy rentables económicamente, aunque por supuesto tengan su público):
¡¡12.020 € de premio!! Desde luego no es un premio cuantioso ni para tirar cohetes, pero mi pregunta es: si el premio va en relación con su profesionalidad, con el dinero que generan, con los recursos que gestionan, ¿de verdad para las «chicas» tenemos poco más de mil euros y para los juveniles doce mil?
Ésto sólo puede significar una cosa, porque no encuentro otra explicación. La dejadez de la RFEF con respecto a las mujeres que juegan en la Liga Iberdrola sólo puede responder a intereses machistas y económicos. Machistas, porque a las «chicas» les dejamos jugar para que no molesten con sus pancartas de igualdad, pero nada de profesionalización ni igualdad de derechos. Y económicos porque si el fútbol femenino sigue creciendo, la parte del pastel para el fútbol masculino tendrá que ser un poco más pequeña, y no parece que eso guste a los grandes señores de puro y corbata que se ríen a carcajadas en las cenas de la RFEF.