Si bien la Premier League sobresale porque las mayores estrellas del panorama actúan sobre sus escenarios, no menos trascendentales son sus productores, compositores o directores de orquesta, es decir, sus entrenadores. Cierto es que el fútbol es de los futbolistas al igual que la música es de los intérpretes, pero técnicos como Klopp, Guardiola o Pochettino tiene gran responsabilidad en sus obras y logros.
En la lista de éxitos destaca Jurgen Klopp y su Liverpool. En la ciudad de los melódicos y después psicodélicos The Beatles, él, un tipo excéntrico pero que cae simpático como Ozzy Osbourne, ha impuesto su estilo »metalero», aplicando un ritmo intenso y sin descanso donde sus tres »frontman» (Salah, Mané y Firmino) no te dejan pestañear con los acordes agresivos de sus guitarras.
Siguiéndole, está Guardiola y su Filarmónica de Manchester. Una orquesta con bellas y trabajadas obras, donde cada músico es igual de importante con sus diferentes dotes. Como con la música clásica, el estilo de toque y posesión no es entendido por todo el mundo y hay quien lo califica de aburrido, mientras que los seguidores de esta disciplina lo califican como el súmmum musical, a veces de manera pedante como el entrenador de Sampedor.
Pochettino y su Tottenham son como ese tango argentino donde los dos bailarines se concilian y se coordinan como si fueran uno en compromiso con el espectáculo. De igual manera pasa en el equipo del norte de Londres, con una plantilla sin fichajes esta temporada y donde todos se conocen, involucrados en llegar a cotas más altas.
Y para completar la variedad en la parte alta de la tabla quedan el Chelsea del napolitano Sarri, con un juego alegre como las canciones de Raffaella Carrà, Emery, con su grupo de jóvenes con talento pero sin experiencia y cabeza como los raperos de »grime» londinenses y el Manchester United, donde han pasado al punk revolucionario de Solskjaer tras el triste y melancólico fado de Mourinho estos últimos años.