Fiabilidad y orden táctico regresan en un nuevo ciclo de Muñiz
Uno de los grandes culebrones pre-veraniegos toca a su fin. El banquillo malaguista ya tiene inquilino y no es otro que un viejo conocido de la afición blanquiazul. Artífice del anterior ascenso a primera división, Juan Ramón López Muñiz ha protagonizado hasta tres negociaciones diferentes en los últimos meses para ser el entrenador que comande el nuevo proyecto que debe devolver a los de La Rosaleda a la máxima categoría
Han pasado ya prácticamente dos meses desde aquel infausto 19 de abril en el que se certificó el descenso de categoría del Málaga, consecuencia de una infame temporada sin paliativo alguno. Tras aquel gol de Boateng sobre la bocina que puso broche a una tragedia desgraciadamente asumida, el club malaguista, lejos de aprovechar la ventaja que un descenso prematuro podía concederle sobre sus más inmediatos rivales, ha vivido todo este tiempo en la completa inacción. De tal desconcierto es gran responsable el propietario de la entidad, Abdullah ben Nasser Al Thani. En lugar de trazar una línea clara y definida de proyecto que deba seguir el club ante el nuevo panorama de dificultad que se le presenta en segunda división, la actitud del empresario catarí ha estado marcada por los continuos bandazos y caprichos personales mientras la entidad se mantenía paralizada con toda la pasividad del mundo.
En un principio, parecía que el jeque no tenía reparo alguno en que Mario Armando Husillos realizase la planificación de la nueva temporada, a pesar de la desastrosa labor desempeñada en el mercado de invierno. Lejos de intentar reconducir el despropósito que Arnau y Míchel llevaron a cabo en verano con la inestimable asistencia de Al Thani, el argentino logró lo que parecía imposible y empeoró aún más la plantilla con una cascada de fichajes que sucedieron a cada cual más dudoso e inservible. Uno de sus grandes errores fue el de la elección del entrenador que reemplazase a Míchel, con un Jose González cuyos números fueron más pobres si cabe que los del madrileño. Para la complicada misión que se presenta ahora de retornar a la máxima categoría lo más pronto posible, el argentino tenía la intención de resarcirse y empezó a hablar con varios preparadores, toda vez que la continuidad del técnico gaditano estaba completamente descartada.
Husillos llegó a hablar en primera instancia con el gran protagonista de esta historia, el asturiano Juan Ramón López Muñiz, que se encontraba en el paro tras haber sido destituido del Levante y en cuya hoja de servicios figura un ascenso a primera con el equipo valenciano y otro que tuvo lugar hace diez años con el propio Málaga. Muñiz y su familia quedaron enamorados de la ciudad costasoleña en las tres etapas anteriores que militó el técnico asturiano en el club, una como segundo de Juande Ramos y otras dos asumiendo los mandos del banquillo. El argentino lo intentó en varias ocasiones, incluyendo una en la que Muñiz y su familia se desplazaron varios días para disfrutar de la semana santa malagueña. Pero las condiciones que le ofreció el que todavía era máximo responsable de la parcela deportiva malaguista no parecieron ser nada atractivas para el gijonés, y a pesar del aprecio que le profesa tanto a la ciudad como a la entidad, no dudó en desestimar la oferta.
Husillos pasó página entonces y miró a otras opciones que también cayeron en saco roto (una de ellas, la de Fran Escribá, se ha vuelto a intentar hace poco y nuevamente sin éxito), hasta que por fin dio con un entrenador que sí estaba dispuesto a asumir la misión del regreso a primera en las condiciones que el argentino planteaba para ello. Se trataba del granadino Lucas Alcaraz. Pero esta decisión, lejos de ser definitiva para el banquillo del Málaga, lo que hizo fue abrir la caja de pandora en el club. Al Thani desautorizó públicamente la pactada llegada de Alcaraz a través de su herramienta favorita de comunicación, la red social Twitter. Ello originó una serie de estrafalarias circunstancias que se resumen en un director deportivo que deseaba dimitir y un presidente y propietario de la sociedad que no autorizaba dicha dimisión porque no veía motivos para ello. De esta manera, la planificación malaguista se frenó en seco durante varias semanas.
