El año 2018 del Barakaldo se puede resumir en el que cuadro fabril ha vuelto. Ha vuelto a su sino, que no es otro que estar siempre en la pelea por el ascenso. Clasificado en la zona noble de una tabla que le permita estar hasta el último minuto de la última jornada enfrascado en esa pelea por el play-off. En la temporada 2017/2018 no pudo, pues fue incapaz de aguantar el ritmo de puntuación de sus rivales. Pero su temporada no fue, ni mucho menos, mala, ni decepcionante. Sentó las bases de un proyecto que, aunque ha sufrido cambios drásticos en verano en materia de confección de la plantilla, está dando sus frutos en esta temporada en curso, donde los gualdinegros marchan en tercera posición.
Un inicio de año sin derrotas
El Barakaldo inició el año en la zona media de la tabla. Décimo, a cuatro puntos del play-off. Unos números que no destacaban apenas, pero con el cambio de año y el inicio de la segunda vuelta se iban a transformar en muy buenos. El año comenzó con cuatro empates y una victoria en los primeros cinco partidos. Un guarismo de puntuación que le alejó aún más de la cabeza, pero que ya mostraba la dificultad que tendría que derrotar a los gualdinegros en esa segunda vuelta.
De hecho solo encajó dos derrotas. Ambas fueron en Marzo y frente a dos filiales que acabarían disputando play-off de ascenso como Sporting ‘B’ y Bilbao Athletic. Ningún otro equipo logró derrotar al cuadro de un Aitor Larrazábal que, por fin, había logrado construir un equipo, cuando menos, solvente. Realizó una segunda vuelta notable en que sumó 35 puntos, acabando sexto con 63. Un guarismo que en muchas temporadas le hubiese valido para la disputa del play-off. Pero Mirandés, Sporting ‘B’, Sanse y Bilbao Athletic se mostraron intratables, copando esas plazas.
Pero quizá el dato más revelador de este Barakaldo que fue el cuarto mejor equipo del grupo en la segunda vuelta, fueron sus goles encajados. Solo once en diecinueve partidos. Eso, junto con la mejora también de los guarismos anotados, 28 goles en la segunda vuelta, le hizo despachar esa gran segundo vuelta.
Un verano mucho más movido de lo deseado
El problema al que se enfrentó el cuadro fabril en verano fue a que tuvo que reconstruir su equipo casi desde cero. Pilares como Ander Vitoria, Buenacasa, Baba, Son o Cerrajería se fueron a equipos con mejores ofertas. Fueron un total de diecisiete cambios en el equipo. Diecisiete hombres que se fueron y otros tantos que llegaron, contando ya a Manel Royo -incorporado en el mes de Noviembre- y a Jurgi Oteo que regresó hace unas semanas desde el Bilbao Athletic y que podrá debutar ya en el mes de Enero.
Pero eso no amilanó a un Aitor Larrazábal que asumió ese reto. Construyó un equipo que defensivamente no solo ha mantenido esos sensacionales números, sino que los ha mejorado. Y en labores ofensivas el equipo ha logrado suplir la marcha de los más de treinta goles que Buenacasa y Ander Vitoria le dieron al equipo en la 2017/2018. Con un perfil de juego distinto, algo más directo y de menos elaboración, el Barakaldo se mantiene en la zona alta.
Afincados en play-off
Una zona alta en la que pronto se asentó. Seis jornadas sin conocer la derrota y en las que solo encajó tres goles. El mayor traspié, antes de perder por primera vez en Liga frente al intratable Racing, fue la eliminación copera frente a la UD Mutilvera de Tercera División. Pero el cuadro gualdinegro tenía clara su prioridad; este año tenía que ser el de la vuelta a un play-off cuatro temporadas después y pronto se enganchó arriba. Logró mantenerle el ritmo durante Octubre al Racing y ambos abrieron brecha sobre sus perseguidores.
Pero llegó Noviembre, el peor mes para los fabriles. Dos derrotas consecutivas dejando una pobre imagen le hicieron perder comba, aunque nunca se apeó de los puestos de play-off. Se recuperó y enlazó otros cuatro partidos sumando 10 de 12 puntos posibles. Pero una dolorosa derrota en Urritxe y un empate sin goles frente al Leioa para acabar el año, le han condenado a verse superado por el Mirandés en este final de año.
La clave: Un auténtico cerrojo defensivo
Aunque ya lo destacamos antes, si el Barakaldo está donde está es por su buen hacer defensivo. Tanto a nivel colectivo en defensa, como con las intervenciones de sus guardametas. Y es que en trece encuentros de los treinta y siete que ha disputado en competición liguera en 2018, han acabado por victoria gualdinegra por 1-0. Más de un tercio de los mismos, lo que confirma, no solo su predilección por ese marcador ajustado, sino que su solvencia defensiva para hacer valer un único gol a su favor está fuera de toda duda. Eso se debe a su solvencia defensiva para encajar poquísimos tantos.
Porque de los 38 encuentros disputados en competición oficial a lo largo del año, 21 veces acabó con la portería a cero. Un 55,26% de los encuentros. Una cifra que no solo se debe a las buenas intervenciones de Txusta o Viorel bajo palos, sino a un trabajo defensivo del bloque que roza la matrícula de honor. Algo que en estos meses finales tiene mucho más mérito dada la plaga de lesiones que el cuadro baracaldés ha sufrido en defensa. Hasta seis zagueros han pasado por el dique seco en algún momento de la temporada y les ha hecho perderse algún partido.
Esa es la principal clave para que este 2018 haya sido el de la re-confirmación, por decirlo así, del Barakaldo. La clave para que en el 2019 que llegará en apenas unas horas, el Baraka pueda optar a regresar a LaLiga 1|2|3 treinta y ocho años después.