Los aficionados «groguets» recordarán el 2018 como una montaña rusa de emociones y sensaciones. El «Submarino amarillo» ha completado un año con tantos altibajos que es difícil encajar con solo un adjetivo. Rachas negativas y positivas se han ido alternando en estos 12 meses en los que primero Calleja, y ahora Luis García Plaza, no han conseguido dar con la tecla para sacar lo mejor de una plantilla con alto nivel.
El año 2018 empezaba con Calleja al mando del equipo. El madrileño sucedía a Escribá tras su destitución a finales de septiembre del 2017, y con el equipo a solo 3 puntos del descenso a pesar de las buenas incorporaciones como Fornals, Bacca o Semedo, de quien se suponía que tenía suficiente calidad para competir en un club de exigencias como el Villarreal. En 2 meses, el nuevo técnico le cambió la imagen al equipo.
El club de «La Plana» terminaba el año en una meritoria sexta plaza a solo 4 puntos de la Champions League y con una enorme victoria en Mestalla en el gran derbi de la Comunidad Valenciana. El equipo competía siempre, y con jugadores titulares que procedían del filial. Rodri Hernández se postulaba como el jugador revelación del año, Raba aparecía en titularidades, Pau Torres, Leo Suárez… el filial nutría el primer equipo y los resultados llegaban.
El rombo de Calleja
Si algo funcionaba bien en el Villarreal era la nueva formación que alineaba Calleja. El rombo en el centro del campo, sin extremos puros, era una constante en cada partido de la escuadra amarilla. Con jugadores de la talla de Fornals, Rodri o Trigueros, el técnico madrileño impuso un esquema que potenciaba el juego interior y la caída a bandas de los puntas Bacca y Bakambú. Y los resultados llegaban: 0-1 en el Bernabéu, 4-2 ante la Real… el equipo se colocaba a un único punto de Champions y a 6 de sus perseguidores.
Sin embargo, llegaba el primer bajón del año. El mes de febrero pasó factura al equipo y solo se consiguieron 4 puntos de 18 posible. Además, la eliminación europea ante el Olympique de Lyon en dieciseisavos resultaba un duro golpe para el club, que había puesto esperanzas en llegar lejos. Incluso en Copa del Rey caían eliminados frente al Leganés. Llegaron las pascuas y el Villarreal andaba sexto y eliminado de todas las competiciones. A pesar de esto, de nuevo se encadenaba una buena racha positiva (con victoria frente al Atlético de Madrid) que permitían hacerse con la quinta posición.
Faltaban 9 jornadas para el final de temporada, y el Villarreal se jugaba el puesto junto con el Betis y el Sevilla. Aunque finalmente se conservase, el equipo de Calleja encadenaba grandes exhibiciones con partidos nefastos. No obstante, sus rivales tampoco conseguían puntuar de 3 en 3, por lo que o por mérito «groguet», o demérito de los rivales, Calleja y sus jugadores conseguían, por quinta temporada consecutiva, el pase a Europa League.
Verano ilusionante
El Villarreal conseguía su decimotercera participación para competiciones europeas. Un hecho memorable pero, sin embargo, las ventas de hombres importantes como Rodri o Samu Castillejo obligaban a acudir al mercado. Fue un mercado muy ilusionante para la afición «grogueta». El gran ídolo Santi Cazorla volvía al club que lo vio despuntar, llegaba Funes Mori desde la Premier, Toko Ekambi como reemplazo de Bakambú, Gerard Moreno… se prometían grandes esperanzas para la temporada próxima. Sin embargo, los fichajes que pidió Calleja fallaban en algo: no había ningún extremo natural en el equipo, a excepción de Pedraza.
El campeonato liguero era una auténtica montaña rusa de marcadores y cambios de posición. Y el Villarreal pagaba las consecuencias. El juego del equipo con el rombo era lento y utilizaba largas posesiones muy estériles. No se creaban ocasiones de gol por la falta de profundidad de los puntas. Así pues, demasiados centrocampistas querían la pelota al pie y nadie aceleraba el juego o desbordaba por banda.
Preocupante final de año
El Villarreal llegaba a noviembre con solo 11 puntos, marcando el peor registro de su historia en Primera División. Incluso empeora los números de la fatídica temporada del descenso, con la que tiene muchos parecidos (fichajes de renombre que no funcionan, cambios de entrenador, competición europea…), aunque la plantilla actual es mejor que la de la 2011/12.
Cada partido de Calleja se había convertido en un match-ball que superaba con muchas dificultades. Sin embargo, un chico nigeriano procedente del filial puso algo de mordiente al equipo. Samuel Chukwueze subía al primer equipo y, desde el primer momento, no se arrugó ni un instante. Incisivo, rápido, goleador… Era el extremo que le faltaba al equipo y con solo 19 años se cargaba el equipo a la espalda. Que Chukwueze cogiera los galones de un equipo en competiciones europeas no solo habla bien del joven, sino que dice muchas cosas (y muy pobres) de un equipo abocado a la deriva si la situación no cambiaba.
El Villarreal termina el año en posiciones de descenso. Sin embargo, no todo es negativo. En Europa League se enfrentarán al Sporting de Portugal en dieciseisavos, y en Copa del Rey al Espanyol. Quizás Luis Garcia sepa cambiar el juego y la imagen de un club que, por el momento, vive una situación preocupante.