El 2018 malaguista: un año nefasto que se tratará de enmendar en 2019

El recuerdo que deja el 2018 malaguista no puede ser considerado un año positivo de manera alguna. Su primera mitad no fue más que una larga agonía que acabó desembocando en un triste a la par que esperado descenso a segunda tras firmar el club de La Rosaleda la peor temporada de su historia en la máxima categoría. En su segunda mitad, la nave ahora comandada por Muñiz ha estado poniendo los cimientos para que 2019 pueda acabar convirtiéndose en la solución al problema generado.

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Se fue el 2018 y llega un 2019 cargado de anhelos y esperanzas para una afición malaguista que tuvo que padecer una vez más, y ya van trece en su historia, un descenso del Málaga desde la máxima categoría del fútbol español, motivo por el que 2018 malaguista inevitablemente quedará marcado para siempre en la historia como un año nefasto. Es cierto que el club de La Rosaleda, con 37 temporadas en primera y 35 en segunda a sus espaldas, acumula una larga trayectoria de ascensos y descensos entre las dos categorías profesionales de nuestro fútbol y que, de hecho, son récord en el fútbol español. Pero el descenso de 2018 se recordará de manera especialmente triste y aciaga, al ser uno en el que prácticamente no se luchó para evitarlo, y que incluso ya se venía anticipando desde el último cuarto de 2017, fruto de la pésima gestión que se llevó a cabo en los albores de la temporada 2017-18.

Precisamente, 2018 era el año en el que se certificó la decena de temporadas consecutivas del club blanquiazul en primera división tras su último ascenso logrado en 2008. Un récord nunca antes alcanzado en 37 participaciones en la máxima categoría, pues la anterior marca malaguista se encontraba en siete temporadas consecutivas comprendidas entre 1999 y 2006. Quizás por eso, el borrón resultante haya sido aún más doloroso si cabe. Y es que determinadas decisiones llevadas a cabo en la planificación, muchas de ellas a cargo del anterior director deportivo Francesc Arnau, que ya había sido destituido un par de meses atrás, dejaron al club con un futuro poco esperanzador a principios de enero de 2018, con tan solo 11 puntos y en penúltima posición a igualdad de puntos con el colista Las Palmas.

Míchel, dirigiendo su último partido como técnico malaguista en Getafe: Foto El País

El técnico Míchel González, que a su llegada en el curso anterior había sido capaz de remontar la mala situación (pero no tan dramática como esta) en la que se encontraba el equipo, recibió este nuevo año manteniéndose en el cargo de manera inexplicable, pues no había crédito alguno que pudiese justificar unos números tan desoladores. Mario Armando Husillos, que meses atrás había vuelto al club por enésima vez para reasumir la parcela de la dirección deportiva, ratificó al entrenador madrileño a su llegada. Lo alegó en base a que para aquel entonces todavía se llevaban muy pocos partidos jugados en la jugada, y la situación aún tenía margen para ser remontada.

Esa decisión demostró ser un claro error, pues aunque durante los meses de noviembre y diciembre se pudieron sacar adelante algunos partidos, no fueron más que un espejismo para un equipo que se arrastraba sobre el césped. Tras cuatro derrotas consecutivas comprendidas entre diciembre y enero, la primera vuelta finalizó con 3 victorias, 2 empates y 13 derrotas que sumaban 11 puntos y que dejaban a los malaguistas en el fondo de la clasificación junto a Las Palmas. Pero había algo todavía más preocupante: los puestos de permanencia se encontraban ya a siete puntos de distancia, marcados por un Alavés que estaba protagonizando una vertiginosa recuperación gracias a la buena mano del asturiano Abelardo, y por un Levante curiosamente entrenado todavía por otro asturiano y viejo conocido por Martiricos, Juan Ramón López Muñiz, que paradójicamente acabaría convirtiéndose más adelante en uno de los grandes protagonistas en el transcurrir malaguista del 2018.

