El año 2018 pasará a la historia del Sporting como uno más. Un año más en el que la fiel afición rojiblanca estuvo siempre con su equipo a pesar de malas rachas y temporales. Un año en el que nuevamente el aspecto deportivo fue una decepción, pues el club gijonés no logró retornar a la máxima categoría a pesar de tenerlo prácticamente hecho en el mes de Mayo. Pero en lo que, e insisten mucho en ello, parece que el Sporting si ha cumplido los objetivos en el plano económico. La deuda que casi hace desaparecer a la entidad hace escasos tres años y medio, es historia. O al menos, eso afirman desde la gerencia.
Una remontada increíble
Jairo Pintado
El Real Sporting de Gijón acabó el año 2017 con una racha de partidos muy malos que provocó el cese de Paco Herrera. Para sustituir al técnico catalán se contrató a Rubén Baraja. El entrenador vallisoletano llegaba a Gijón con poca experiencia en el fútbol profesional, habiendo entrenado a algunos equipos de Segunda División.
Con la llegada de Rubén Baraja también se abría el mercado de fichajes invernal, muy necesario para el equipo sportinguista, que necesitaba traer jugadores y desprenderse de algunas fichas. Hubo cuatro bajas (Xandao, Scepovic, Rachid y Moi Gómez) y cuatro altas (Jony, Hernán, Guitián y Nano Mesa). La vuelta a casa de Jony Rodriguez hizo que la afición se ilusionara de nuevo en el equipo, acompañado de la llegada del nuevo entrenador.
Los primeros resultados de la nueva etapa no podían ser mejores en casa, pero los partidos fuera del estadio gijonés se atragantaban. La primera semana de Febrero se disputó en el estadio Carlos Tartiere el segundo derbi asturiano de la temporada que finalizó con victoria del Real Oviedo.
Desde este encuentro, el equipo comenzó una racha de partidos increíbles sin perder, ya sea en casa como fuera, iniciando una remontada clasificatoria inimaginable a principio de año. El portero Diego Mariño se lucía con grandes paradas, la defensa acababa los partidos con portería a cero, Bergantiños y Sergio Álvarez eran los timones del equipo. Michael Santos no paraba de marcar goles y Jony no dejaba dudas sobre su físico y realizaba exhibiciones en cada encuentro.
El mes de Febrero acabaría con una de las peores noticias posibles. El gran delantero español y emblema del Real Sporting Enrique Castro “Quini” fallecía a causa de un infarto de miocardio provocando una tristeza en todo el país difícil de superar. El mundo del fútbol se puso de luto para homenajear al esplendido jugador y mejor persona.
La caída en el momento más inesperado
Nacho Pérez
El Sporting, ya con Baraja asentado en su dirección, era un conjunto temible como local. Pero a domicilio le costaba. No fue hasta Marzo cuando todo se lanzó definitivamente. El Sporting siguió ganando en casa y aprendió a hacerlo fuera. En total una racha de ocho victorias y doce encuentros sin conocer la derrota, auparon al Sporting hasta incluso el liderato de la categoría en Abril. Nadie pudo imaginar que ese sería el comienzo del fin.
Una derrota en Zaragoza, injusta por los méritos desplegados por los rojiblancos, lo propició todo. Abrió las dudas y a esa le siguieron otras dos frente al filial culé y el Tenerife. Tres derrotas que dejaron al Sporting sin opción ya de pelear por el ascenso directo, pero gracias a la anterior racha tenía el play-off casi asegurado. Esa era su meta: lograr ascender en el play-off. La afición seguía confiando, aunque al equipo se le notaba algo de frescura. No se le dio importancia a la sonrojante derrota en Córdoba en la última jornada, pues ya se pensaba en superar al Real Valladolid en el play-off.
Pero eso no ocurrió. El conjunto blanquivioleta fue muy superior al gijonés. Venció con claridad en la ida en tierras castellanas y fue solvente para volver a hacerlo en Gijón. Los pucelanos acabarían ascendiendo, pues fueron, sin más, el mejor equipo del play-off. En el seno del Sporting nadie se creía como en apenas mes y medio el equipo se desmoronó de tal forma que se veía abocado a militar un año más en LaLiga 1|2|3.
Una ‘torre de Babel’ rojiblanca
Pablo Infiesta
Tras el fracaso, llegó la cruda realidad. Un nuevo verano y un nuevo proyecto con Miguel Torrecilla al mando. Esta vez, de nuevo, había que hacer una remodelación completa del equipo, y el presupuesto se reducía drásticamente. La columna vertebral de la pasada temporada desaparecía casi por completo y había que buscar un nuevo rumbo. Hasta siete bajas, algunas de ellas importantes como Bergantiños, Sergio Álvarez o Barba ya no estaban y hubo que acudir al mercado.
El Sporting optó por acudir, en mayoría, al mercado extranjero. Los lusos André Sousa y Geraldes llegaron a principios de Julio, a los que se unió Molinero para cerrar el lateral derecho, huérfano hasta principios de ese mes. Robin Lod llegó como un movimiento furtivo del director deportivo. Un finlandés proveniente del Panathinaikos griego. Un jugador contrastado. Que venía de jugar en Europa, internacional absoluto, venía a jugar a la Segunda División con el Sporting.
