Soy de una generación que, por desgracia, lo máximo que ha podido celebrar en El Molinón han sido ascensos y permanencias del Sporting. Con 23 años he tragado ya tres descensos y catorce temporadas (quince con ésta) en Segunda División. Eso es un tercio de lo que ha disputado en dicha Liga en los casi 90 años de existencia.
Por tradición familiar, a los pocos meses de nacer ya estaba sentado en el cuello de mi abuelo en la Tribunona. He crecido con los últimos coletazos de una generación de oro que ganó al todopoderoso AC Milan en El Molinón, y que sobrevivieron al infierno yugoslavo frente al Partizán. He compartido gradas con mitos rojiblancos que me han enseñado sus valores, estos que hay que revivir, y su pasión por los colores. Aún recuerdo el último partido que viví al lado de Luis Dorado que en paz descanse, o el homenaje de los 110 años donde él y algún veterano más bajo al campo. Los pelos de punta y las lágrimas descontroladas.
Eso es el Sporting. Eso tiene que transmitir el Sporting a la gente de Gijón. Esa gente, que le das una plantilla de canteranos con el objetivo de mantenerse en Segunda Dovisión, y hace de El Molinón una caldera. Esa afición que es capaz de llenar Zorrilla, Riazor, La Romareda, el Benito Villamarín…
Recuerdo un Molinón que apretaba, que hacía casi perder la pelota al rival. Que llevaba en volandas al equipo. Ahora, veo un equipo sin alma, un estadio frío donde no se anima, ni los jugadores representan a la afición. Ahora, los periodos de fichajes son periodos de miedo, no de ilusión. Miedo a ver quien nos abandona esta vez. Qué parte del escudo se llevan, y qué apósito nos pondrán.
He conocido dos plantillas ilusionantes en el Sporting. La tercera, con Julio Salinas de estandarte, desgraciadamente no me acuerdo. De lo que puedo acordarme era de un extremo que no era Di Stefano. De un jugador de Pola de Lena que en medio de la temporada se fue a Birmingham. Hubo un guaje que cambió el barrio L’Arena por Chipre, o un medio centro avilesino que para crecer se va a jugar a Eibar. Sí, a una ciudad de 27.000 habitantes y con un estadio con capacidad para apenas 7.000. Pero oye, un sitio donde el equipo ilusiona, y la gente lo vive. Los valores que surgen de la cantera, resurgen en vuestra cartera. Al resto que quedó aquí se les unieron cedidos de diversos equipos, descartes de toda Europa, fichajes estratosféricos del otro lado del charco. Jugadores que venían a jugar con quien se había ido al hombro, cobrando la ficha de los dos claro está, y cuyo rendimiento nunca colmaba expectativa alguna. Me pongo a enumerar casos, y estoy aquí hasta mañana.
No puedo ver como tras 25 años la gente sigue viendo lo mismo. Año tras año. Que cada vez que se construye algo, aunque sea siempre por dificultades económicas, nos apresuremos a destruirlo. A ver como cómplices que siempre han ido de frente y criticado a la propiedad, dejan de hacerlo por estar al calorín de la «Casina de Cristal». Y sí, entre otros, va por usted Sr. Manfredo Álvarez. Como los periodistas son marionetas, haciendo que socios y accionistas se enteren de sólo la parte que al club le interesa. Como permitimos que «agentes FIFA» nos traigan y lleven jugadores por suculentas comisiones. No puedo concebir que se les deje acceder a manejar a chicos de 16 años, pero eso ya es cuestión del «fútbol moderno».
No puedo creerme una mentira más. Una fecha o un plazo más. Váyanse. Ya. Dejen que alguien coja el testigo de la ruina que han dejado. Alguien con ganas, ilusión y cosas claras. Tenemos una directiva que no sabe ni hablar ni sumar. Que pide préstamos por 2M€ y se compromete a pagar 10. Que sale a criticar la «vistosidad» de un partido de Primera estando en Segunda, y encima de un equipo a donde se va a jugar tu capitán. Que es capaz de tener a una plantilla casi una temporada sin cobrar, al borde de la desaparición, y no se pone ni colorada. Ah, y que encima cobra más de 250.000€ por su excelente gestión, profesionalidad y dedicación.
La situación es insostenible, y alguien tiene que dar un paso. De nuevo, y espero que sea la definitiva, le toca a la afición. A ese Fondo Norte que resurge en las malas. A ese Fondo Sur que luche por esos colores que dice que defiende. Que despierte la Tribunona, y ruja la Este. El minuto cinco de la segunda jornada de liga tiene que ser atronador. Y que, como la última vez, esto espoleé al equipo.
Dejen de destrozar lo poco que queda. Os dedicáis a insultar nuestra historia, nuestro escudo, nuestro himno. A limpiar nuestra base y perder la solera. Y lo siento, pero yo, no puedo más.
¡Fernández Vete YA!