Puede que no haya una posición más injusta en el mundo del fútbol que la de portero. Porque cuando aciertas se dice aquello de «para eso están». Eso sí, cuando fallan siempre están en el punto de mira. Injustamente. Y De Gea ha sido el último. Porque tras el segundo error de Portugal, parece que el meta no ha vuelto a hacer nada bien. Se defendió al término del encuentro con un «no he matado a nadie». Pues cualquiera lo diría. Porque ya han empezado los debates de un cambio bajo palos. Sí, esos debates que no hacen ningún bien al grupo que queremos que nos traiga la segunda estrella.
De Gea es un portero excelente, el mejor de la Premier. También es el mejor de su equipo. Elegido por sus propios compañeros. Poco más que decir de su importancia. Es el mejor arquero español del momento, por eso es nuestro portero titular en el Mundial. El heredero del que ha sido el mejor de la historia de nuestro país. Sus paradas pusieron las primeras piedras del camino hacia la Copa del Mundo. Tiene la absoluta confianza del seleccionador y sus compañeros, algo muy importante.
¿Vuelta al eterno debate?
Parece que no aprendemos. Las discusiones de la portería trajeron muchos problemas en el pasado. Recordad Brasil y Francia, por ejemplo. Allí estuvimos más pendientes de la figura que veíamos bajo palos que del fútbol en general. Y no podemos volver a lo mismo. No voy a decir que De Gea sea más o menos que Reina y Kepa. Los tres son igual de importantes. Todos son nuestros porteros. Los que nos están representando. Pero no hagamos una montaña de un grano de arena el primer día.
Si el asunto Lopetegui ya dejó algo tocado al equipo, no quiero pensar el volver al debate de la portería. Toca, como muchos llevan predicando durante todo el año, ir todos a una. Y esa frase incluye también a los porteros. Y a De Gea. Tuvo una mala noche, sí, pero no le podemos matar a las primeras de cambio. Vamos a pensar en Irán y en acabar como primeros de grupo. Con De Gea, con nuestro portero.
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