Este sábado, 15 de diciembre, a las 16:15 el Estadio José Zorrilla respiraba un aroma de qué algo iba a pasar. Nerviosismo y euforia mezclados entre los aficionados pucelanos y colchoneros. No eran conscientes del espectáculo que iban a presenciar. Con el silbato de Unidiano Mallenco, árbitro encargado de dirigir el partido, daría comienzo el partido.
Los primeros minutos del encuentro empezaron fríos, como el clima en la ciudad vallisoletana. Instantes de tanteo, de medir las distancias, como si de un partido de boxeo se tratase. Ninguno se aventuró a lanzar un golpe directo, con miedo a recibir un duro contragolpe y exponer debilidades. En teoría, y así fue, el equipo que llevó las riendas del envite fue el visitante, debido a la gran diferencia de ‘status’.
El equipo de Diego Pablo Simeone volvía a Pucela, ante el equipo de Sergio González, o más bien de Ronaldo. Un equipo que a lo largo de la temporada ha mostrado su alto gen competitivo, basando sus virtudes en una defensa difícilmente expugnable por cualquiera, un grupo capaz de hacer gol de la más mínima oportunidad. Muy similar a lo que son la raíces de su adversario.
Durante la primera media hora tímidas aproximaciones, sin ningún peligro preocupable por parte de ambos clubes. Escasas llegadas a partir de jugadas aisladas, centros laterales, algún balón parado. Poca cosa que pudiera levantar la expectación de una poblada grada. Hasta que un croata muy cuestionado haría cambiar el guión del partido en el minuto 26. Kalinic batió a Masip en un mano a mano producto de un genial pase de su compañero francés, Griezmann. Balón filtrado a la espalda de la defensa local, el croata y el francés conectaron a la perfección dando la ventaja momentánea a los de Simeone.
El más eficaz sobre el césped obtuvo el premio del gol. Los primeros fantasmas en los aficionados del Valladolid. Un rival superior, con el marcador por delante, además frente a un auténtico especialista en disfrutar de ventajas cortas. Pero, el equipo respondió de forma valiente, decidió bailar al equipo rojiblanco. Ünal casi puso las tablas en el marcador en una buena jugada colectiva, y cuando todo indicaba que el primer tiempo terminaría con cero a uno para los visitantes. Llegó una jugada que acabaría en el VAR. Disparo de Griezmann que golpea en el brazo del defensor vallisoletano, penalti que el mismo jugador galo se encargaría de transformar. Todo muy cuesta arriba para los de Sergio González.
El segundo tiempo dio comienzo entre recelo y miedo en las gradas. Pavor a una posible goleada colchonera, como la que recibió el Alavés la jornada pasada, a pesar del buen primer tiempo. Pero, no fue así. El Valladolid nos reservaría una proeza digna de obtener beneficio, aunque no la obtuvo. La segunda parte la grada apretó al ver como su equipo quería ser partícipe de lograr arrebatar la victoria a su rival. Incesante, atrevido y con ganas de fiesta, así salió el Real Valladolid. Mucho protagonismo para sus extremos: Toni Villa y Keko, quienes torturaron a los laterales rojiblancos, principalmente a Filipe Luis, quien no pudo finalizar el partido.
Godín y Savic se vieron las caras con el delantero turco y su pareja de baile: Plano, en una batalla feroz por el aire. La ventaja se acortaría en el minuto 57, tras un buen córner al corazón del área para que Calero hiciese soñar a los suyos. El milagro no era una utopía, el Atlético de Madrid sangraba y el Valladolid olió la sangre. El equipo de Simeone flotaba sobre una nube de color morado y blanco capaz de narcotizar el buen hacer defensivo de los rojiblancos. Y así fue como el partido, aparentemente controlado por los visitantes, cambió de rumbo. Un agobiante ataque y derribo desde los balones por arriba.
De tal modo que el partido se pondría en tablas, ante la sorpresa de muchos, nuevamente en una jugada que se inicia desde la esquina. El empate aparece en una jugada de carambola tras el remate de Enes Ünal de cabeza que golpearía en el cuerpo de Saúl para -de este modo- acabar en el fondo de la red rojiblanca. Empate y el Atletico de Madrid no era consciente de lo que allí estaba ocurriendo. Incapaz de curar una herida que se abrió y ahora deja moribundo.
Minuto 62, aún media hora en la que podía pasar de todo. Ahora el miedo era tangible, hasta que punto arriesgar por los tres puntos era la opción correcta. Sin dudas los de casa había conseguido un punto que parecía imposible, 15 minutos antes. El riesgo lo asumió el equipo visitante, el de la tabla a,ta, el que si quería seguir la estela del Barça debía ganar. Minuto 80 y Griezmann encontró la llave de los tres puntos. Un duro golpe que arrebataba el premio, que quizás merecían los locales. El equipo colchonero anotó gracias a un gran revuelo en el área tras un córner, Savic asiste y el galo hace un golpeó ganador.
Los de Simeone sufrieron para hacerse con los tres puntos, el VAR intervino, hubo goles y mucho por decidir durante todo el partido. Ambos conjuntos han protagonizado una batalla digna de los gladiadores romanos, donde el más efectivo se llevó el gato al agua. Un tiempo para cada equipo, pero los tres puntos viajarán a Madrid.