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El Hamilton más espiritual reina en el caos de Hockenheim

Hamilton gana tras una épica remontada en Alemania

“Ya estaba en la entrada, tío. ¿Vamos a tener problemas?”. Eso le dijo Hamilton a su equipo por radio después de saltarse el bolardo que marca el punto de no retorno de entrada a boxes. Cuando creían que Raikkonen había entrado y además Bottas sufría un pésimo pit stop, mientras el coche de seguridad estaba en pista por un error de novato de Vettel, Hamilton volvió a salir a pista ya después de haber sobrepasado el bolardo que la normativa indica como el último punto donde se puede volver a pista.

El bolardo que se saltó Hamilton

El director deportivo de F1, Charlie Whitting dio diversas explicaciones que convencen a poca gente. Da igual que a Kimi se le sancionase en el 2012 en Canadá por una maniobra parecida, o a Massa en su última carrera con Ferrari en Brasil 2013, o Pascal Wehrlein en el GP de España en el 2017, o Pérez en Mónaco 2012… Una vez más la normativa internacional es interpretada a favor de los pilotos punteros, como tantas veces en el pasado con Vettel, Schumacher y ahora Hamilton.

Pero volvamos al inicio de carrera. Hamilton salía en la posición decimocuarta, debido a que rompió un repartidor hidráulico en la Q3 al golpear muy fuerte un piano con el fondo plano. Con la diferencia de velocidad de los coches alemanes con el resto de la parrilla, a excepción de los Ferrari, la remontada estaba asegurada. Y así fue. Y también como estaba previsto, al llegar a cabeza de carrera, la distancia ya era insalvable con el líder, Vettel, que estaba realizando una impecable carrera y abriendo hueco con sus perseguidores.

Ricciardo salió último al cambiar múltiples piezas de su monoplaza, pero no tuvo tan fácil remontar debido al sector 2 de Hockenheim y sus rectas, que no se llevan bien con el discreto motor Renault. Su remontada acabó cuando mediada la carrera, su motor, una vez más dijo basta. Analizando este aspecto, vemos como los Red Bull se alejan inexorablemente de Ferrari y Mercedes según avanza la temporada. El progreso sobretodo de los motores italianos es evidente. Y se deja ver en todo el pelotón, con Haas superando ya claramente a Force India y Renault y Sauber entrando regularmente en la Q3. Las mejoras de Renault son discretas y algunas de ellas ni siquiera han podido ponerlas en pista por problemas de fiabilidad.

Mientras tanto, es evidente que las esperanzas de los chicos de las bebidas energéticas están puestas en el 2019 y Honda, esa arriesgada apuesta que nadie sabe cómo les saldrá. Este fin de semana se vio cómo el equipo B, Toro Rosso, era utilizado de conejillo de indias, probando en sus coches las nuevas piezas de Honda aun a costa de recibir múltiples posiciones de penalización. El desarrollo del motor para el 2019 pesa más que la clasificación del segundo equipo.

Volviendo a la carrera, la caprichosa climatología, con lluvia sobre una sola curva del circuito, puso en tensión a todos los equipos. Unos cuantos se la jugaron y pararon a poner intermedios, como Alonso, Verstappen o Leclerc, lo que se demostró una arriesgada y equivocada estrategia, comprensible en los que fuera de los puntos, intentaban pescar sin nada que perder, pero incomprensible en un coche que en ese momento rodaba tercero.

Vettel estrella el coche en Alemania

Y fue esa misma climatología la que demostró que los que siempre han dicho que Vettel no corre bien bajo presión, al menos esta vez, llevaban razón. Quedaban doce vueltas para el final y un Vettel conservador, con un repartidor de frenada «todo delante», entró en la fatídica curva seis con más velocidad de la que la prudencia y la experiencia de alguien cuatro veces campeón del mundo recomiendan. Y bloqueó las ruedas delanteras como un chaval de GP2 que prueba por primera vez un F1, se quedó sin dirección y lanzó el coche contra las protecciones, diciendo adiós a la victoria, a veinticinco puntos, regalándole siete más a Hamilton y perdiendo el liderato del campeonato y quien sabe si el título de pilotos a final de temporada. Han sido treinta y dos puntos regalados a su contrincante. Venía con ocho de diferencia y si ganaba como parecía claro, se alejaría hasta los quince si Hamilton acababa segundo. En vez de eso, queda a diecisiete por detrás. Habrá que ver si además este incidente no hace mella en el ánimo del irritable alemán en las próximas carreras.

Mientras tanto, Hamilton no desaprovechó la oportunidad. Nada más irse el SC calentó las ruedas, con un fogoso Bottas que con neumáticos más nuevos intentaba inexplicablemente pasarle hasta que Totto Wolf le pidió calma. Y sólo necesitó vuelta y media para poner el coche a punto. Con media pista húmeda, una curva muy mojada, amenaza de lluvia torrencial y chispeando en medio circuito, dio comienzo la segunda parte del Hammertime, el tiempo del martillo en el que se convierte esa herramienta de precisión que se llama Hamilton, siempre que no tiene el día de protestas por radio. Y empezó a rodar en 1:15 medios mientras los más rápidos detrás de él apenas podían bajar del 17. El Mercedes 44 no se movía en la pista, no le afectaba la lluvia, no se le enfriaban las ruedas. Auténtico recital de conducción de uno de esos pilotos que quiere, no ya ganar títulos, sino ser considerado uno de los grandes de todos los tiempos.

Carlos Sainz tuvo un complicado fin de semana, que pudo salvar calificando octavo en Q3. Se mantuvo habitualmente en la zona de puntos, pero lejos de su compañero, el increíble Hulk. Un error adelantando bajo SC y la consiguiente penalización de 10 segundos, le sacó de los puntos hasta la decimotercera posición.

No salió bien la apuesta de intermedios de McLaren

No quiero extenderme sobre McLaren, simplemente mencionar que el título de peor coche del año, y quizá de toda la época híbrida, sigue estando muy reñido entre dos escuderías míticas como McLaren y Williams.

Estamos a punto de llegar al parón veraniego, y Hamilton llega muy reforzado, líder, con 15 puntos de ventaja sobre Vettel y la moral por las nubes. Es evidente que el coche italiano, este año sí, es un serio aspirante al título. Un título que solo puede llegar de las manos de Vettel, ya que una vez tras otra vemos a su compañero Raikkonen clasificar peor y además, conducir con una absoluta falta de ambición que es especialmente llamativa en las salidas y en en los finales de carrera. Esperemos que por una vez Ferrari piense en sus aficionados y nos regale a Charles Leclerc en el equipo titular. Yo ya he escrito mi carta a Santa Claus.

Un abrazo muy fuerte a toda la familia ferrarista. Su hasta ahora presidente, Sergio Marchionne, se debate entre la vida y la muerte en un hospital suizo. Esperemos que los rumores sobre su estado de salud sean infundados y podamos ver de nuevo en los circuitos al hombre del perpetuo jersey, que rescató a Fiat, Chrysler y Maserati de una quiebra segura y que ha logrado consolidar a Ferrari industrial y deportivamente. El mundo del motor te debe mucho, Sergio, y no has acabado tu obra: ya tienes a Alfa Romeo en F1, pero tu gran sueño es Maserati, vuelve y consíguelo.

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Fotos: f1.com

 

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