LA REVOLUCIÓN DEL MERCADO DE INVIERNO

Hasta entonces, el club parecía ejercer una actitud pasiva e indolente de cara a una trayectoria con clara dirección hacia el abismo. Pero la derrota en el Coliseum Alfonso Pérez que marcaba el final de la primera vuelta, hizo lo propio también con la estancia de Míchel a los mandos de la nave malagueña. Husillos ejecutó una destitución que a esas alturas parecía que nunca llegaría, y en su lugar puso al frente del equipo al que había sido su compañero en el Cádiz de finales de los ochenta, José González. El gaditano también había militado brevemente en aquel Málaga que se arrastró por segunda división “B” a mediados de los noventa, pasando sin pena ni gloria, y llegaba a la capital de la Costa del Sol dispuesto a cambiar ese recuerdo y con el aval de haber salvado un par de años atrás a un Granada en situación similar.

José González, en su presentación junto a Mario Husillos: Foto Mundo Deportivo

José fue el primero de los revulsivos que Mario Husillos tenía preparados para un mercado de invierno que fue bastante movido en Málaga. Se produjeron ocho bajas y otras ocho altas, propiciando toda una revolución en la plantilla. Algunos de estos movimientos se produjeron antes de la apertura del propio mercado, ya que la baja por lesión de larga duración de Juankar posibilitó la llegada de Ignasi Miquel en diciembre (fichado del Lugo), y el chileno Manuel Iturra, que ya había jugado en La Rosaleda en la temporada 2012-13, llegó como agente libre tras un periplo en México. En total, el Málaga dio salida a Cecchini (cedido al club León de México), Paul Baysse (traspasado al Girondins de Burdeos), Jony (cedido al Sporting de Gijón), Cifu (cedido al Albacete), Álex Mula (cedido al Tenerife) y Ontiveros (cedido al Real Valladolid), además de tramitarse la baja federativa del portero Cenk Gönen.

En el lugar de todos ellos llegaron los ya mencionados Ignasi Miquel e Iturra, además de Alberto Bueno (cedido por el Porto), Brown Ideye (cedido por el Tianjin de China), Success (cedido por el Watford), Maxime Lestienne (agente libre, tras rescindir con el Rubin Kazan) y Mehdi Lacen (agente libre, tras rescindir con el Getafe) y el movimiento que a priori gustó más en la afición, el regreso del canterano Samu García, defenestrado por Muñiz en el Levante y lo que posibilitó su cesión. Quitando este último y quizás el de Ignasi Miquel por su proyección, el resto de movimientos sembraron muchas dudas en la afición (tema aparte son las viejas rencillas con Iturra). Algunos eran completos desconocidos para los aficionados de nuestra Liga, mientras que otros sí habían jugado en ella pero llevaban tiempo en el dique seco, siendo el caso de Bueno especialmente llamativo porque llegó a petición de Míchel pocos días antes de ser destituido éste, y fue entonces cuando pasó a no contar prácticamente para un Jose González que sugirió otros fichajes de jugadores similares a los que conocía mejor, como era el caso de Success. Ello demuestra que la planificación invernal se había realizado de manera desesperada, con poca capacidad y no demasiada convicción en lo que se estaba haciendo.

SE CERTIFICA UNA MUERTE ANUNCIADA

La evidencia no tardaría en llegar con los resultados, aunque el primer partido de Jose en Eibar parecía vislumbrar un conato de reacción en un encuentro que quedó 1-1 y que no se ganó por pura mala suerte. Pero fue un espejismo, pues le siguió un discreto 0-0 en casa contra el Girona y a continuación llegó el drama, en un partido a vida o muerte con un rival directísimo con Las Palmas de Paco Jémez. Tras errar hasta dos ocasiones muy claras de adelantarse en el marcador, el partido se perdió con un gol en el tiempo de descuento. Ese mazazo, en los primeros días de febrero y con apenas empezada la segunda vuelta, se convirtió en la sentencia de muerte para un equipo que a partir de ahí no hizo más que acumular una derrota tras otra durante siete jornadas, con alguna bastante polémica de por medio como la que tuvo lugar contra el Valencia en la que la labor arbitral fue decisiva.