Husillos y Muñiz posando frente a La Rosaleda en 2006: Foto Diario SUR
La falta de un director general en condiciones supone un vacío en la entidad que se acusa especialmente en este tipo de situaciones donde el desgobierno es evidente y el tiempo corre en contra del club. Es entonces cuando los veteranos consejeros consultivos de la entidad, Antonio Benítez y Abdallah Ben Barek, se ven obligados a dar un paso al frente en la situación. Lo hacen a petición de Al Thani, por la confianza que el empresario deposita en estos históricos hombres de club y sabedor además de sus amplios conocimientos en el mundo del fútbol. A pesar de la avanzada edad de ambos, se ponen manos a la obra para trazar un plan que casualmente gira en torno a la figura de un técnico que ya había rechazado semanas atrás a Husillos.
Muñiz entraba en escena de nuevo, y lo hacía porque estos consejeros que llevan prácticamente toda su vida en el club, lo conocen bastante bien a raíz de sus estancias anteriores en el mismo. Son muy conscientes además del buen hacer que el asturiano desempeñó en el Málaga no solo entrenando, sino también confeccionando aquella plantilla que logró el último ascenso a primera división con poco dinero y una serie de jugadores que entonces eran completos desconocidos en su gran mayoría pero que luego acabaron convirtiéndose en referentes para todos los malaguistas, como Weligton y Eliseu. Además, con Husillos limitándose a dejar pasar los días mientras esperaba la certificación de Al Thani, no había director deportivo a efectos prácticos, por lo que se presentaba la ocasión perfecta para matar dos pájaros de un tiro y ofrecerle a Muñiz una doble función para la que está perfectamente capacitado gracias a su gran conocimiento del mercado.
El técnico gijonés parecía más receptivo ante esta nueva oferta respecto a la que se le había propuesto semanas atrás, pero no todo iba a ser tan sencillo. Muñiz es perfectamente conocedor del particular funcionamiento que arrastra la entidad con Al Thani al frente de la misma. No solo por los problemas que Arnau y Míchel experimentaron en la planificación de la última temporada, con jugadores que no se concretaron por injerencias del jeque catarí y otros que llegaron por decisión exclusivamente suya. Es por todos conocido la excelente relación que une a Muñiz con el que fue entrenador malaguista en dos ocasiones, Juande Ramos. Y fue precisamente en su segunda estancia en el paseo de Martiricos cuando Juande padeció de primera mano el circo que es a día de hoy el Málaga de Al Thani. Ni que decir tiene que el asturiano contaba con información privilegiada en ese sentido y no estaba dispuesto a que le ocurriera a él nada semejante.
Por ello, había un requisito indispensable para que el contrato destinado a unir las dos partes pudiese llegar a buen puerto, y era una garantía por escrito y firmada por el jeque para que éste no se entrometiera en decisión alguna que Muñiz llevase a cabo en la planificación. Y fue esta circunstancia la que echó por tierra el acuerdo, algo que el propietario del club justificó en base a no querer conceder plenos poderes al entrenador y limitarle únicamente a ese rol, a pesar de que en un principio sí parecía estar de acuerdo en lo que tanto Benítez como Ben Barek habían conseguido gestionar y pactar durante varios días con el técnico. El gijonés no estaba dispuesto a pasar por alto este importante hecho, por lo que se rompieron las negociaciones a pesar de que el abogado de la entidad e improvisado director general de la misma, Joaquín Jofre, llegó a viajar a Catar para intentar desbloquear la operación. Vuelta a empezar.
Benítez y Ben Barek contaban con un plan ‘B’. Se trataba de un destacado ex jugador malaguista que estuvo bajo la disciplina de ambos ex entrenadores en el conjunto de La Rosaleda. El canterano veleño que emprendió camino a la ciudad condal y luego volvió para colgar las botas, Esteban Vigo, tenía todas las papeletas para cumplir su sueño de dirigir por fin al equipo de su tierra. Pero he aquí que Al Thani acabó decantándose por otros planes totalmente diferentes. Haciendo caso omiso a los consejeros en los que él mismo había delegado, entró en escena el representante Manuel García Quilón con un ofrecimiento que colmaba mucho más las expectativas del jeque, siempre ávido de poder contar con grandes nombres del mundo del fútbol por encima de cualquier otra cosa.
