En los viajes de larga duración la convivencia no es fácil y si hay problemas a bordo, los problemas se multiplican por generación espontánea. Navegar con viento a favor nos convierte a todos en excelentes marineros pero con marejada, viento en contra y alguna manga marina no resulta tan fácil. En determinadas circunstancias, los capitanes parecen grumetes. En según qué condiciones, los timoneles actúan como guiados por una brújula desnortada. Es entonces cuando entre la tripulación pueden darse varias soluciones. Alguien con cualidades hasta entonces ocultas o reservadas toma el mando. Arriar los botes salvavidas y gritar aquello de ¡¡¡ Sálvese quien pueda!!! Ambas pueden ser positivas para la seguridad del bajel o definitivas para su seguro hundimiento. Mi viejo chamán del fútbol me decía, tijeras y navaja en mano, que las ratas son las primeras en bajar del barco. Muchos seguimos navegando, confiando en el capitán, apoyando al timonel y dándole cariño a la tripulación. Seguro que Montilleta compartiría este mi humilde parecer.
Una temporada en alta mar
Teniendo en cuenta que una temporada dura cerca de 10 meses, su similitud a un viaje transoceánico es bastante grande. Si miramos los presupuestos con los que cuentan los clubes de fútbol que actúan en las grandes competiciones europeas, la semejanza es mayor. Los grandes cargueros surcan los océanos durante meses y los grandes equipos tienen las temporadas más largas del calendario futbolístico. Las compañías petroleras llenan las bodegas para rentabilizar sus inversiones extractivas. Las grandes empresas futbolísticas componen planteles con gran cantidad y calidad de jugadores. En ambos casos, el capitán de la nave es el máximo responsable del buen funcionamiento y de la rentabilidad del proyecto. Este elegirá a su timonel para una navegación segura y confortable, para evitar oleajes, marejadas y tormentas. De sus actos, decisiones e incluso de su inacción, dependerá el buen ambiente en toda la tripulación.
Peligros a bordo
Cuando falla el capitán, el timonel puede ser el encargado de dirigir la nave pero si este falla también, la nave zozobra. Si es el timonel el que falla, el capitán tiene la obligación humana y empresarial de encontrarle relevo en su tripulación. Para ambas empresas, el hecho de contar con probables timoneles fieles será definitivo. La voluntad del capitán de mantener al timonel contra viento y marea puede volverse en su contra. En su contra porque los aspirantes ven en ello una debilidad y el resto de la tripulación un problema. Si la nave no retoma el surco triunfal, los motines se sucederán y el capitán perderá su vara de mando.
Un crucero no se acaba hasta arribar a puerto
Sería mala solución cambiar un capitán a mitad del trayecto. Conoce como nadie a su tripulación, ha estudiado a fondo los posibles obstáculos a sortear, tiene claro el camino a seguir. Si se le ha investido de autoridad para ello, es el momento de confiar, cerrar filas y remar todos juntos. Una vez llegados a puerto, será hora de plantearse si el capitán ha comandado la nave con acierto, si ha dispuesto de la mejor tripulación posible y si el trayecto elegido fue el mejor. No hay puertos en los que bajarse ni botes que arriar. Hombro con hombro, esfuerzo común, solidaridad y confianza serán las únicas virtudes que ayudarán a enderezar una nave que zozobra. Y zozobra en mares abiertos del viejo continente y a orillas de Mediterráneo. Esperemos que la Copa sea una pequeña laguna de aguas tranquilas.
El capitán pasa lista
En momentos de zozobra, de inestabilidad, incertidumbre e inquietud, el capitán de la nave tendrá la posibilidad de saber quien le es fiel en su tripulación. Con ellos contará para toda la travesía, dejando de lado a aquellos que mostraron su recelo y desconfianza a las primeras olas. Con viento a favor, todos navegan bien. Tras la tempestad viene la calma, siempre ocurre igual por larga y violenta que sea la tormenta. Una vez atravesado todo, hará bien el capitán en no admitir nuevos viajeros que solo surquen pequeñas olas. Seguro que los buenos marineros criados entre el Turia y la Albufera solo piensan en remar para que la nave llegue a los mejores puertos de Europa. ¡¡¡ AMUNT VALÈNCIA!!!
Es Valencia mi tesoro,
es Mestalla mi libertad,
es mi ley, mi sentimiento,
mi única patria, ganar.
@VicentSarrion