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El día que el Seleccionador fue el dentista del Presidente de la RFEF

Lo de España viene de lejos, no es cosa de dos días. El desorden que existe en la mayoría de ocasiones en el plano deportivo ha sido resultado de un cúmulo de hechos desarrollados desde hace décadas. Los sucesos han ido desde jugadores sin experiencia alguna elegidos por sus dirigentes máximos hasta fichajes determinados por el gobierno, pasando, por supuesto, por seleccionadores tomados a dedo. En 1954 sucedió esto que señalamos, sucedió algo similar a lo que se vive a día de hoy, salvando las distancias, claro está.

Sancho Dávila dominaba la Selección por aquel entonces. Este cubría el puesto de Manuel Valdés Larrañaga, quien se había marchado ya como embajador a la República Dominicana. Este nuevo encargado tendría que elegir al seleccionador de cara a la próxima Copa del Mundo que se celebraría en Suiza. En una España sumida todavía en el franquismo, las decisiones no eran tomadas por la vía de la población, ni mucho menos tratando de convencer a todos y cada uno de los integrantes del cuerpo técnico o jugadores. Así pues, tal vez, elegir a quien mejor conviniese era algo secundario.

Luis Iribarren era dentista. Tenía pasado como futbolista, aunque poca experiencia, pues tan solo había disputado una serie de temporadas con el Real Unión de Irún antes de la Guerra Civil. Al ser uno de los que más conversación entablaba con sus clientes, Sancho decidió tomarlo como bandera de la Selección para la fase de clasificación, de la que no pasaríamos. Ramón Encinas le acompañaría, siendo, quizá, la cabeza pensante de aquel cuerpo técnico que comandaba un aficionado.

Kubala y su partido ilegal

Kubala no estaba disponible como jugador todavía para la Selección Española. Tras el primer partido en el que España consigue la victoria por 4-1 en el Santiago Bernabéu el 6 de enero de 1954 ante Turquía, se necesita ganar el siguiente, pues el Goal Average no tiene todavía significado alguno. Así pues, Dávila decide alinear a Kubala en el once para poder optar con mejores opciones de victoria después de que España pierda en Turquía y se establezca un tercer partido de desempate en campo neutral.

Un jugador extranjero debía residir durante 3 años y nacionalizarse hacía 3 años como mínimo para poder disputar un encuentro con su selección, tal y como dictaminaba el organismo internacional del fútbol. Kubala había residido desde el verano de 1950, pero tenía nacionalización del 27 de junio de 1951. Era 17 de marzo de 1954, y Sancho eligió que jugase.

España dice adiós con un sorteo

Ottorino Barassi accedió al vestuario de España y le comunicó a su seleccionador el problema que existía. Al parecer, Hungría había presionado a la FIFA para que investigase este caso, ya que de esta forma perdía a un rival directo y conseguía devolver a Kubala su salida repentina del país. Acto seguido, Kubala se quitó su camiseta y se la dejó a Escudero, que aquel día luciría el nueve. España y Turquía empatarían dos horas más tarde, y un sorteo declararía la suerte de ambos.

Franco Gemma, un chico de 14 años, es seleccionado como mano inocente. En una copa se introdujeron dos papeles, uno con cada nombre. El que saliera iría a la competición. Dávila marcó su papeleta con una cruz antes de que se ejecutase el proceso, la misma que la que le cayó a España.


Imágenes obtenidas de la web de la SE y de twitter.com.

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