Juan Rodríguez y Caminero en su presentación junto con Ben Barek, Martín Aguilar y Antonio Benítez: Foto La Costa del Gol
José Luis Pérez Caminero, el que fuera destacado futbolista del Atlético de Madrid y que se encontraba ocupando un cargo secundario en el club colchonero, anhelaba volver a cobrar protagonismo en la dirección deportiva de un equipo como ya lo hiciese con gran acierto en la propia entidad madrileña y también en el otro club de su vida, el Real Valladolid. Al representado de Quilón le atraía la idea de hacerlo en un club histórico en horas bajas como el Málaga, y dado el prestigio del ex internacional, Al Thani aparcó todas las posibles alternativas para darle prioridad a esta posibilidad. Ello desbloqueó además la traba del director deportivo, oficializándose por fin la salida de Mario Husillos tras la friolera de tres semanas de espera, para dar cabida a la nueva y flamante incorporación para tal parcela, que se presentó en sociedad el pasado lunes junto a su segundo en el cargo, el ex jugador blanquiazul Juan Rodríguez.
Caminero ya tiene avanzadas varias operaciones de jugadores en apenas una semana de trabajo como máximo responsable deportivo de La Rosaleda. Pero como él mismo dijo en su presentación, la siguiente cita de comparecencia en la sala de prensa Juan Cortés tenía que ser para presentar al entrenador, pues la planificación debía de hacerse en consonancia con él, y además el técnico requerido ha de ser perfecto conocedor de la categoría. Fran Escribá, al que Husillos ya sondeó sin demasiado éxito, era la primera opción del madrileño para el banquillo. Pero no pasa por la cabeza del valenciano volver a entrenar en segunda y prefiere esperar a que, una vez comenzada la temporada, se produzcan destituciones en la máxima categoría para poder enrolarse en algún banquillo de la misma.
Su segunda opción era Rubén Baraja, el actual técnico del Sporting que finalmente no ha conseguido subir a primera con el equipo asturiano a pesar de tenerlo en su mano tras una extraordinaria racha de ocho victorias consecutivas. Un bajón en las últimas jornadas le privó del ascenso directo, y en el play off fue acabó siendo apeado a las primeras de cambio por el Numancia. A pesar de este declive, el “Pipo” tiene un año más de contrato y en Gijón están encantados con él, cerrándose así todas las puertas para que recalase en Málaga. Uno de los siguientes candidatos en la lista era Jagoba Arrasate, precisamente el entrenador del Numancia y por lo tanto otro técnico que se encontraba disputando el ascenso. Sorprendentemente Muñiz, volvía a ser opción una vez más a pesar de las frustradas intentonas anteriores. Y en la recámara quedaba José Luis Martí, que la pasada temporada estuvo cerca de ascender al Tenerife, por si fallaban estas dos posibilidades.
Caminero se había dado de plazo unos pocos días para tener firmado al entrenador, por lo que la tardanza de más en ese sentido hacía presagiar que posiblemente se estaba esperando al desenlace del play off de ascenso disputado entre el Numancia y el Real Valladolid (que finalmente se ha llevado el equipo pucelano) para hacerse con los servicios del técnico vasco. Pero finalmente ha sido el asturiano quien ha tomado la delantera y se ha llevado el gato al agua, algo en lo que mucho ha tenido que ver el hecho de que ya tenía trabajado adelantado de estudio de la plantilla de aquellos días en los que estaba previsto que se incorporase al club con plenos poderes hasta que Al Thani dio al traste con aquella operación. El tiempo corre de manera inexorable, y eso hace que sea bueno todo lo que ya pueda haber ganado en ese sentido. Únele a ello el que el gijonés conozca perfectamente el club, la categoría y también el mercado, y los motivos por los que se ha convertido en la decisión final de Caminero para ocupar el banquillo malaguista son más que evidentes.
Habría que plantearse cómo es posible que Caminero haya logrado en unos pocos días lo que no pudo Husillos en aquellas intentonas de hace varios meses, lo que dice mucho en favor del poder de persuasión del madrileño y no tanto del que supuestamente tiene el argentino, que se ha marchado para encabezar la dirección deportiva del West Ham londinense junto a otro viejo conocido del malaguismo, el chileno Manuel Pellegrini. Está claro que al asturiano le han ofrecido un proyecto suficientemente atractivo para las dos temporadas que va a firmar Muñiz en la que será su cuarta etapa en la entidad malaguista. También será la primera con Al Thani al frente del club, pues recordemos que fue precisamente el jeque catarí quien puso fin abruptamente al último ciclo de Muñiz en el Málaga, tras aquella permanencia milagrosa de 2010 frente al Real Madrid y a pesar de los intentos de Fernando Sanz por convencerlo para que lo retuviese en el cargo. Pero el asturiano no parecía tener cabida en aquel proyecto con aires de grandeza que desembarcó entonces en la entidad y que ahora parece tan lejano.
