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El día D

El tiempo es una variable incontrolable y a la que el ser humano no es capaz de actuar. El tiempo pasa, corre y nadie puede pararle. Así, hace seis meses que medio millar de mallorquinistas empezaban una travesía hacia Miranda de Ebro para ver a su equipo ascender, una jornada maratoniana en busca de un obetivo, vencer en tierras leonesas.

El Mallorca celebra junto a su afición en Anduva su ascenso

Junto a esos 500 aficionados fueron un grupo de jugadores que ese día querían dejar marca en la historia de un club centenario. Tras un año donde el Mallorca se paseó por el grupo III de la categoría de bronce llegaba el día D donde todo el mallorquinismo se concentró, jugadores y aficionados se conjuraron y se fusionaron en uno para volver al fútbol profesional. Todo el trabajo de un año dependía de un partido.

Tras el 3-1 de la ida, los bermellones llegaban a Anduva con la intención de mantener un resultado bastante favorable. En Miranda de Ebro le esperaba un infierno, o eso decían, pero el infierno lo armaron el Mallorca y los suyos. Los mallorquinistas crearon una colonia en el fondo – y porque no dejaron entrar a más- donde silenciaron de todo un estadio. En el césped el Mallorca diseñó una maraña en la que los locales no pudieron encontrar resquicio. El buen hacer de los de Vicente Moreno hizo que el partido perdiese toda emoción, con el partido controlado solo ponía en tensión un gol del Mirandés, pero ese gol nunca llegó.

Los once del Mallorca fueron capaces de frenar cualquier intentona de Cervero, la principal baza ofensiva de los locales. Raillo y Campos fueron capaces de dejar en el dique seco al máximo goleador del Grupo II y que no pusiese en peligro la meta defendida por Manolo Reina.

Recibimiento en la Plaza de Cort.

Tras minutos de nervios, donde los bermellones veían la luz del final del túnel, en Mallorca y en las gradas de Anduva se vivía una fiesta. A cientos de kilómetros del lugar de la batalla se congregaron miles de mallorquinistas en la plaza de Las Tortugas, lugar de culto para los aficionados del Mallorca. El núcleo del mallorquinismo revivía años después,tras el pitido final, Palma era una fiesta gracias a los héroes de Miranda. Al día siguiente, la capital balear seguía teñida de rojo. Unos tres mil mallorquinistas esperaban en la Plaza de Cort a sus nuevos ídolos, una fiesta como las de antaño que terminó en la sagrada fuente.

Los jugadores en la Plaza de las Tortugas

Tras años de penúrias los baleares fueron capaces de ver como su equipo del alma volvía a gozar de un acontecimiento deportivo importante. En un año donde se sufrió la Segunda B también se disfrutó, el equipo rindió, dejó momentos de éxtasis como la victoria en el derbi palmesano (3-2) ante el Atlético Baleares o el 3-1 al Mirandés en la ida donde Son Moix fue una fiesta. Un lustro después el mallorquinismo tenía motivos para sonreír gracias a un grupo liderado por Vicente Moreno que sigue dando alegrías.

Ese 27 de mayo de 2018 ha supuesto un antes y un después en la historia del club balear, o eso parece. Encontrar a Vicente Moreno y juntar a unos jugadores que protegen el escudo como merece un club centenario de este calado ha abierto en el tiempo una nueva página en el libro de los baleares, una nueva página que nadie sabe que le va a seguir pero que auguran tiempos mejores.

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