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La mentira tiene las patas muy cortas

Fuente imagen: Real Sporting

Valga la cita de arriba para resumir el partido del Sporting el domingo en Coruña. ¿Por qué sirve de resumen? Porque es volver a Alcorcón hace un mes, a Valladolid hace tres y a Oviedo hace siete. Partidos en los que el Sporting demostró ser un equipo pobre, tedioso, aburrido…

Es un fiel reflejo del entrenador rojiblanco que en esos partidos demostró no tener recursos para arreglar partidos en los que su plan no funciona. Siempre que pueda llamarse plan a meter a nueve tios cerca del área y mandar balones a ver que pasa, después de haber trabajado toda la semana algo distinto para el partido.

El por qué no funciona el equipo rojiblanco con el vallisoletano es algo que ya comente aquí. El problema se puede hacer mayor. El estilo del mister ya lo conocemos todos y nos dejamos «engañar» por su efectividad en casa. Una efectividad que, dicho sea de paso, es tremendamente alta e impropia de cualquier equipo de Segunda División. Sin embargo el nefasto rendimiento cuando se sale del Molinón es una losa enorme.

Mientras los resultados cuadren en casa no debería haber grandes problemas para mantener comba con los de arriba. Pero probablemente no dará para meterte en posiciones de privilegio. ¿Donde esta el problema? Bueno, mas allá de que el Sporting tiene que pelear por subir directo, el gran problema vendría si los resultados en casa dejan de acompaña. Si eso ocurriese, entonces no hay quién ni qué pueda defender al entrenador del Sporting. 

Si, los resultados son lo más importante del fútbol profesional. Pero un entrenador sabe que aunque se trabaje y luche no siempre salen como debieran. Ahí aparecen valores extra de los entrenadores, liderazgo, motivación, realismo… O, por otro lado, un modelo de juego definido y creíble. Como primer ejemplo tenemos a Manolo Preciado, con el que se vieron «auténticas mierdas», pero que salía a rueda de prensa y te lo decía sin rodeos, consiguiendo además echarse un club entero a la espalda con su personalidad.

Ese hombre cuyos méritos deportivos son un ascenso y permanencias tiene una estatua al lado del Molinón con todo merecimiento. Por el lado del juego me gustaría resaltar a Joan Francesc «Rubí». El catalán sin tener una gran sintonia con la afición si podía convencer a parte de la misma con un modelo de juego real. Un estilo definido y moderno y defender su posición como entrenador con esa baza. Rubén Baraja no tiene ni lo uno ni lo otro.

Espero y deseo que los resultados acompañen al equipo. Un mal partido en casa contra el Numancia en Liga y otro partido en la tónica habitual fuera puede romper ese «engaño» y convertir el Molinón en un estadio muy difícil para el entrenador y los jugadores. Y sin el Molinón el Pipo Baraja esta sentenciado.

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