El fin de semana deja al fútbol asturiano sumido en la tristeza. Porque Oviedo y Sporting sumaron su primera derrota de la temporada. Como si fuesen de la mano. Los dos vieron como los puntos volaban a Zaragoza y se quedaban en Riazor. Dos derrotas con distintos análisis. Porque del rodillo aragonés que vimos el sábado en la capital del Principado se pasó a la mayor de las crueldades, la de encajar en el último suspiro. Ahora toca reaccionar. Toca demostrar sobre el césped que los dos equipos son candidatos a todo. Ambos ya piensan en la próxima prueba.
Un déjà vu rojiblanco
- De la forma más cruel. El Sporting perdió un punto que, puede ser discutible si mereció o no, pero que tenía prácticamente amarrado. La afición rojiblanca sufrió un auténtico déjà vu de hace dos temporadas cuando se cayó en el mismo estadio también en tiempo de descuento. El Depor penalizó uno de los poquísimos errores de la zaga rojiblanca dejando solo a Pablo Mari para que rematase al fondo de la red. Los de Rubén Baraja se veían ya con un punto que les mantendría invictos, pero finalmente cayeron de la forma más cruel. Es aún la cuarta jornada, pero este Sporting lejos de El Molinón transmite preocupación por sus conservadores planteamientos.
- Notable partido defensivo. La única conclusión positiva que puede sacarse del partido de ayer es que el Sporting, en el plano táctico y defensivo, es un equipo tremendamente bien trabajado. El Deportivo apenas creó un puñado de ocasiones claras. Y lograr eso en el feudo de uno de los máximos candidatos al ascenso tiene su mérito. La línea defensiva rindió a un nivel notable en su conjunto. Además los hombres más adelantados ayudaron mucho en cerrar huecos para que el Depor no pudiese circular correctamente el balón. Con la expulsión de Cofie esto no hizo más que hacerse más palpable. El Sporting no daba sensación de estar con uno menos, pues seguía cerrando todos los espacios.
- Ahogar la circulación por el centro. Ahogando constantemente la circulación por el centro con los cuatro mediocampistas que alineó Natxo González, el Sporting obligó al equipo coruñés a buscar mucho centro lateral. Una circunstancia que a los centrales sportinguistas, poderosos en el juego áereo, les permitió abortar la gran mayoría de llegadas sin ningún tipo de apuro. El Deportivo envió una veintena de centros al área y solo se remataron dos. Uno de ellos, eso sí, supuso la derrota en un claro error de marcaje de la zaga.
- Nulo partido ofensivo. Pero la otra cara de la moneda deja al descubierto la cruda realidad. Y es que en el fútbol para ganar hay que llegar al área contraria. En eso el Sporting naufragó. Bien sea por un mal partido en cadena de todos sus jugadores o por el planteamiento conservador de Rubén Baraja, el Sporting no chutó a puerta. Y eso es simplemente inadmisible en un equipo que busca ser candidato al ascenso. Urgen soluciones a esta situación porque en Alcorcón ya sucedió algo similar a excepción del tramo final del encuentro.
- Quejas al arbitraje de Sagués Oscoz. El colegiado guipuzcoano tiene fama por ser un árbitro tradicionalmente muy permisivo con los equipos locales y duro con los visitantes. Ayer desde luego no desmintió tal fama. No fue decisivo en el marcador y el Sporting erraría gravemente el tiro si pone su actuación como detonante de su derrota. Pero el enfado de Baraja es entendible dadas varias situaciones puntuales que siempre caían del mismo lado. Si te señalan un penalti inexistente que viene precedido de una clara falta previa. Si no se tiene un mismo rasero para mostrar tarjetas. Cuando un jugador tuyo acaba expulsado en una acción en la que el balón se va por la banda previamente se puede, como mínimo, entender esa sensación de frustración.
El Oviedo más inseguro
- Primera, y dolorosa, derrota de la temporada. El Oviedo sufrió el sábado el amargo sabor de la derrota por primera vez en la presente campaña. Y no fue de cualquier forma. La goleada dejó a los azules noqueados y al Tartiere helado. De piedra, sin reacción. Porque nadie esperaba que algo así podía suceder. Pero esto es fútbol. Y el mejor Zaragoza se vio las caras con el peor Oviedo, como muchos dicen, desde la llegada de Juan Antonio Anquela. El resultado fue una contundente y dolorosa derrota. Ahora toca levantarse, y los asturianos deben hacerlo con la imagen que mostró en las tres primeras jornadas. Jugando al fútbol, queriendo ser protagonista con el balón y volviendo a sonreír de cara puerta. Nadie duda del potencial de este equipo. Este bache no puede desviar a los azules de su camino hacia el éxito.
- La defensa sigue dando de qué hablar. Es el tema de conversación desde que arrancó la temporada. Los fallos en la parte de atrás. Nadie entiende que a la misma defensa a la que la pasada temporada nadie asustaba encaje ahora dos goles por partido. Y en la mayoría se aprecian errores que muy pocos se pueden explicar. Ya pasó en los empates ante Extremadura y Cádiz. Incluso quedó señalada tras el triunfo en Córdoba. Y el sábado, la zaga carbayona volvió a ser el centro de gran parte de las críticas.
- Amargo debut para Joselu. El ariete era titular por primera vez con el Real Oviedo. Salió muy enchufado al encuentro, pero se encontró con la primera pedrada nada más empezar. Pese a ello, siguió intentándolo, pero apenas logró inquietar la meta visitante. Se vio con muchos problemas para lograr crear opciones de gol. Lo único que apreciaba era como la renta visitante se hacía cada vez más amplia. El Oviedo necesita que el Joselu goleador entre en escena, y nadie duda que con el paso de las jornadas se verá su mejor versión.
- Un Oviedo superado. Lo dijo Anquela al término del encuentro. Para el preparador jienense, la explicación de la derrota era muy sencilla. «Nos han superado en todo», destacó el entrenador en la rueda de prensa posterior al encuentro. Los azules se vieron desbordados desde el primer minuto de partido. Y en Segunda, un rival no te perdona. El Zaragoza vio la luz por fuera y por dentro, y ahí no perdonó. Superó al Oviedo en todas las facetas del juego, y logró una goleada que, para Anquela, no tiene excusas.
- Berjón, la nota positiva. Si alguien lo intentó durante todo el partido fue Saúl. Pese a la derrota, el canterano volvió a ser el más destacado de los suyos. Se movió, la pidió y lo intentó, pero nunca vio ese desmarque, esa carrera, ese dos contra uno junto al lateral que tanto peligro lleva a la meta visitante. El ‘10‘ se vio muy solo en la mayor parte del encuentro. Le era muy complicado romper las líneas visitantes para crear ocasiones de gol. La derrota duele, pero toca levantarse. Mallorca será la próxima parada. En Copa, eso sí.