Un empate en Balaidos y una victoria en casa contra el Villarreal provocaron que algunos de los más optimistas hicieran cuentas para un posible milagro. Era la jornada 30, y el equipo se encontraba colista con 17 puntos, a tres del Deportivo de La Coruña, al que justamente tocaba visitar, a cuatro de Las Palmas y a once del equipo que marcaba la permanencia, el Levante, que acababa de destituir a Muñiz y acumulaba 7 puntos de 9 con su nuevo técnico, Paco López. La losa parecía ser ya demasiado pesada, y tras la dilapidadora derrota en Riazor, lo único que tocaba ya era hacer los cálculos de cuándo se produciría el fracaso en forma de descenso matemático. Este llegó apenas un par de jornadas después, en el Ciudad de Valencia precisamente, y de la manera más trágica posible, pues el partido se perdió con un gol en el tiempo de descuento. El Málaga, ahora sí y diez años después, había dado con sus huesos en la Liga 123.

Once del Málaga que descendió a segunda en el Ciudad de Valencia: Foto Mundo Deportivo

La Rosaleda recibió al equipo en el siguiente partido en casa en un panorama desolador. Los 14.000 espectadores que se dieron cita en el feudo de Martiricos, abroncaron lógicamente a los jugadores por su descenso. Para más inri, presenciaron como su equipo sumaba un triunfo ya intrascendente ante una Real Sociedad que aún se estaba jugando objetivos, y jugadores como Adrián González y En-Nesyri se vieron obligados a pedir perdón tras marcar sus goles. Pero no había perdón posible para una temporada como esa. Fue el último triunfo en la Liga Santander, ya que los siguientes encuentros acabaron todos en derrota e hicieron que el Málaga cerrara el curso con unos números que ya son los peores de sus 37 temporadas en primera división: 5 victorias, 5 empates y 28 derrotas.

UN CLUB ATADO DE PIES Y MANOS

Lógicamente, la preocupación en estos últimos partidos no era tanto lo que ocurriese sobre el césped, sino fraguar el proyecto que teóricamente debía llevar de nuevo al club a la élite. Sorprendentemente, parecía que la planificación volvería a llevarla Mario Husillos, aún a pesar de su estrepitoso fracaso en prácticamente todas las decisiones que había llevado a cabo desde su regreso, como mantener a Míchel más tiempo de la cuenta, la elección del nuevo técnico y sobre todo la caótica planificación invernal. La afición desató sus iras contra el club, especialmente por la inacción del propietario Abdullah ben Nasser Al Thani, y se temía que las cosas en segunda podrían acabar empeorando todavía más con una nave a la deriva y el presagio de una planificación sobre la que a priori se depositaban muchas dudas.

Husillos sondeó a varios técnicos, entre los que destacaba por encontrarse Muñiz. Recién destituido de un Levante al que había llevado a primera, también fue precisamente artífice del último ascenso malaguista a la máxima categoría. Pero el técnico asturiano declinó el ofrecimiento del argentino por no confiar en el proyecto ofrecido. Al final, pudo encauzar un principio de acuerdo con el granadino Lucas Alcaraz. Pero una serie de sorprendentes acontecimientos desembocaron en que la operación se frustrase de la manera más rocambolesca posible. Ciertos medios de comunicación se hicieron eco de la noticia, y es entonces cuando Al Thani, que parecía no estar al tanto del asunto y tuvo que enterarse por la prensa, desautorizó públicamente la encarrilada pero todavía no firmada contratación a través del perfil de su medio de comunicación preferido, la red social Twitter.

