El pasado sábado la UE Llagostera lograba su sexta victoria consecutiva en casa y la quinta seguida en liga. Mirando el calendario me di cuenta que ya hacía cinco meses exactos que mi equipo volvía de un viaje que muchos recordamos como uno de los peores que hemos podido afrontar como seguidores de este club. Más de 1200 kilómetros en un día, para volver con el triste y amargo sabor del descenso, pese a que algunos afrontábamos el encuentro con optimismo, la sensación que ofreció el equipo durante toda la temporada nos preparó para ese viaje, el final de un ciclo. Aún recuerdo la incredulidad en el rostro de Lucas Viale, la amargura de Pitu sentado en el campo cabizbajo, la nobleza de Marcos Pérez al acercarse hasta nosotros y decirnos «No os merecéis esto», demoledor. Cinco meses y doce jornadas después seguimos en ese viaje de vuelta.
Cinco meses más tarde la UE Llagostera, y después de más de cuatro años, encabeza la clasificación de su grupo de Tercera División. Lejos de creer que en doce jornadas volvamos a ser lo que fuimos hace prácticamente una década, las similitudes con aquella etapa llegan con timidez y precaución a la memoria. El Municipal de Llagostera aún no ha visto más que victorias y la percepción de que los equipos que quieran sacar algo de su visita al feudo llagosterense deben hacer algo más que jugar al fútbol, vuelve a sobrevolar por el vetusto Municipal. Y como no la vuelta del Míster es otro de los factores que agudiza esa percepción, «Madre mía que puñetazo le acaba de dar Oriol al banquillo, este año el que no corra no juega» era el comentario de Jaume, fiel seguidor, en un encuentro de pretemporada. El Míster parece haber encontrado ese anexo y esa complicidad con sus jugadores y cuerpo técnico que antaño tuvo con aquellos que le siguieron a lo largo de aquel viaje sorprendente.
Cinco victorias consecutivas, temporada 2010/2011 desde la jornada 16 hasta la 20, esa sería la última vez que la UE Llagostera lograba una racha semejante. Uri Santos, Pedrito, Portolés, Quim Boadas, Aimar Moratalla, unos tales Eloy Amagat, Álex Granell y David Costa, fueron parte de aquella plantilla que conseguiría el ascenso a Segunda B. Como dicen las comparaciones son odiosas, pero la actual plantilla de la UE Llagostera ha conseguido igualar el mismo compromiso, esfuerzo, trabajo y generosidad de aquella plantilla. Oriol Alsina ha vuelto a inculcar esas características a un grupo de jugadores, que aparte de sus virtudes como futbolistas se han involucrado en la indiosincrasia de este club.
Compromiso, trabajo, esfuerzo, generosidad, es lo que se vuelve a respirar por todos los rincones del Municipal. Las gradas vuelven a llenarse poco a poco y los periodistas, ojeadores, ex-futbolistas, entrenadores vuelven a asomarse por el arco de la entrada del campo para ver y preguntarse si este club volverá a resurgir de sus cenizas. Sinceramente no lo sé, yo lo que veo es a Sascha bajar neveras del cielo con el pecho pies y cabeza, a Moussa, Erik y Gil haciendo mil y una travesuras, esa bendita zurda de Pitu y la elegancia de Maik, la voracidad de Pol y Yeray, a Lucas, Amantini, David Bigas, Aimar, Crespo, Toni Cunill, Maynau construyendo un muro infranqueable durante los noventa minutos, al «Santo» y como «Buen Pastor» cuidando de sus ovejas, Marcos «Tu si que te lo mereces», a aquellos que a la sombra del Míster esperan pacientemente su oportunidad como Arimany, Ousman, Marc Medina, Dani y que cuando saltan al césped no escatiman en esfuerzo. Eso es lo que volvemos a ver en el Municipal en ese viaje de vuelta.