Qué doloroso ha de ser el hecho de ser recordado por tantos y no recordar a nadie. Permanecer en la memoria de tanta gente cuando la tuya se pierde desde la inmediatez hasta los remotos tiempos de la niñez. El vacío de una vida presente para tanta gente y perdida para el que la vivió. Este delantero indomable fue, es y será uno de tantos mitos que el valencianismo nunca sacará de su retina. Vaya desde estas líneas nuestro recuerdo y nuestro reconocimiento a la labor que con esta y con tantas otras leyendas del valencianismo está haciendo la Asociación de Jugadores del Valencia CF con Fernando «El Xufa» Giner a la cabeza.
Un hombre mucho más que un nombre
Su presencia en el corazón de tantos y tantos valencianistas va mucho más allá de su fama goleadora, mucho más allá de su potencia rematadora. En casos como el de este brasileño de cuna y valenciano de adopción, el hombre trasciende al nombre, la personalidad, el carácter y su eterna bondad sobrepasan con creces su torrente goleador con la elástica valencianista.
Quienes conocen a la persona más allá del futbolista que fue, saben de su desinterés por lo material. Un desinterés que le llevó muchas veces a poner a los demás por delante de sí mismo con nefastas consecuencias para su vida, su estabilidad económica y la de los suyos. Nunca tenía el no en la boca, siempre con una sonrisa y con sus manos tendidas para dar esa palmadita a un niño desanimado por un mal partido.
Un corazón lleno de fútbol
Vivió como fue, con intensidad, dedicación a los demás, a los suyos y al fútbol. El fútbol le dio la gloria, el recuerdo eterno en miles de corazones pero también estuvo a punto de quitárselo todo. Quienes hemos vivido el fútbol base y nos hemos recorrido campos y polideportivos de las cercanías de Valencia, lo recordaremos siempre por sus amables palabras de ánimo, sus sabios consejos y su humanidad. La «Waldo Torrent» y los «Cracks» llevan su huella y su sello.
Él, que lo fue todo y más en el mundo del fútbol, siempre estaba presente. Humildad, alegría y paz, mucha paz transmitía cuando hablaba, en cada uno de sus consejos y en cada una de sus palabras. Podías verlo sentado en alguna vieja silla destartalada mirando partidos de niños de 6, 7, 8 o 9 años. Nunca reclamó nada para sí mismo ni quiso beneficiarse de haber sido quien fue, ni más ni menos que el segundo máximo goleador de la historia de nuestro club.
Sí, Waldo fue un gran ariete, un mágnifico jugador y un espléndido rematador que llevó al Valencia a lo más alto. en la década de los 60. Pero todo eso ya lo sabían.
@VicentSarrion