Lucas Alcaraz estuvo a punto de ser el entrenador de la temporada 2018-19: Foto El Comercio

Este hecho no dejó de brazos cruzados al argentino, que solicitó formalmente su dimisión por lo que consideraba toda una intromisión en su parcela, y con agravante de haber sido realizada de manera pública. Al Thani no pareció hacerle demasiado caso a la renuncia, pero ya no había vuelta atrás con Husillos, que tenía decidida su salida del club ante lo que había ocurrido y además le esperaba la posibilidad de incorporarse al West Ham de Manuel Pellegrini. La discrepancia entre ambas partes se prolongó durante varias semanas del mes de mayo, y mientras tanto la planificación estuvo paralizada durante todo ese tiempo, desperdiciándose así la ventaja que el Málaga podía tener sobre el resto de futuros rivales que aún se encontraban en competición en la Liga 123. Joaquín Jofre, el abogado del club, tuvo que asumir funciones oficiosas de director general y viajó hasta Qatar para desbloquear la situación con el propio jeque Al Thani.

Jofre llevaba bajo el brazo un plan sugerido por los consejeros consultivos del club, los veteranos malaguistas Antonio Benítez y Abdullah Ben Barek. Ante la situación de vacío en la que se encontraba en el club con un inactivo Husillos que solo quería certificar su salida del club, se postuló a una persona ideal para enderezar la situación de nuevo. Se le explicó que era la misma persona que, diez años atrás, ya había sacado al club de una situación todavía más complicada en la categoría de plata. Se trataba de Muñiz, que seguía sin equipo y volvía a salir a la palestra tras haber dado su negativa a Husillos semanas atrás. La proposición planteada a Al Thani era que el técnico gijonés ocupase la doble función de director deportivo y de entrenador, algo que desempeñó con gran éxito cuando desde el banquillo llevó al Málaga a la entonces Liga BBVA en la 2007-08, y descubriendo por el camino a talentos desconocidos que acabaron siendo claves en el devenir del club como Weligton, Eliseu y Apoño.

CAMINERO: EL REVULSIVO A LA SITUACIÓN

Al Thani no veía conveniente para la viabilidad futura del proyecto que una misma persona ocupase estos dos cargos. Es de suponer que temía el posible desmorone que podría tener el equipo en caso de que fuese necesaria una destitución del entrenador, y que sería a su vez la del director deportivo. La situación volvió así a paralizarse, y se llegó a hablar de nombres como el del ex malaguista Esteban Vigo. Pero unos días más tarde, le llegó a Al Thani un ofrecimiento por otra vía y que sí que colmaba sus expectativas. Procedía concretamente la del agente Manuel García Quilón, y se trataba de la posibilidad de incorporar como director deportivo a José Luis Pérez Caminero, que se encontraba ocupando cargos menores en el Atlético de Madrid.

Caminero y Juan Rodríguez posan con sus carnets de abonados: Foto Málaga Hoy

Lejos quedaban ya sus roles de planificación deportivo que tuvo Caminero tanto en el propio club colchonero como en el Real Valladolid, los dos clubes de su vida y que marcaron también su trayectoria como jugador. Caminero veía con buenos ojos retomar esa faceta en un destino atractivo futbolísticamente como era Málaga, y le motivaba mucho la idea de reflotar la nave malaguista tras el descenso. Al Thani, que siempre se ha mostrado ferviente ante la idea de incorporar grandes nombres, dio su visto bueno. La llegada de Caminero se oficializó a primeros de junio, llegando con él el ex jugador malagueño y malaguista Juan Rodríguez, que pasaría a ser su mano derecha en el club.

Entre las primeras decisiones del flamante director deportivo madrileño se encontraba, por supuesto, la elección del nuevo entrenador. Primero tanteó a Fran Escribá, pero el valenciano era reticente a entrenar en segunda división y esperaba alguna oferta de primera. Después fijó sus ojos en Rubén Baraja, que se encontraba inmerso en el play off de ascenso con el Sporting de los cedidos Jony y Michael Santos, tras protagonizar una racha de buenos resultados que casi llevan al club gijonés al ascenso directo pero que se vieron truncados al final. El Sporting cayó contra el que acabaría siendo el equipo que subiría a primera división, el Valladolid, y tanto desde la dirección del club asturiano como desde el propio Baraja se descartó una posible salida del técnico.