Los jugadores celebran uno de los goles del ascenso malaguista a primera división, 15 de junio de 2008: Foto 101tv
Ahora las tornas han cambiado y de qué manera lo han hecho. El club ha vuelto a dar con sus huesos en la siempre incómoda segunda división y es precisamente el último técnico que dirigió al Málaga en aquella categoría quien volverá a hacerlo diez años después. Seguramente los malaguistas más veteranos recordarán con mayor o menor agrado las últimas etapas del preparador asturiano como inquilino del banquillo de Martiricos. Nunca se ha caracterizado por ofrecer el tipo de juego más vistoso posible, sino más bien todo lo contrario. Aboga fervientemente por el orden táctico y la seguridad atrás en sus equipos, lo que hace que le suelan tachar de ser eminentemente defensivo. Lo que no deja lugar a dudas es que es un estudioso del fútbol con gran capacidad de trabajo y honestidad en lo que lleva a cabo, algo que en una categoría tan complicada e impredecible como la segunda división se valora especialmente pues suelen ser los más currantes los que mayores posibilidades de éxito tienen en ella.
Su hoja de servicios en la categoría de plata, además, es prácticamente inmaculada. Siempre se caracterizó por cumplir los objetivos allí donde estuvo. Fue en el Málaga donde dio sus primeros pasos allá por 2006, tras desvincularse del Marbella (del que luego se traería a jugadores como Apoño y Raúl Gaitán) en la categoría de bronce del fútbol español ante la llamada desesperada de Fernando Sanz. El que como jugador coincidiera con Muñiz como segundo entrenador de Juande, se encontraba como presidente con un club en ruinosas circunstancias económicas tras descender de primera división y con una planificación deportiva desastrosa que tuvo que enmendar destituyendo a Marcos Alonso. Entonces, con todas las taras económicas que obligaron a suscribirse a un proceso concursal y teniendo que lidiar con una plantilla bastante coja y descompensada, las posibilidades reales de ascenso se antojaban muy remotas y lo que había que hacer era evitar males mayores, algo que Muñiz llevó a cabo tras un gran final de segunda vuelta cuando el equipo estuvo coqueteando seriamente con los puestos de descenso.
En la siguiente temporada, Muñiz asume todas las riendas de la planificación y lleva a cabo la friolera de once fichajes, con algunos ya mencionados en estas líneas y a los que se sumaron otros igualmente importantes como Nabil Baha, Hélder Rosario, Santi Carpintero y Roberto Peragón. En base a todas esas incorporaciones y a varios jugadores destacados que ya se encontraban en nómina como Antonio Hidalgo, Iñaki Goitia, Salva Ballesta, Javi Calleja y uno que ahora se encuentra muy cerca de regresar como el fuengiroleño Jesús Gámez, se conformó un equipo que obró un arranque de temporada espectacular con siete victorias consecutivas y que terminó la primera vuelta de manera privilegiada con 12 victorias y 41 puntos, solo superado en un punto por el Numancia. En la segunda vuelta, sin embargo, el equipo empezó a experimentar un bajón de resultados que se acrecentó en los últimos partidos con ciertas derrotas inexplicables en casa y la presión de una pujante Real Sociedad que estuvo a punto de complicar las cosas. Pero la temporada acabó llegando a buen puerto con el ascenso en la última jornada ante el Tenerife y presumiendo de no haber abandonado los puestos de ascenso en jornada alguna, cuando todavía no se había implementado el actual sistema de play off para dilucidar el tercer equipo ascendido a la máxima categoría.
