Bélgica 3 Japón 2: Fenómeno antinatural
La selección belga pasa a la siguiente ronda tras firmar una remontada épica
El enfrentamiento de octavos entre Bélgica y Japón, sin duda, como uno de los mejores de esta edición de la Copa del Mundo. Ambos equipos lo dieron todo, con esfuerzo, ocasiones y muchas sorpresas. En resumiendo, todo lo que un aficionado futbolero muere por ver. Sin embargo, es algo que ocurre cada vez menos, siendo situaciones excepcionales, algo poco natural.
La Selección de Bélgica parecía, a priori, clara favorita para ganar el partido. Juego eficaz, tanto en ataque como en defensa, talento individual y trabajo colectivo son las tres virtudes de una de las grandes favoritas. Kompany, duda hasta última hora, era la principal novedad de una selección en la que se mantenían los clásicos Mertens, Lukaku y Hazard. Roberto Martínez tiene claro que el camino a seguir era el que se estaba siguiendo, y no dudó en darles continuidad a sus habituales.
Enfrente se encontraba Japón. Los nipones no lo habían pasado muy bien en la fase de clasificación de su grupo, sobre todo en el partido contra una Polonia eliminada. Nombres propios como Inui, recientemente fichado por el Betis y a la postre mejor jugador de su combinado, Kagawa y el azulón Shibasaki no se antojaban demasiado difíciles para los “Diablos Rojos”. Su mayor debilidad era probablemente la altura, donde solamente el defensa Yoshida se destacaba, quien debía ocuparse del marcaje a colosos como Lukaku y los centrales belgas.
El partido comenzó con emoción, con los de Akira Nishino presionando arriba, tratando de evitar la combinación entre los jugones rivales. La fórmula funcionó bien durante un periodo del primer tiempo, más propio de tanteo pugilístico. A partir de entonces, Lukaku comenzó a atacar despiadadamente. Tuvo dos ocasiones en diez minutos en las que hizo vale su gran físico, pero la oportuna intervención de la defensa asiática en la primera y que le faltara el canto de un duro para empujar un centro de Meunier en la segunda, no pudo meter gol. Posteriormente, Kompany estuvo a punto de marcar, pero tampoco pudo abrir el marcador
Sufría Japón, pero en ningún momento perdió la entereza, y se basó en su férrea defensa y las intervenciones de Kawashima para tratar de incomodar al rival. Un testarazo de Inui rompió el monopolio de ocasiones belgas y un tiro desde fuera de Nagatomo a punto estuvo de colársele a Courtouis entre las piernas cuando ya la tenía atrapada.
Así se llegaba al descanso. Todavía el resultado no se había movido en Rostov, pero daba la impresión que en cualquier momento podía hacerlo, y así fue. La tormenta empezaba a asomar.
Los japoneses, como si de un tsunami se tratara, apabullaron a los belgas en unos diez minutos que, de no ser por el resultado final, pudieron pasar a la historia futbolística del país del sol naciente. Como una ola gigante, engulleron a los belgas, primero con un Haraguchi que mandó el balón a las mallas tras recibir un pase al hueco que Vertonghen no pudo alcanzar, y después con un zambombazo desde fuera del área de Inui que ampliaba diferencias. Courtouis no pudo hacer nada y el partido saltaba por los aires. Minuto 55 y Japón derrotaba por 2-0 a Bélgica y, la verdad, lo hacía con solvencia. Sorpresón absoluto, otro más de los que nos está dando este mundial.
Para los europeos, los goles fueron un palo muy duro. Se encontraban en una situación inédita, ya que nunca se habían visto por detrás en la fase de grupos. Nadie sabía si podían reaccionar ni cómo iban a hacerlo y, sabiendo que es en las horas bajas donde los campeones hacen de tripas corazón para sacar adelante sus partidos, tenían ante sí su máximo reto: el hacer frente a la adversidad. Con un disparo al palo, estuvo a punto de hacerlo Hazard tras el primer gol, pero parecía que todo se desencajaba cuando llegó el segundo. El fenómeno nipón les estaba pasando por encima, y debían hacer algo.
Fue entonces cuando Martínez ejecutó dos cambios cruciales, retirando a Mertens y Carrasco y dando entrada a Fellaini y a Chadli. Con el del United pretendía obtener más poderío aéreo, mientras que con el jugador del West Brom quería más frescura en ataque. Ambos cambios fueron clave.
El partido se convirtió en un toma y daca, con ocasiones en ambas áreas, pero con objetivos distintos: sentenciar vs recortar. Lukaku tuvo una ocasión clarísima, con un cabezazo que inexplicablemente mandó fuera y que parecía ser el colmo de la desesperanza, pero en la jugada más rocambolesca del partido apareció el gol. Un rechace en el área acabó con un nipón despejando a las nubes un balón. Vertonghen trató de centrarla de cabeza, pero al final resultó ser más una vaselina que venció a Kawashima.
Un seísmo se predecía y, tras un bombardeo incesante durante tan solo 3 minutos, Hazard centró un balón a Fellaini, quien lo enchufó de cabeza y restableció el empate en el marcador. El terremoto belga comenzó a sacudir a los japoneses que vieron como su duro trabajo se vino abajo en tan solo cuatro minutos.
Nishino introdujo a Honda con la intención de aportar calidad en el ataque, pero sus pupilos se vieron obligados a tratar de detener los impulsos belgas, con una magnitud de grado 9 en la escala de Richter. Hawashima se vio obligado a hacer dos paradones antológicos que daban esperanza a una prórroga que nunca llegó.
En la última jugada, una salida en velocidad de los Diablos Rojos pilló descolocada a la defensa rival, De Bruyne condujo hasta tres cuartos de campo, abrió a la banda para que nuevamente Meunier realizara un magnífico centro raso para que Chadli no tuviera más que empujar.
Así terminaba uno de los partidos más trepidantes de este mundial y de todos los mundiales habidos hasta la fecha. Si en vez de unos octavos de final estuviéramos hablando de una semifinal o una final, ya podríamos imaginar su repercusión. Los japoneses lo intentaron, jugaron y creyeron, pero no lo consiguieron. Normalmente, los terremotos suelen preceder a los tsunamis, pero en este caso fue al contrario. En esta ocasión, este partidazo fue un fenómeno antinatural.