SE INICIA UN NUEVO CICLO DE MUÑIZ

Es entonces cuando reaparecía un nombre destacado de este 2018 malaguista. Muñiz volvía a entrar en escena, cuando parecía que ya no lo haría tras truncarse sus anteriores intentos de llegada con Husillos primero y como director deportivo-entrenador después. No hay que olvidar la importancia que tuvo el asturiano a principios de año en la llegada de un Samu García al que tenía denostado en el Levante y que acabó siendo toda una decepción en su regreso a La Rosaleda. Caminero inició los contactos, y como se suele decir, a la tercera fue la vencida. Muñiz fue presentado a mediados de junio en La Rosaleda, mostrándose agradecido por poder regresar de nuevo a una ciudad tan querida por él y por su familia, y entonando el mismo discurso prudente y comedido que siempre le caracterizó. Evitaba, y a día de hoy sigue evitando, hacer mención directa al objetivo del ascenso.

Muñiz, en su presentación junto a Caminero, Ben Barek, Antonio Benítez y Martín Aguilar: Foto Blog Málaga

Pero pronto se supo que el Málaga iba a contar con el mayor presupuesto de la categoría de plata, gracias en buena parte al límite salarial de 25 millones de euros del que dispondría el club gracias a su trayectoria precedente y tan consolidada en la Liga Santander. Estaba muy claro que no se contemplaba otra cosa salvo volver a la máxima categoría a toda costa. Sin embargo, aunque a priori pudiera parecer que los malaguistas dominarían en la Liga 123 con su posición y capacidad económica, lo cierto es que buena parte de ese presupuesto se vio muy condicionado por los jugadores con altas fichas que aún se encontraban en la plantilla. Y todo ello teniendo en cuenta que se habían producido reducciones en algunos contratos por el descenso de categoría y que todos los cedidos ya se habían marchado. Destaca especialmente el caso de Juanpi Añor, con el que no medió rebaja alguna y que cobra dos millones de euros en segunda división, una gran losa para la entidad fruto de la hipoteca de la gestión de Arnau.

Otros jugadores con contratos considerables sí que salieron de la entidad durante el verano. Fueron los casos de Jony y Keko, otros dos fichajes frustrados del director deportivo catalán que se marcharon cedidos a Alavés y Valladolid respectivamente. Michael Santos también salió rumbo a Leganés en calidad de cesión, a pesar de los intentos de Muñiz por convencerle de su importancia, como también salió cedido Esteban Rolón al Génova italiano, un fichaje polémico al ser enteramente promovido por Al Thani. Otras cesiones fueron las de Roberto Rosales (Espanyol), Cecchini (Banfield), Mikel Villanueva (Reus), Luis Muñoz (Córdoba), y Tighadouini (Esbjerg). También se produjeron salidas definitivas como las de Chory Castro (fin de contrato), Iturra (rescisión) y Bakary Koné (rescisión), además de traspasos que en cierto modo ayudaron a paliar el gran desfase que el club tenía en ese capítulo como los de Ignasi Miquel (Getafe), En-Nesyri (Leganés) y Recio (Leganés).

En cuanto al capítulo de altas, una de las llegadas más destacadas fue la de Alfred N’ Diaye, centrocampista del Villarreal que ya tenía experiencia en la categoría de plata con el Real Betis y que está considerado uno de los jugadores más desequilibrantes de la misma. Esa condición también la comparte el pizarreño Dani Pacheco. El extremo fue recibido con gran entusiasmo por la afición malaguista no solo por su condición de malagueño, sino también por su gran experiencia acumulando ascensos a primera con equipos como el propio Betis, el Alavés y el Getafe, del que se desvinculó para poder llegar con la carta de libertad. Eran los dos grandes nombres de una plantilla a la que también llegaron Boulahroud (fichado del FUS Rabat), Renato Santos (fichado del Boavista), Munir (libre), Héctor Hernández (cedido por el Atlético), Haksabanovic (cedido por el West Ham), Pau Torres (cedido por el Villarreal), Blanco Leschuk (cedido por el Shakhtar Donetsk), Mamadou Koné (cedido por el Leganés) y Pawel Kieszek (cedido por el Córdoba).