Tras el ascenso, el asturiano tomó rumbo a Santander, seducido por la oferta de un Racing que se disponía a participar en la Copa de la UEFA por primera vez en su historia tras la hazaña lograda por Marcelino. Pero su paisano había dejado el listón muy alto, y la temporada que firmó Muñiz sin grandes sobresaltos decepcionó a la parroquia cántabra, por lo que el gijonés abandonó el club nuevamente en dirección a la Costa del Sol. Allí, una vez más, se tuvo que poner el mono de trabajo para lidiar con una plantilla no confeccionada por él, y que tal y como aquella que se encontró en 2006, adolecía de estar descompensada. Firmó una agónica permanencia in extremis que dejó sensaciones contrastadas en buena parte de la afición malaguista, y tras ser reemplazado por el portugués Jesualdo Ferreira en uno de los primeros movimientos de Al Thani al frente del equipo de La Rosaleda, emprendió rumbo a Ucrania para fichar por el Dnipro y reunirse de nuevo con su mentor Juande Ramos, volviendo a cumplir de su mano la función de segundo entrenador.
Muñiz vuelve a la liga española en 2015, teniendo que bajar otra vez a la segunda división para hacerse cargo del Alcorcón. Cuajó una gran temporada con el equipo alfarero, que ni por plantilla ni por aspiraciones estaba llamado a grandes cotas y le dejó a un paso del play off de ascenso, del que se quedó fuera por la diferencia de goles con Osasuna (a la postre, el equipo que acabó ascendiendo en dicho play off). Su buena labor con los madrileños no pasó desapercibida para el recién descendido Levante, que apostó por él como su entrenador para regresar inmediatamente a primera. El proyecto levantinista se sustentaba de un gran presupuesto gracias al seguro de descenso de primera división que facilita La Liga en estos casos, y con una plantilla en la que se recuperaron efectivos de que habían estado cedidos en otros equipos como Roger y Jason (los dos máximos goleadores de la plantilla), además de mantener la desequilibrante calidad de Morales y conformar un bloque sólido en tándem con un Carmelo del Pozo que ahora será rival en el Deportivo de la Coruña, le valió para ascender de manera fulgurante con varias jornadas de antelación y acumulando la nada desdeñable cifra de 25 victorias.
Muñiz da instrucciones a Roger en un partido del Levante contra el Real Valladolid: Foto El Desmarque
Su última temporada en primera división con el conjunto valenciano ha sido aciaga por diversos motivos, pareciéndose en gran medida a aquella tan sufrida que ya protagonizó con el Málaga en primera división, con muy pocas victorias y demasiados empates. De hecho, en la capital del Turia muchos le señalan como principal responsable de los malos tres primeros cuartos de campeonato del equipo, debido a la espectacular reacción que tuvo lugar justamente tras su destitución. Pero para la categoría de plata del fútbol español no cabe duda de que es un entrenador sobradamente fiable y contrastado. Sus números son “top”, acumulando un total de 73 victorias en 158 partidos y situándose en un promedio cercano al 50%, una garantía de que sus equipos suelen rondar las posiciones más elevadas de la clasificación. Para un Málaga que, como ya le ocurrió en el Levante, contará con el mayor presupuesto de la categoría al gozar de 20 millones por el seguro del descenso, se trata de una previsión mínima de resultados muy a tener en cuenta.
Es cierto que la segunda división es una categoría cada vez más disputada e impredecible, en la que año tras año se suelen destapar sorpresas que demuestran que el dinero no lo es todo para ascender. Pero también hay que tener en cuenta que el poderío económico no ha dejado de ser un factor clave en equipos que hicieron bien las cosas a la hora de planificar sus plantillas como el mencionado Levante y también el Getafe. Son dos ejemplos cercanos de equipos que aprovecharon esa ventaja añadida para regresar en una sola temporada tras descender, el objetivo claro de este Málaga que a priori parece que contará con dos buenos arquitectos como Caminero y Muñiz para ello.
Ahora toca afrontar la parte más complicada y laboriosa del puzzle, que será la de confeccionar la plantilla que retorne al club a primera. Y el inconveniente que posiblemente puedan encontrarse los malaguistas es que otros rivales directos para tal objetivo como serán presumiblemente el Deportivo y Las Palmas ya llevan cierta ventaja sobre ellos. Pero con un director deportivo con tanta mano en el fútbol español como ha demostrado ser Caminero y un entrenador tan trabajador y con tan buen ojo como desde luego es Muñiz, a poco que se produzca el necesario entendimiento mutuo y la planificación no tenga fisuras ni encuentre injerencias del propietario de la entidad, las cosas en teoría deberían salir tal y como se esperan en el conjunto de La Rosaleda de cara a su pronto regreso a la categoría que realmente le corresponde.
Foto destacada: El Desmarque
Por @AdriCanloz