El Real Sporting se está enfrentando de nuevo a una situación complicada en el tramo inicial de la temporada al igual que le pasó el año anterior. Un verano ilusionante; que se transforma en un otoño insufrible a una velocidad pasmosa, tremendamente rápida incluso para el fútbol actual donde los proyectos duran menos de una temporada.
Sinceramente, creo que la plantilla es buena, profunda y más que suficiente para pelear por los puestos altos de la categoría
La andadura de Rubén Baraja en el Sporting sembró dudas al inicio. Pero una gran racha de resultados fue suficiente para asegurarse la confianza de Torrecilla y sostenerse en el puesto a pesar del bochornoso play-off ante el Valladolid. En verano el director deportivo fue al mercado con un muy buen presupuesto para la categoría. Tras la venta de Sergio, el director deportivo salmantino disponía de recursos y la clara intención de darle al míster las piezas que necesitaba para cubrir los problemas que tenía la plantilla.
Rubén Baraja optó por confiar la última rotación de la plantilla a jugadores que habían destacado en el filial la temporada anterior. Incluso Torrecilla alabó que eso le creaba un nuevo escalón salarial y le daba más margen para poder tener un grupo amplio de jugadores de buen nivel.
A priori la plantilla parecía no tener problemas. Tenía todos los perfiles necesarios, por lo menos hasta el mercado de invierno. En este apartado la labor del director deportivo parece buena. Robin Lod, Andre Sousa, Álvaro Jimenez, Molinero y Uros Djurdjevic parecían mejorar las posiciones con respecto al año anterior. Otros venían a ser complementarios pero buenos para la categoría. Casos como el de Isaac Cofie, Geraldes, Peybernes o Blackman.
Sinceramente, creo que la plantilla es buena y profunda. Es más que suficiente para pelear por los puestos altos de la categoría. Sin embargo sin un buen entrenador que potencie el grupo y no base su juego en individualidades es imposible ver un buen nivel colectivo.
No se necesita tener al mejor estratega del mundo. Ni tampoco a los mejores jugadores de la categoría. Solo a alguien que no quiera vender duros a seis pesetas.
Su principal carencia: el entrenador
Un año después la carencia del equipo vuelve a ser la misma, su entrenador. Este está siendo el punto donde Torrecilla está fallando. Es algo que ya le llevo a fallar en Sevilla; el no entender la idiosincrasia del club en el que está. En ambos sitios el salmantino intentó imponer un entrenador que encajara con su proyecto sin tener en cuenta si su afición lo ha aceptado o no. En el Betis no acabó ni su primer año de contrato y si sigue por el mismo camino puede que en el Sporting tampoco termine ese contrato.
Gijón puede parecer un sitio difícil por la exigencia en relación a los recursos pobres que se tienen. Pero mi opinión es la contraria. El sportinguismo es una afición muy fácil de contentar. No se necesita tener al mejor estratega del mundo. Ni tampoco a los mejores jugadores de la categoría. Tampoco un fútbol virtuoso ni espectacular. Solo a alguien que no quiera vender duros a seis pesetas. Lo que el sportinguismo demanda son valores. Y entre ellos hay tres que esta afición siempre ha valorado: sinceridad, valentía y carisma. Un entrenador que salga a rueda de prensa y diga lo que es evidente, que si has hecho un mal partido no intente venderte un discurso artificial y aburrido. Que sea capaz de apostar por lo de abajo con continuidad. Que sea capaz de motivar a algún aficionado.
Paco Herrera parecía que podía ser este tipo de entrenador. Sin embargo fue incapaz de transmitir nada en cuando se torcieron los resultados y Rubén Baraja en ningún momento ha demostrado tener capacidad de conectar con nadie. El próximo entrenador del Sporting puede estar cerca y si lo escoge Torrecilla más vale por su bien y por el de todos que sea más flexible con su elección.