Dani Pacheco, presentado como jugador malaguista en su Pizarra natal: Foto Málaga CF

EL MÁLAGA DE LAS DOS CARAS

La pretemporada se desarrolló por los fueros normales, aunque destacó por no producirse salida alguna al extranjero por primera vez en muchos años, una decisión que fue tomada por Muñiz y que obligó a cancelar un stage ya planificado en Alemania. El 18 de agosto de 2018, el Málaga empezaba su nuevo periplo en segunda división en un campo que jamás había visitado en su historia, el Anxo Carro de Lugo. Parecía que su bautismo en suelo lucense podía complicarse, pues el Málaga ya iba perdiendo dicho partido a los cinco minutos transcurridos. Pero la fulgurante remontada que se produjo en los últimos minutos con goles de Juankar y N’ Diaye, fueron el preludio a una racha de cinco victorias consecutivas que pusieron al Málaga en todo lo alto de la clasificación y que se equiparaba mucho a aquella racha inicial de siete victorias consecutivas que el propio Muñiz había cosechado con el Málaga en la temporada 2007-08, lo que trajo gratos recuerdos a los malaguistas y también la firme convicción de que aquel ascenso podía volver a repetirse.

La primera derrota llegaría a finales de septiembre, en Gran Canaria, ante un equipo que por aquel entonces compartía los puestos altos de la clasificación con los malaguistas. Por su condición de recién descendido, su elevado límite salarial (el segundo más alto de la categoría) y la plantilla de grandes nombres que había confeccionado, la derrota contra Las Palmas se vio entonces como algo normal. Pero fue el inicio del que sin duda ha sido la gran asignatura pendiente del Málaga en esta segunda mitad de 2018: los partidos fuera de casa. Desde la victoria en los Juegos Mediterraneos de Almería a principios de septiembre hasta la victoria en Son Moix a principios de diciembre, pasaron tres meses en los que el Málaga solo sacó dos puntos de 18 posibles fuera de La Rosaleda, con dos empates en Riazor y El Molinón (en un partido que tenía ganado hasta el minuto 94) y cuatro derrotas en Gran Canaria, Martínez Valero, El Sadar y Francisco de la Hera.

Al tener lugar algunas de estas derrotas contra equipos de la zona baja de la clasificación, fueron cuestionadas especialmente por una parte de la afición, que se dividía entre aquellos que confiaban en Muñiz y su experiencia logrando ascensos a la máxima categoría, y los que pensaban que el juego que ponía en liza el entrenador era excesivamente conformista y defensivo, lastrando la capacidad del equipo en los partidos. Era un viejo debate que ya experimentó el técnico en sus etapas anteriores en Martiricos. Y todo ello, teniendo en cuenta que hasta el partido que se perdió el 1 de diciembre en casa con el Granada, el Málaga protagonizaba la mejor trayectoria de un equipo de LaLiga 123 en su propio feudo con siete victorias de siete posibles. Fueron números que, al no complementarse con una mayor regularidad fuera de casa, no sirvieron para que el Málaga mantuviese un liderato que alcanzó en la segunda jornada y que perdió en la decimotercera en favor de Alcorcón y Granada, que hasta ese momento se venían mostrando más regulares en resultados que los malaguistas.

JUGADORES MÁS DESTACADOS

«Tiburón» Blanco Leschuk, tras marcar el gol de la remontada frente al Albacete: Foto Diario AS

Entre los nombres más destacados del equipo encontramos la grata sorpresa que ha sido Blanco Leschuk. El ariete argentino era un completo desconocido a su llegada a Málaga salvo para Muñiz, que probablemente lo conocía por la etapa que tuvo como segundo entrenador de Juande Ramos en Ucrania. A día de hoy, el «tiburón» suma seis tantos y realiza todo tipo de labores encomiables en la faceta ofensiva del equipo. N’ Diaye sostiene muy bien al equipo en el centro del campo como se esperaba de él, y la portería suele estar bien cubierta por Munir, evidenciando el melillense el por qué de su internacionalidad por Marruecos que le llevó a jugar el pasado mundial. Precisamente, cuando dicha internacionalidad le ha privado de estar presente en el once malaguista, Kieszek lo ha suplido en condiciones, dando fe del buen papel que desempeñó en el Córdoba.