Otro jugador llegaría tapado. El caso de Neftali es algo extraño. Llegó a prueba del Basilea, convenció y todo apunta a que acabará siendo propiedad del cuadro rojiblanco. Lo siguiente fue un central, para apuntalar la segura baja de Barba. Peybernes llegó en busca de estabilidad para suplir a un Barba deseoso por volver a su país, a cualquier precio. El conjunto rojiblanco había perdido el músculo en el centro del campo, y eso dio paso a que Isaac Cofie recalara proveniente del Genoa. Otra sorpresa.
Pero lo que dejaban claros los partidos de pretemporada era una innegable falta de gol. Eso dio pie al mayor desembolso de la historia rojiblanca. Tras un preámbulo con la llegada de Blackman, el Sporting pagó más de dos millones por Djurdjevic. El serbio provenía del Olympiacos. Un delantero guerrero y peleón, con olfato de gol y buen golpeo. Sobre el papel, tenía que ser otro que marcase las diferencias. Sobre la bocina casi, les llegó el turno a Noblejas y Jiménez. Dos fichajes extraños, Noblejas por ser un parche y tapón a la cantera. Álvaro por su condición de extremo diestro y no zurdo, que era la posición requerida tras la marcha de Jony.
Lo cierto es que hubo movimientos magníficos e inesperados. Pero Torrecilla había creado un ente nuevo. No parecía el Sporting ni tenía su espíritu. Un mix de jugadores que nadie sabía como funcionaría.
De la ilusión a la apatía
Javier Rodríguez
Pero, a pesar de todo ello, el tramo inicial de la temporada pintaba ilusionante para gran parte del sportinguismo. Tras otra excelente campaña de abonados el equipo parecía más que preparado para afrontar el reto que se escapó. Se empezó la temporada de manera correcta, pero el juego no acababa de convencer. Las fisuras empezaron a verse ya con el primer rival directo y de enjundia: el Deportivo de la Coruña. Ahí se empezó a torcer todo. Esa derrota fue el germen de lo que pasaría en semanas posteriores.
Se alternaron cosas buenas, como la buena imagen dada ante el Numancia a pesar del empate, o la victoria frente a Las Palmas, con derrotas dando una imagen vergonzante. Esto ocurrió en las derrotas en El Sadar y en el Wanda ante el Rayo Majadahonda; por no hablar de un frustrante empate -y gracias- contra un Reus sin cobrar en El Molinón.
Los números del Sporting, aunque malos, no eran insalvables. La Liga 1|2|3 es muy larga y todos los equipos pasan por rachas malas. Sin embargo, el problema era más hondo. Seguía sin haber carácter en el equipo o en el banquillo. Al empate frente al cuadro catalán le siguió un agónico pase en Copa del Rey y un insulso empate en Cádiz. Fue justo antes de que todo estallase definitivamente por los aires. Antes ya había habido fractura con la grada, pero en la siguiente jornada, en el empate pidiendo la hora frente al cuadro blanquiverde la grada lo tuvo claro: Baraja no podía continuar en el Sporting.
El efecto ‘Jose Alberto López’
Alberto Algueró
Y llegó Noviembre, que supuso el punto de inflexión para el Sporting. Empezó con una victoria en Copa frente al Eibar, pero que no calmó las aguas, más tras una sonrojante nueva derrota en Almería. Ahí la ‘silla’ de Rubén Baraja empezó a temblar. Pero la caída del técnico vallisoletano no se produjo hasta dos semanas después en Oviedo. El 17 de noviembre, en el Carlos Tartiere, el Sporting estiró la pata, pero la derrota ante el máximo rival sirvió para revertir definitivamente la situación.
Baraja fue cesado después de catorce jornadas que no hicieron sino presagiar un final que pudo ser fatal. Llegó Jose Alberto López después de haber hecho historia con el filial sportinguista. La piedra de toque inicial fue Granada. Plaza donde el Sporting jamás había cosechado una mísera victoria. Pero el Sporting, contra todo pronóstico, venció en donde no lo había hecho nadie esta temporada (1-2) y, además, convenció.
Cuatro partidos después, el nuevo Sporting de Jose Alberto ha sumado once puntos de quince posibles. Ha recuperado antiguas señas de identidad, como la intensidad y la ambición. La afición, soberana, ha sabido reconocerlo y el buen ambiente ha retornado al Templo. Todo ello ha provocado que el equipo, actualmente, se encuentre en la novena posición de la tabla. A seis puntos de la promoción y a once del ascenso directo.
En el plano institucional y económico, el curso se cerró con la Junta General Ordinaria de Accionistas, celebrada el día 14 de diciembre. A todas luces, la gestión de la directiva ha sido calamitosa. Aunque Javier Fernández ha querido ‘sacar pecho’ de su gestión económica. Muchos socios no lo ven así y como es habitual el Consejo de Administración se expuso a las más ácidas y justificadas críticas por su gestión.
Se termina el 2018 y nuevos horizontes se otean desde la montaña rusa por la que ha trascendido el Sporting hasta hoy. Ojalá el 2019 conlleve la estabilidad que el club necesita. Y si puede ser en lo más alto, mejor.