La recientemente finalizada temporada 2017/18 será la última en la que la competición de Copa se dispute íntegramente a la conclusión del campeonato de Liga. La decisión, adoptada por la RFEF y los clubes (en consenso con la LFP), conlleva su comienzo en el mes de noviembre con la participación de los 16 equipos de la máxima categoría del fútbol femenino español.
Este cambio de formato persigue sin lugar a dudas continuar impulsando el futfem, tratando de que el segundo torneo nacional resulte más atractivo. Sin embargo, la poca información aportada hasta la fecha por los estamentos responsables ha sembrado dudas en la afición sobre las muchas variables que el nuevo sistema de competición implica.
Hasta ahora la Copa de la Reina la disputaban los 8 primeros clasificados de la Liga Iberdrola, por lo que alcanzar un puesto que diese derecho a participar en dicho torneo resultaba una formidable motivación para la gran mayoría de clubes (excepto para aquellos cuyo objetivo no es otro que el de conservar la categoría). Cabe recordar que solo los dos primeros equipos de la tabla acceden a la Women´s Champions League, y que el Atlético de Madrid Femenino y el FC Barcelona Femení se distancian del resto más pronto que tarde.
La idea sería, a costa de perder competitividad en el torneo de la regularidad, ganarla en las previsibles eliminatorias de Copa y que dicha competición pase a convertirse en “objetivo” de un mayor número de clubes. De cualquier forma, cuesta creer que equipos que vean de cerca la posibilidad de un descenso de categoría se centren en el torneo del KO y no lo acaben “tirando” como ocurre en el caso de la Copa masculina.
Otra interrogante que se plantea sobre el nuevo formato copero es de cómo transcurrirá, ya que se habla de que podría contar con una fase de grupos previa a las tradicionales eliminatorias. Si así fuera, es fácil suponer que habría cabezas de serie con la consiguiente pérdida del “sorteo puro” que se ha venido aplicando hasta ahora al torneo, que pasaría a estar “dirigido” (con las suspicacias que esto conlleva).
De cualquier modo, con el Mundial de Francia del verano que viene en el horizonte, lo que parece más aconsejable es continuar al menos por esta temporada con el formato de eliminaciones directas desde un principio para no saturar el calendario. Sólo con que dichas eliminatorias fueran a doble partido (lo cual también se desconoce), el número de fechas que ocuparía el torneo copero sería considerable. Hay que pensar también en los partidos amistosos de la Selección y que la temporada debe finalizar como muy tarde a mediados de mayo.
La respuesta a todas estas cuestiones está cerca, en la Asamblea que la RFEF celebrará en este mes de julio. Esperemos que acierten en sus decisiones y que éstas sean las más convenientes para el progreso del futfem y para la preparación de nuestras futbolistas con vistas al próximo campeonato del mundo.