Gracias, Don Miguel
Hoy se va un trocito de la historia reciente del Real Oviedo. Un delantero que llevó al club del barro al cielo
Hay personas que llegan a un lugar y dejan huella para siempre. En el mundo del fútbol, el actual, conseguir esto es muy difícil. Porque si no eres de la casa hay que sudar mucho para que la gente no olvide tu paso por el club. Dejarse el alma en cada balón, nunca darse por vencido y trabajar por y para el equipo. Miguel Linares cumple esos requisitos a la perfección. Pero además tiene otro gran punto a su favor. Uno que pocos más tienen el privilegio de poseer. Lo ha y que decir claro: Miguel, gracias por llevarnos del barro al cielo.
La marcha de Linares del Real Oviedo es algo que duele emocionalmente. Porque era el último ‘superviviente’ de aquella plantilla que nos hizo vibrar un buen día de mayo en el Carranza. La llegada del aragonés fue todo un punto de inflexión. Llegó con la mayor de las ilusiones, y se va con el mayor de los premios. El reconocimiento de una afición que jamás le olvidará. Aterrizó en la capital con un objetivo: la meta rival. Anotó 20 goles en sus primeros 15 partidos, logrando un total de 28 al finalizar la campaña. A todos ellos hay que añadir otros dos. Los que marcó en la eliminatoria por el campeonato de la Segunda División ‘B‘.
En Segunda apareció mucha competencia, pero Linares no es de los que se esconde. Siempre a por todas. Siempre a dejarse el alma. Por eso ha convencido a los cuatro entrenadores que tuvo como oviedista. En sus tres temporadas en la categoría de plata, el delantero ha anotado 24 goles. Sin ser el delantero titular, o eso se dice. Siendo, eso sí, la prolongación de la grada sobre el terreno de juego.
Un icono del oviedismo
Miguel Linares será siempre recordado en el Real Oviedo. Por transmitir desde el primer día los valores de este club. Porque desde que llegó ha defendido la camiseta, como él dice, con «orgullo, valor y garra». Por aquel ascenso que nadie olvidará. El que sacaba al equipo asturiano del barro tras años de penuria. Linares deja un recuerdo inigualable en las gradas del Carlos Tartiere. «Yo siempre podré decir que estuve en Astorga«, dice una de las últimas líneas en tu carta de despedida. Nosotros podremos decir que tuvimos el privilegio de verte allí, embarrado, defendiendo este escudo hasta el final.
Y no quiero acabar estas líneas sin recordar lo vivido en el último partido en el Tartiere. Te fuiste como viniste, con gol. Pero además te llevaste uno de los mayores premios que te puede dar una hinchada. Esa ovación de despedida, ese momento que jamás se olvidará. Gracias, Don Miguel.
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