2018 para la Cultural y para León ha sido el año del descenso a Segunda ‘B’. De la vuelta al infierno del que tanto costó salir, pero también un año de aprendizaje, de servirse de la experiencia y no volver a cometer los errores que lastraron al equipo a volver a una categoría de la que tanto costó salir.
La primera piedra de este aprendizaje la puso despidiendo a Cea -el equipo no jugaba a nada y así no iría a ningún lado-; la segunda, sería arreglar de verdad -no como la temporada pasada- la mala planificación de la plantilla. La diferencia con el anterior mercado de fichajes de enero es que esta vez solo hay que retocar un poco la plantilla.
Crónica de un descenso anunciado
A pesar de que en enero el equipo no lo hizo del todo mal y acabó fuera del descenso, Febrero fue el mes horribilis, perdiendo en Pucela, Huesca, ante el Rayo en casa y luego frente al Almería. Muchos de sus aficionados perderían la fe; ya solo iban al Reino porque entendían eso como una pasión y, aunque no quisieran, acababan por ir.
El equipo pasaba por una crisis de libro: no conseguían jugar bien; débiles en defensa; y lo peor, faltaba actitud. Nadie, ni jugadores ni gran parte de la afición creía en Rubén de la Barrera -aunque de abril para delante, darían todos un paso y mejoraría la situación del equipo-.
Marzo, parecía tener otra cara: comenzaba con una victoria ante el Reus, y, pese a perder 4-0 ante el Sporting y 0-1 con el Cádiz, se empataría a cero en Albacete. Algo era algo, como se suele decir. Tras esto, era el momento de dar un golpe encima de la mesa y vencer al Zaragoza en casa, pero Borja Iglesias no quiso que eso sucediera… Es que es muy bueno, decíamos.
Entonces volveríamos a Barcelona, donde empezó todo, y curiosamente, donde resurgiríamos; ganamos 0-1 en un partido épico, defendiendo ese gol anotado por Emi Buendía con uñas y diente y con uno menos desde el 37′.
Vendría lo mejor de la temporada, y, pese a que el final fuera triste, disfrutamos de una Cultural que jugó a fútbol de forma fantástica ante equipos como Tenerife, Granada, Córdoba u Oviedo. No obstante, esto tiene una parte mala, que es, que hay que aprender de lo mal que se jugó contra el Nástic y Numancia. Si se vuelve a ascender, no se pueden cometer errores como estos.
Vuelta a la Segunda ‘B’
Ya con Víctor Cea al frente tras destacar al frente del Unión Adarve, fue un verano movidito. Con muchas posibles renovaciones, con otras sorprendentes y con fichajes que al final no se produjeron. Sin embargo, al final, la planificación no fue del todo buena; de hecho, va a haber que hacer unos retoques en este mercado de invierno.
Tras una pretemporada de la que no se podían sacar muchas conclusiones, llegó la primera jornada: 4-0 al Rápido de Bouzas; empezaba bien la cosa. Pero se iba a torcer a la semana siguiente con la derrota en Pontevedra. Dosis de realidad que nos bajaba a todos de la nube.
Por un momento pareció un espejismo, ya que ganamos al Atleti ‘B’ jugando mucho mejor que en tierras gallegas; pero a la jornada siguiente, el Real Madrid Castilla nos remontaba el tanto inicial de Aridane y volvería la Cultural de la segunda jornada.
Se irían consiguiendo puntos pero la imagen sería la misma: la de un equipo que no cree en su entrenador y en que, una vez se lograba marcar el tanto inicial, se echaban atrás en vez de ir a por más.
En noviembre se sumaron solo 4 puntos -ante Celta ‘B’, Fuenla, Ponfe y Burgos-; la imagen no cambiaba, equipo plano y una afición desilusionada. Entonces, llegó el día en el que se tocó fondo: la derrota 2-0 en el Helmántico; tras eso, dos victorias –Guijuelo y Fabril– que acabaron de sentenciar al míster.
No dejó de sorprender que fuera cesado después de dos victorias; pero sí que fue con razones, pues el equipo era totalmente plano, y, pese a estar en play-off, estaba claro que de seguir así, la Cultural acabaría, como mucho cuarta.
Con José Manuel Aira los jugadores fueron otros. La pelota no entró, pero sí que se jugó a fútbol; se tuvieron ocasiones más que claras y se mereció ganar. Así que a ver que nos depara el 2019 con Aira en el banquillo.