La labor de Muñiz con este equipo también hay que destacarla en la recuperación de ciertos jugadores que parecían perdidos para la causa, y la oportunidad que le ha dado a los canteranos. En el primer grupo, nos encontramos a jugadores como Luis Hernández y Adrián que quedaron muy tocados y señalados por el descenso, y ahora se han erigido como jugadores fundamentales para la plantilla. El madrileño es el nuevo capitán de la plantilla junto a los también nuevos en esa faceta Fede Ricca y Mehdi Lacen, en una decisión que Muñiz justificó en base a que la capitanía ha de recaer en quien esté plenamente capacitado para desempeñarla, y no única y exclusivamente en aquel que más tiempo lleve militando en la plantilla. También es destacada la recuperación de jugadores como Cifu y Ontiveros, que a principios de 2018 tuvieron que salir del club en busca de minutos y un año después no se discute la importancia de su presencia en el equipo.

LA ACADEMIA Y EPÍLOGO

En cuanto a la cantera, la irrupción en el equipo de jóvenes malagueños como Jack Harper e Iván Rodríguez son una buena señal para una Academia que también ha sido protagonista destacada el 2018 malaguista. Tras muchos años sumida en una guerra de concesiones y recursos legales, a principios de año el club dio el pistoletazo de salida a las obras en los siempre polémicos suelos de Arraijanal, a cargo de la empresa constructora malagueña Bilba. Su condición como uno de los escasos parajes naturales que quedan ya en el litoral malagueño ha sido centro de las iras de grupos ecologistas que intentaron frenar la construcción por todos los medios posibles, protagonizando unos episodios completamente vergonzosos. Lo cierto es que las obras siguieron su curso normal hasta que se vieron interrumpidas en el mes de noviembre, por un asunto de pagos entre la entidad de Martiricos y la constructora que todavía está pendiente de resolver. Ver finalizada la construcción de la Academia y a toda la cantera del club formándose en ella en lugar de estar repartida por varios campos de la provincia ha de ser uno de los deseos malaguistas para el año 2019.

Estado actual de las obras de la Academia en Arraijanal: Foto El Desmarque

El otro ha de ser, sin duda, el ansiado ascenso de categoría que se está persiguiendo. El Málaga ha acabado el año natural en tercera posición, a un punto del Albacete que es segundo clasificado y a dos del Granada que es el actual líder. Ambos equipos ocupan las posiciones de ascenso directo, que son las que debe ambicionar el club malaguista, pues aquella en la que milita ahora mismo solo da lugar a un play off de ascenso que a día de hoy tendría que disputar con el Deportivo (4º), el Alcorcón (5º) y el Cádiz (6º). Aquellos malaguistas que peinen más canas seguramente recordarán el último precedente que tuvo el Málaga en una promoción de ascenso a primera y cuál fue su resultado, por lo que los blanquiazules ya están buscando fórmulas para poder mejorar todavía más su rendimiento y se acudirá al mercado de invierno para ello.

Se avecina un 2019 que tiene todos los visos de ser apasionante para un Málaga que se juega muchísimas cosas, tanto en el terreno de juego como fuera del mismo, pues en febrero se retomará el contencioso que Al Thani y la empresa hotelera malagueña BlueBay dirimen desde hace varios años por el control del club. Independientemente del resultado del mismo, todo lo que no acabe desembocando en un ascenso a la Liga Santander tildará al 2019 de un fracaso igual o mayor incluso que el que sin duda ha sido este 2018 para los de Martiricos, pues el continuar militando en la Liga 123 comprometería en gran medida la situación de una entidad que a día de hoy sigue contando con una estructura de primera división y que está muy hipotecada al encontrarse en segunda división. El 2019, por lo tanto, será un auténtico todo o nada para los malaguistas.

Por @AdriCanLoz
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